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  Algunas reflexiones sobre el futuro de la guerra en Ucrania

Hace dos años, el 24 de febrero del 2022, Rusia invadió Ucrania provocando un descalabro del maltrecho orden mundial que Estados Unidos había impuesto después del derrumbe de la URSS en 1991. Sin declarar formalmente la guerra, Putin justificó su “operación militar especial” con el objetivo de defender a la población ruso parlante en el Dombas y “desnazificar” Ucrania.

Lo que hoy es Ucrania fue un territorio disputado por varios imperios, entre ellos Polonia y el imperio zarista. Fue la revolución bolchevique la que creo a la actual Ucrania como Estado parte de la URSS.

El origen de Ucrania es, por lo tanto, heterogéneo. Ucrania está formada por diferentes minorías, con un fuerte componente de origen eslavo, ruso parlante. Al derrumbarse la URSS en 1991, Ucrania se constituyó como Estado-nación independiente de Rusia, pero con profundos ligámenes con esta.

Desde 1991 hasta 2014, Ucrania permaneció en los hechos como un Estado “neutral”, no alineado a bloque alguno. No obstante, a partir del año 2014, la revolución democrática que se gestó contra el gobierno prorruso de Víctor Yanukovich terminó siendo copada por direcciones nacionalistas de ultra derecha, quienes tomaron el poder e iniciaron una ofensiva para terminar con las tradiciones comunes e influencias de Rusia. La ofensiva de los nacionalistas se concentró contra las ciudades del Dombás, de mayoría ruso parlante, iniciándose una guerra civil focalizada en la zona oriental de Ucrania, limítrofe con Rusia.

En el torbellino de los acontecimientos, ante el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk, en 2014 Rusia se anexó Crimea, una estratégica península, con mayoría ruso parlante, que alberga a la flota militar rusa del Mar Negro.

Después de la destitución de Yanukovich en 2014, se instauraron gobiernos nacionalistas de ultra derecha, como el gobierno provisional de Oleksandr Turchínov (2024), después vino el gobierno de Petro Poroshenko (2014-2019) y el actual gobierno de Volodomir Zelensky (2029), cuyo mandato está a punto de finalizar.

Todos estos gobiernos, alentados por Estados Unidos, se caracterizaron por aprovechar la oportunidad para acelerar la ruptura de las raíces comunes con Rusia e iniciar una claro viraje e inclinación hacia las potencias imperialistas occidentales, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y por incluir a Ucrania dentro de la UE y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En la guerra de Ucrania apreciamos dos elementos centrales. En primer lugar, la legitima preocupación de Rusia sobre el peligro que representa para su propia seguridad, la incorporación de Ucrania a la OTAN y la instalación de bases militares con armamento nuclear a 900 kilómetros de Moscú.

En segundo lugar, está la también legítima aspiración de autodeterminación de Ucrania, de preservarse como Estado nacional, con las garantías de seguridad que implica. Dadas la cercanía y los ligámenes con Rusia, la única posibilidad de que Ucrania exista como Estado nación independiente, es manteniéndose “neutral”, pero Estados Unidos decidió el rumbo contrario.

Al inicio de la guerra en 2022, se produjeron intensas negociaciones con la mediación de Turquía. Aparentemente hubo un acuerdo preliminar entre las partes, con base a  los puntos centrales que exigía Rusia: que Ucrania mantuviese el tradicional status neutral, y que no ingresase a la OTAN.

Este acuerdo, que no llegó a firmarse, hubiera significado una salida justa para ambas partes, que hubiese ahorrado decenas de miles de vidas a ambos bandos, pero Estados Unidos presionó a Zelensky para que la guerra continuase.

Aquí se produjo un cambio en la naturaleza de la guerra.  El ejército de Ucrania dejó de librar una batalla justa para convertirse en el ariete militar de Estados Unidos y la OTAN contra el resurgimiento de Rusia imperial. Se convirtió en una guerra entre Rusia y las potencias imperialistas occidentales, utilizando el ejército de Ucrania como carne de cañón.

Estados Unidos y la OTAN decidieron manipular las aspiraciones de autodeterminación nacional de los ucranianos, para lanzarlos contra Rusia. Un pedazo de Rusia contra Rusia. A Estados Unidos y la OTAN, no les interesa la existencia de Ucrania como un Estado independiente, solo le interesa debilitar a Rusia, ocasionarle una “derrota estratégica” que impida la recuperación de Rusia como una nueva potencia imperialista, que negocie en igualdad de condiciones.

Y lo que es más grave, la subordinación política y militar del gobierno de Zelensky a Estados Unidos y la OTAN, es actualmente el principal obstáculo para que Ucrania pueda conservarse como un Estado nación independiente y neutral. De continuar la dinámica actual, sobre todo después del espantoso fracaso de la contraofensiva militar del ejército de Ucrania, esta terminará siendo desmembrada y reducida a un punto diminuto en la reconfiguración del mapa de Europa.

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