Por Hercilia Cáceres

En vísperas del 8 de marzo, día de la mujer, vale la pena recordar que una primera versión se da en Alemania en 1910, como propuesta de la revolucionaria alemana Clara Zetkin, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialista. La propuesta fue aceptada por más de 100 mujeres, pero no se fijó una fecha para la iniciativa. En dicha conferencia las se denunció que las feministas burguesas luchaban por el voto universal, sin tomar en cuenta a las mujeres trabajadoras, mostrando en ese momento posturas antifeministas en comparación a las demandas del feminismo burgués.

La propuesta del día de la mujer tomó fuerza en 1917 en San Petesburgo, cuando las mujeres manifestaron pidiendo pan y el regreso de sus esposos de la guerra. Fue en 1921, cuando la Unión soviética declaró el primer día de la mujer el 8 de marzo. A estos acontecimientos también se le suma un incendio en Nueva York, un 25 de marzo, que causó más de 140 mujeres víctimas, lo que generó luchas por reformas y la creación de un Sindicato Textil de Mujeres. Desde el inicio, es posible percibir que la lucha de las mujeres no es ajena a la lucha de clases, la historia es testigo de ello.

Todos los 8 de marzo se conmemora el día de la mujer, el mensaje es claro, no es un día de felicitación sino de la reivindicación de los derechos de las mujeres, pero el feminismo burgués es en su mayoría el que sale a las calles de los paises de Centroamérica. Este feminismo es selectivo y elitista, es el que lucha por la equidad de género en los espacios en los que se desarrolla la clase media, dejando atrás los ideales con los que se propuso la conmemoración desde las mujeres socialistas.

La marcha del día de la mujer en Centroamérica, ha sido tomada por aquel feminismo que prefiere luchar por el lenguaje inclusivo o los puestos burocráticos antes que, por las mejoras laborales de miles de mujeres en las maquilas, la industria, el campo, porque en muchas ocasiones se es trabajadora antes que mujer. Presumen de sororidad, cuando sobrevivientes encuentran más apoyo entre aquellas que no se reivindican feministas, porque en sus círculos también hay exclusión y rechazo, aires de protagonismo, siguen reproduciendo los roles de poder. Presumen de intelectualidad cuando prefieren no educar a otras, buscando sobreponerse con argumentos falaces ante las críticas hacia su burbuja.

La historia de las mujeres lleva su propio tiempo y desarrollo, pero no es ajena a la lucha de clases, aquí también existen opresoras y oprimidas. La realidad de la mayoría de mujeres guatemaltecas, es ajena a la mayoría de consignas que se gritaran el 8 de marzo en las calles, razón por la que no se sienten identificada, expresión máxima del feminismo burgués que no pretende trascender o al menos no para todas. Es difícil ser mujer, pero cuando es oprimida, lo es aún más, claramente es difícil ponerse en los zapatos de las demás personas, pero basta con conocer las necesidades de las demás para incluirlas en las luchas feministas y luchar todas, no por unas cuantas. En su mayoría los discursos van dirigidos a respaldar a una mujer por ser mujer, defendiendo cualquiera de sus acciones políticas e ideológicas.

Los patrones del feminismo burgués a inicios del siglo XX, se siguen replicando, las mujeres que critican las actuaciones del feminismo que están orientadas a reconocer solo la opresión por género y no la de clase o raza, son consideradas en algunos casos de antifeministas, por reconocer que para la mayoría de mujeres que no perciben la opresión de género como principal motor de lucha. Venden ideas falsas de emancipación y son compradas con facilidad por estos movimientos, un ejemplo de ello es que muchas de las organizaciones de mujeres solo se organizan para el 8 de marzo, debido a que necesitan evidenciar actividades a modo que las Organizaciones no gubernamentales sigan financiando sus proyectos. Quienes dirigen estos proyectos se aprovechan de la situación de otras para obtener beneficios individuales y reconocimiento sobre las personas, como dirigentes de una lucha que se queda encerrada en una burbuja, que principalmente solo expresan por medio de redes sociales.

Tratan de ignorantes a las mujeres que no aceptan sus consignas, que critican y no ven como prioridad la lucha de género, claro, las mujeres luchan todos los días bajo una condición de mujer, pero antes que nada la mayoría son trabajadoras que se enfrentas ante otro tipo de luchas. Los argumentos se basan en victimización, en rechazo a lo masculino, aceptando todo lo que venga de una mujer ¿acaso no hay mujeres oprimiendo a otras?

Las consignas de las mujeres deben estar orientadas a la realidad, no se desmerita la lucha contra el acoso, la violencia intrafamiliar, los femicidios, ni mucho menos se dice que esta se deba dejar atrás, pero sí se debe orientar la lucha a una conciencia de clase. El 8 de marzo la generalidad de las mujeres no saldrá a las calles porque necesitan ganar el sustento diario, deben salir a rebuscarse, a resistir desde sus espacios en una condición de doble opresión, por ser mujeres y por pertenecer a una clase social explotada y con hambre. Porque las consignas siguen reivindicando a las sufragistas que ignoraron la situación de la mayoría de mujeres y éstas debieron buscar sus propios espacios, separadas de aquellas que no consideraron las necesidades de clase.

Que las mujeres con conciencia de clase que asistan a la “huelga” del 8 de marzo, proclamen los derechos de las trabajadoras y no sean críticas a las tendencias del feminismo burgués, y de aquellas que tienen una idea desorientada de lucha de género, en contra de la libertad de cada mujer, en sus espacios y sus creencias. La lucha se debe iniciar, pero no deber ser elitista, debe incluir las necesidades y creencias de la mayoría de mujeres trabajadoras, madres, campesinas, profesionales, empleadas domésticas y amas de casa. Como diría la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo: las masas son el elemento decisivo, son la roca sobre la que se construirá la victoria final de la revolución.

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