internitas

Honduras fue el primer país de Centroamérica en establecer “elecciones primarias”, el 5 de junio de 1985, mediante la Ley Especial Relativa a las Elecciones Internas Directas y Generales de Autoridades Supremas y Municipales. Desde entonces, las elecciones primarias son una precondición que los partidos políticos deben cumplir para presentar candidatos presidenciales. En el año 2001 se extendió a nivel de candidatos a diputados.

Recientemente, El Salvador adoptó un sistema de “elecciones internas, diferente al sistema de elecciones primarias. En Honduras, aunque los partidos políticos intervienen en la organización de las primarias, el conteo de votos lo realiza el Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo que vino a sustituir al anterior Tribunal Supremo Electoral (TSE), después de una polémica reforma electoral auspiciada por la Organización de Estados Americanos (OEA).

1.-Golpe de Estado, abstencionismo, y fraudulento sistema electoral

El establecimiento de elecciones internas en 1990 tuvo el objetivo de oxigenar al sistema bipartidista, instaurado con la Constitución de 1982, y que durante muchos años se tradujo en la hegemonía del Partido Liberal de Honduras (PLH). No obstante, el golpe de Estado del año 2009, mostró no solo la evidente crisis del bipartidismo sino también que los militares seguían siendo los grandes árbitros de los grupos de poder en pugna.

El pueblo hondureño no olvida los descarados fraudes perpetrados desde el 2009. Ese año, la crisis política y la convulsión social incidieron para que la población en resistencia, aglutinada en el “Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP)” no se volcara a las urnas. En esa ocasión, las circunstancias obligaron al retiro de la candidatura independiente que encabezaba Carlos H. Reyes, con el objetivo de no ser partícipes de la legitimización del golpe de Estado. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) infló enormemente la votación por el alto grado de abstencionismo y le regalaron unas cuantas diputaciones al Partido Liberal para legitimar el proceso.

1.1.- Las reñidas elecciones del 2013

En las elecciones generales del 2013, el Partido Nacional, para mantenerse en el poder, diseño una nueva estrategia que consistió, primordialmente, en acentuar la división del viejo Partido Liberal, del cual se había desprendido la corriente encabezada por Mel Zelaya y que, después de los Acuerdos de Cartagena del año 2011, se permitió la legalización del Partido Libertad y Refundación (LIBRE).

Para imponerse nuevamente el Partido Nacional combinó la división y dispersión del voto opositor (PL, LIBRE y el Partido Anticorrupción -PAC- que fundó Salvador Nasralla), con la tradicional abstención que llegó al 39% (2,079,766 de ciudadanos que no ejercieron el sufragio). Se impuso el Partido Nacional con Juan Orlando Hernández (JOH) con un 36.89 % (1,149,302) de los votos válidos; en segundo lugar, Xiomara Zelaya del Partido LIBRE con el 28.78 % (896,498); en tercer lugar, el Partido Liberal con un 20.3 % (632,320) y en cuarto lugar Salvador Nasralla con el 13.43 % (418,443).

En 2013 el Partido Nacional obtuvo apenas 48 diputados (23 menos que en 2009) de 128 que conforman el Congreso Nacional, LIBRE obtuvo 37, el Partido Liberal obtuvo 27, el PAC obtuvo 13, y 3 diputados distribuidos en partidos minoritarios. Era el momento de unificar a los diputados de la oposición con una agenda común para democratizar al país y maniatar a JOH, pero los diputados del Partido Liberal prefirieron convertirse en el soporte del gobierno nacionalista y muy rápido los diputados del PAC fueron comprador por Juan Orlando Hernández, dándole un nuevo soplo de vida al bipartidismo en crisis.

Los resultados finales de las elecciones del 2013 mostraron que, de haberse constituido una alianza electoral entre el PL, LIBRE y el PAC de Salvador Nasralla, se hubiesen logrado más del 62% de los votos. Era evidente, que el Partido Nacional, siendo una gran minoría, mantenía su hegemonía con base a la dispersión de la oposición, el colaboracionismo del Partido Liberal y fomentando la abstención.

1.2.- Las fraudulentas elecciones del 2017

En 2017, cuando JOH ya había sentado las bases de su dictadura, con la colaboración del Partido Liberal y los diputados del PAC que ya se habían sumado al proyecto de la dictadura, la oposición pretendió superar el grave error del 2013, y se conformó la Alianza de Oposición contra la Dictadura compuesta por LIBRE, y el Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD), quedando por fuera el Partido Liberal conducido por Luis Zelaya. Nasralla fue el candidato presidencial. No obstante, Nasralla ya había perdido la dirección no solo de los diputados del PAC sino que también los sellos del partido, que hábilmente se los ganó la nueva corriente dirigida por Marlene Alvarenga, aliada del Partido Nacional.

El abstencionismo fue del 40.48 % y significó la cantidad de 2,570,454 personas que no votaron. Al momento del conteo de votos, el sistema se cayó sospechosamente centenares de veces, el resultado del fraude electrónico fue que el Partido Nacional impuso la ilegal reelección de Juan Orlando Hernández con un 42.95 % (1,410,888) de los votos válidos; en segundo lugar, la alianza entre el Partido LIBRE, Salvador Nasralla y el PINU con el 41.42 % (1,360,442); en tercer lugar, el Partido Liberal con Luis Zelaya como candidato y un 14.74 % (484,187).

La diferencia entre JOH y Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición, fue a penas de 50,446 votos. Hubo una rebelión de masas, Honduras entró en una grave crisis política y convulsión social durante varios días, prácticamente se bloquearon todas las calles, principalmente en los principales centros urbanos como Tegucigalpa y San Pedro Sula.

En el año 2017 se produjo la unidad entre el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), el PINU y Salvador Nasralla que ya se encontraba sin partido político, Luis Zelaya se negó a ser parte de la alianza, justificándose en que no aceptaba la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente, favoreciendo la inconstitucional reelección de Juan Orlando Hernández. Hubo fraude electrónico, el pueblo salió a pelear contra el fraude electoral, pero en pocos días Nasralla terminó claudicando a la presión norteamericana, y aceptó en los hechos los resultados fraudulentos.

Esta amarga experiencia no debe pasar desapercibida, porque el problema central no es unificar a la oposición, sino que ésta luche de manera consecuente, y no deje a las masas abandonadas a su suerte en la lucha callejera.

Después que se impuso el fraude electrónico, nuevamente el Partido Liberal salió al rescate del Partido Nacional. La sumatoria de votos de la Alianza de Oposición y los votos del Partido Liberal, sumaban el 56% de la votación total, contra el 42,95% del Partido Nacional. Y volvió a ocurrir el mismo espectáculo del 2013 dentro del Congreso Nacional: el Partido Nacional subió a 61 diputados, LIBRE obtuvo 30 diputados, el Partido Liberal obtuvo 26, PINU-SD obtuvo 4, el Partido Alianza Patriótica obtuvo 4 diputados, y otros 4 diputados distribuidos entre partidos minoritarios.

2.- El abyecto colaboracionismo del Partido Liberal

El golpe de Estado del 2009 fue una conspiración entre diversos grupos de poder, avalados por Estados Unidos. Sin embargo, para darle una mascarada de “sucesión constitucional” el Partido Liberal tenía que aparecer al frente con Roberto Micheletti en el poder ejecutivo y Alfredo Saavedra en el Congreso Nacional. Desde entonces, utilizando el argumento burdo e idiota de la “gobernabilidad”, el Partido Liberal siempre ha salido al rescate del Partido Nacional, permitiendo que JOH instaurarse una sofisticada dictadura.

En las elecciones del 2013 y 2017, el Partido Liberal pudo haber contribuido a crear un polo opositor, junto a la otra corriente liberal de LIBRE y otros partidos, pero no lo hicieron porque prefirieron usufructuar miserables cuotas de poder y ser comparsas de la corrupción institucionalizada.

Los diputados del Partido Liberal han apoyado prácticamente el 100 % de las leyes aprobadas en el Congreso y muy rara vez decidieron detener alguna ley. Con el triunfo de Luis Zelaya en las internas del 2017 muchos creyeron que se fortalecería el rol opositor del PLH, pero el espejismo se disolvió rápidamente al negarse a formar parte de la Alianza de Oposición que encabezó Salvador Nasralla.

El voto duro del Partido Liberal culpa a Luis Zelaya de la baja votación del 2017, y mantiene la leve esperanza de que el partido puede reponerse y vencer finalmente al PN. El banquero Yani Rosenthal, quien acaba de purgar una leve condena en Estados Unidos, por lavado de dinero del narcotráfico, regresó a Honduras, y los primeros resultados de las elecciones internas de este año lo perfilan como ganador de la nominación presidencial, derrotando a Luis Zelaya.

3. El agotamiento de la narco-dictadura de Juan Orlando Hernández

Indudablemente, el golpe de Estado del 2009 no solo cambió la situación política de Honduras, invirtiendo los roles dentro del bipartidismo en crisis, abriendo un periodo de hegemonía del Partido Nacional (PN), sino que también agudizó la crisis económica y la descomposición social, con sus secuelas de hambre, miseria, violencia criminal y migración.

La hegemonía del Partido Nacional y el colaboracionismo abyecto del Partido Liberal han dado como resultado un régimen dictatorial en los últimos 12 años (2009-2021), directamente involucrado en escandalosos casos de corrupción (IHSS y otros) y muchos de sus altos funcionarios, incluidos Porfirio Lobo, Juan Orlando Hernández y su hermano Tony Hernández (quien acaba de ser condenado por un tribunal norteamericano), vinculados a actividades del narcotráfico.

En los últimos años se han descubierto las redes del narcotráfico y crimen organizado dentro de Honduras, vinculadas, no solo al Partido Nacional, sino también al Partido Liberal. Recientemente un fiscal de Nueva York volvió a mencionar directamente a Juan Orlando Hernández de estar vinculado al narcotráfico. ¿Por qué entonces los Estados Unidos se hacen de la vista gorda? Porque mientras Juan Orlando Hernández cumpla con el libreto diseñado, tiene garantizado algún nivel de protección temporal.

Con la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, y el impulso de nuevas políticas de contención de la migración, basadas en el combate a la corrupción, el margen de maniobra de JOH se reduce. El Partido Nacional trata de mantener su hegemonía, impulsando nuevas figuras como Tito Asfurah, alcalde de Tegucigalpa, que reemplacen al desgastado y debilitado JOH, quien ya cumplió su papel de modernizar el aparato represivo del Estado.

4.- Crisis y desgaste de LIBRE

Desde su fundación en 2011, el partido LIBRE representa una corriente liberal radical que tiene su base social en sectores sindicales y populares, agrupando a los dirigentes más representativos. A pesar del control de Mel Zelaya como caudillo indiscutible, una buena parte de la izquierda de Honduras todavía participa dentro de LIBRE. La división del poderoso liberalismo hondureño posibilitó, en cierta medida, que el Partido Nacional impusiera su hegemonía. No obstante, LIBRE no ha podido atraerse al otro sector del liberalismo, y al conjunto de las masas populares, en una estrategia común para derrotar electoralmente el Partido Nacional.

Si revisamos las estadísticas electorales, LIBRE obtuvo el 28,78% de la votación en las elecciones del 2013, subió la votación hasta el 41,42% al presentar la candidatura presidencial de Salvador Nasralla en 2017, pero a nivel de las diputaciones obtuvo 37 diputados en 2013 y bajó a 30 en 2017.

El origen del desgaste de LIBRE reside en que no tuvo una política para conquistar a la mayoría de la población, y toda su estrategia se redujo a obtener cuotas en los procesos electorales, abandonando la movilización y la lucha popular, incluida la bandera de la Asamblea Nacional Constituyente.

5. Del bipartidismo en crisis al tripartidismo.

Desde el fin de la dictadura militar en 1981-1982 en Honduras se ha instaurado un débil régimen democrático burgués, asentado en el bipartidismo, primero con la hegemonía del Partido Liberal y después del golpe de Estado del 2009, asentado en la hegemonía del Partido Nacional.

Bajo esta débil democracia burguesa ha florecido la corrupción generalizada y las actividades del narcotráfico. Los partidos políticos forcejean sus cuotas de poder manipulando sus bases clientelares. En un país de extrema pobreza como Honduras, ha florecido el arribismo y el oportunismo. Las elecciones se han convertido en una inmensa lotería donde se rifan los cargos públicos, los puestos de trabajo y los privilegios materiales. Por esta razón, la decepción de las masas populares se convierte en apatía y en un creciente abstencionismo.

El régimen dictatorial de JOH se basa no solo en la hegemonía del Partido Nacional y el colaboracionismo del Partido Liberal, sino también en las graves omisiones de LIBRE que al final ha caído en la dinámica de pelear cuotas de poder, convirtiéndose en un partido más del sistema, que a veces protesta en las calles pero que no rompe radicalmente con el nuevo tripartidismo. Esta adaptación al sistema tripartidista se manifiesta en que LIBRE no logra agrupar a la mayoría de la población para romper los obstáculos institucionales creados precisamente para perpetuar la continuidad del Partido Nacional en el poder. La única manera de destruir esos mecanismos, es a través de la movilización popular, pero en las fases críticas siempre LIBRE termina retrocediendo, cediendo, adaptándose al nuevo sistema, peleando una cuota de poder.

La proliferación de nuevos partidos políticos, diminutos en relación a los tres partidos principales, aunque refleja el ejercicio de un derecho democrático, en el fondo está diseñada para que el descontento popular se canalice por otros cauces, fragmentando el voto opositor en relación al voto cautivo de la clientela electoral del Partido Nacional, Partido Liberal y LIBRE

En el 2018, los diputados de LIBRE realizaron una “insurrección legislativa”, de varios días, no para pelear en las calles la segunda vuelta electoral, sino para obligar al Partido Nacional a negociar el nombramiento de sus militantes en tres instituciones: Rixi Moncada como magistrada del Consejo Nacional Electoral (CNE), Óscar Porfirio Rivera como Director del Registro Nacional de las Personas (RNP) y Eduardo Enrique Reina como magistrado del Tribunal de Justicia Electoral (TJE).

Conquistar cuotas de poder no es criticable, lo cuestionable es que toda la estrategia de LIBRE se reduce a conquistar espacios electorales, mientras la dictadura del Partido Nacional juega con los diferentes partidos.

6.- Abstencionismo y elecciones internas

Una manifestación clara de la crisis del sistema político en Honduras, es que en las últimas cuatro elecciones generales la abstención se mantiene en alrededor del 50%. La abstención refleja el hartazgo de una población que ha dejado de creer en los viejos partidos políticos, o en los nuevos partidos que reproducen los mismos vicios de corrupción y antidemocracia. Otro aspecto que incide en la enorme abstención son los continuos fraudes electorales que han permitido legalizar la hegemonía del Partido Nacional y su continuidad en el poder. En términos generales, desde el 2008 hasta la fecha, la abstención en las elecciones internas ronda el 50%, es decir, la mitad de los hondureños no participan en los mecanismos para decidir quiénes pueden ser candidatos, a la abstención hay que agregar la votación en blanco y los votos nulos que rechazan aún más, el sistema electoral burgués.

El pasado 14 de marzo, bajo una pavorosa crisis económica, las secuelas mortales de la pandemia y la tragedia de los huracanes ETA e IOTA, se realizaron las elecciones internas, que definen las candidaturas para las elecciones generales del 29 de noviembre del 2021.

En estas elecciones internas participaron los 3 partidos mayoritarios de Honduras: el Partido Nacional (PN), Partido Libertad y Refundación (LIBRE) y el Partido Liberal de Honduras (PLH).

Resultados de las cuatro últimas elecciones primarias

2008

2012

2017

2021

Abstención

62,79%

54,9%

56%

Partido Liberal

627,002

620,779

700,861

309,086

Partido Nacional

656,434

982,437

1,378, 770

533,183

LIBRE

------

563,162     

(solo diputados)                     

561,825

198.010

El Boletín No 3 emitido el 19/03/2021 por el CNE proporciona datos preliminares que marcan una tendencia que probablemente, con algunas pequeñas modificaciones, sea definitiva.

Dentro del Partido Liberal, la candidatura presidencial fue disputada por tres corrientes: 1.- El movimiento “Yanista” encabezado por el banquero Yani Rosenthal obtuvo 148,075 votos; 2.- el movimiento “Recuperar Honduras”, encabezado por Luis Zelaya, obtuvo 81,980 votos; y 3.- el movimiento “Esperanza de Honduras” encabezado por Ángel Darío Vanegas, obtuvo 42,0471 votos.

La fragmentación del Partido Liberal en tres fracciones es más que evidente: la sumatoria de los movimientos de Luis Zelaya y Ángel Darío Vanegas suman 124,027 votos, que le pisan los talones a Yani Rosenthal. Sin embargo, la afinidad de Darío Banegas es con Yani Rosenthal, lo cual deja en una posición muy debilitada a Luis Zelaya.

Dentro del Partido Nacional, el movimiento “Unidad y esperanza” que lidera Tito Asfurah, alcalde de Tegucigalpa, se perfila como el indiscutible ganador con 325,992 votos, por encima del movimiento “Juntos Podemos” que lidera Mauricio Oliva, quien obtuvo 123,976 votos. Con esta votación se rompe la tradición dentro de los nacionalistas, como ocurrió con Porfirio Lobo y el propio Juan Orlando Hernández, que el presidente del Congreso era seguro candidato a la presidencia.

Dentro del Partido LIBRE, la candidatura de Xiomara Castro, esposa de Mel Zelaya, apoyada por 6 movimientos internos (M28, FRP, POR, Somos, Pueblo Libre y AAAMEL) obtuvo 143,318 votos, por encima del movimiento “5 de Julio” que lidera Nelson Ávila, quien obtuvo 21,846 votos; por encima del movimiento “Nueva Corriente” que lidera Carlos Reina, quien obtuvo 8,968 votos, y por encima del movimiento “Honduras Libre” que lidera Wilfredo Méndez, quien obtuvo 8,708 votos.

La reducción en la cantidad de votos en estas elecciones internas eventualmente se debe a las condiciones creadas por la pandemia, pero también es muy probable que, producto de la crisis y la desesperación popular, haya crecido el abstencionismo y la apatía.

7.- Recuperar el espíritu de 1954

El pueblo no debe mal gastar energía en desangrarse en una inútil carnicería electoral que solo beneficia a la consolidación del Partido Nacional y al grupo de corruptos y narco traficantes ligados a Juan Orlando Hernández. No vale la pena gastar palabras en hacer señalamientos dentro de la oposición misma, a estas alturas, la gran mayoría tienen techos de vidrios.

El fenómeno más preocupante es que, a raíz del golpe de Estado del 2009, los sindicatos y organismos populares se han debilitado enormemente, y sus dirigencias, para sobrevivir, han tenido que refugiarse en el sistema tripartidista, siendo cooptadas por los partidos políticos actuales.

La baja participación electoral en las recientes elecciones internas, nos indican claramente que el descontento y la desconfianza popular puede ser el preludio de nuevos estallidos sociales. Si bien es cierto que debemos de aprovechar cualquier resquicio democrático para organizar e impulsar las luchas populares, esto no es lo que está ocurriendo en Honduras, sino todo lo contrario. Mientras Honduras vive una de las crisis económicas más brutales de su historia, las luchas de los trabajadores han cesado, y la mayoría de las dirigencias sindicales y populares que sobreviven han entrado al juego electoralista.

Llamamos a la vanguardia sindical y popular a reflexionar sobre la grave crisis de Honduras, a reagruparnos con criterios independientes, a construir en conjunto una alternativa revolucionaria independiente que organice y movilice al pueblo para terminar con la actual narcodictadura del Partido Nacional. Debemos recuperar el espíritu de lucha de la Huelga General de 1954, cuando los trabajadores y el pueblo lograron las principales conquistas laborales y democráticas, que hoy nos las están arrancando.

 

Centroamérica, 20 de marzo del 2021

 

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)

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