Por Marcelo Colussi

Luego de casi dos meses de toma, la Universidad de San Carlos de Guatemala se encamina a un proceso de replanteamiento en su situación general. Se ha abierto ahora un espacio inédito, desconocido durante décadas en el Alma Mater: se habla de un próximo Congreso de Reforma Universitaria.

El proceso vivido durante el tiempo de la toma fue difícil, tenso, no exento de contradicciones. Lo conseguido como producto de esa lucha es un nuevo espacio que pone en marcha (o podría poner, al menos) en cuestionamiento toda la estructura de la universidad de San Carlos, la única pública del país, por cierto la más grande y prestigiosa, ganada cada vez más por una ideología neoliberal y por actitudes políticas mafiosas en su funcionamiento. ¿Qué dejaron estos dos meses de toma? Para sectores conservadores de derecha: sólo tiempo perdido y la reiteración que esta universidad sigue siendo una “cueva de bochincheros y alborotadores”. En la antípoda, para algunos sectores de izquierda: muy poco, porque lo obtenido es ínfimo en relación al esfuerzo desplegado, llegándose incluso a considerar que la agrupación EPA (Estudiantes por la Autonomía) se doblegó y “negoció” con las autoridades universitarias o, en el mejor de los casos, tuvo un manejo ingenuo, permitiendo el avance de las propuestas conservadoras.

Evaluar el proceso actual no es fácil, por lo complejo de la situación. Más allá de todo lo que se diga, no hay ninguna duda que el grupo EPA tiene el mérito de haber levantado la voz en relación a una situación a todas luces desastrosa que vive la universidad pública. Lo que pueda suceder con la tricentenaria de aquí en más es responsabilidad de la comunidad universitaria en su conjunto (estudiantes, profesores, graduados y personal no-docente), y no sólo del grupo que impulsó la toma. Pero para evaluar con claridad la situación actual entendemos que lo mejor es darle la palabra a los protagonistas mismos de todo esto: dos de los fundadores y activistas del grupo EPA: Sandra Xinico y Alejandro Mejía, ambos estudiantes de Antropología, quienes en diálogo abierto y transparente plantean su lectura de la coyuntura de la Carolingia y sus perspectivas futuras.

Después de casi dos meses de haberse mantenido cerrada la universidad, ahora que se retomaron las actividades y se habla de un próximo proceso de Reforma Universitaria, ¿cómo evalúan ustedes lo actuado y qué perspectivas de futuro ven?

Respuesta: Ahora, ya más tranquilos y tratando de evaluar todo lo que sucedió, podemos decir que con la toma de la universidad, hasta el momento en que la llevamos adelante, eso era todo lo que podíamos hacer. Lo que logramos era todo lo que se podía, dadas las condiciones en que nos desenvolvíamos. Hay que tener en cuenta que hubo siempre un clima adverso hacia los estudiantes de EPA dado, básicamente, por la prensa; y también hay que considerar que el Consejo Superior Universitario contaba con numerosos recursos para manipularnos. Debe quedar claro que la toma de la universidad no era un fin en sí mismo sino un medio para lograr abrir un escenario nuevo. Y eso se logró. Creemos que nuestra lucha sirvió para abrir una nueva situación con la que seguir la lucha dentro de la universidad; para eso sirvió la toma. Definitivamente no podíamos ir más allá de lo que se logró, porque era un momento de mucha, muchísima presión. Lo que evaluamos luego de la toma es que se abrió un espacio de discusión, de debate, de cuestionamiento y crítica, y es allí donde puede caber el planteamiento de una reforma universitaria.

Hay dos aspectos importantes que se consiguieron con la medida de fuerza: por un lado, se está llevando una mesa de trabajo que está viendo una iniciativa de ley para revisar la situación de las Juntas Directivas dentro de la universidad. Ese es un aspecto muy importante: todo lo que tiene que ver con el gobierno universitario. Y junto a eso hay una segunda mesa que está preparando las condiciones para el futuro Congreso de Reforma Universitaria. EPA, como grupo promotor de estas reformas que podrán venir, está dentro de esas mesas de trabajo en estos momentos: tres compañeros en la de preparación del Congreso, y dos en la de iniciativa de ley. En ambas mesas estamos trabajando para sentar las bases firmes sobre las que se va a desarrollar el Congreso de Reforma Universitaria. Tenemos muchas desventajas, porque desde el momento en que se reabrió la universidad y se volvió a la normalidad anterior, nosotros como grupo quedamos bastante golpeados, cansados, agotados diría. Por eso fue que no pudimos hacer una difusión de todo lo que se había logrado como hubiéramos querido hacerlo. Los acuerdos que se lograron quizá no llevan todo lo que hubiéramos deseado; estábamos agotados. Ya se habían consumado las elecciones, que fueron el disparador de toda la medida, y eso nos golpeó bastante. Además estaba el peligro constante de una intervención policial en la universidad, y el temor ante posibles hechos de violencia también nos fue agotando. Sin dudas que quedaron vacíos dentro de los acuerdos alcanzados; eso lo reconocemos. Pero valoramos todo lo hecho como muy positivo, porque de no haberse dado la toma y todo el proceso que llevamos adelante, ahora sería imposible estar hablando de la posibilidad de una reforma. En ese sentido creo que lo hecho fue positivo.

Algunos sectores desde la izquierda llegaron a decir que los acuerdos que dieron fin a la toma fueron demasiado “suaves”, que no se rescató el espíritu que impulsó los dos meses de lucha. ¿A qué atribuyen ustedes que hayan salido como salieron esos acuerdos? Hubo quien dijo, mal informado quizá, o malintencionadamente, que EPA “se vendió”, que se quebró al final. ¿Qué dirían de eso?

Respuesta: La universidad de San Carlos hace tiempo que viene decayendo, y se llegó a un momento de crisis generalizada, fundamentalmente porque se abandonó su verdadero proyecto académico (eso es lo que menos interesa a su interior) y todo quedó en manos de manejos corruptos y mafiosos. Ante esa crisis fenomenal surge EPA, y aparece nuestra movilización. La toma del campus durante 54 días no podía resolver todos estos aspectos negativos que vinieron acumulándose por años. Hubo quizá quien tuvo expectativas demasiado grandes en relación a lo que se podía lograr con nuestra medida de fuerza. Pero tiene que quedar claro que con dos meses no se podía poner en marcha de nuevo a un movimiento estudiantil que viene desmovilizado desde hace años. Si desde algunos de esos sectores de una izquierda más tradicional se esperaba que toda la universidad nuevamente se movilizara y se pusiera en pie de lucha como sucedió años atrás, pues las cosas ahora son distintas: el contexto nacional e internacional es otro, los estudiantes son otros. Todos esos son elementos que jugaban en contra de lo que EPA podía conseguir con la toma. Por eso creemos que lo que se consiguió es mucho, es un gran producto. Muchos compañeros, por las terribles presiones que atravesábamos, salieron golpeados. También nosotros queríamos algo más profundo, pero luego nos fuimos dando cuenta que no había espacio para profundizar más la lucha, dadas todas estas condiciones que mencionaba. Lo que deseamos es que el movimiento sea para todas y todos los estudiantes, que crezca, que se desarrolle, pero también creemos que en esa lucha deben sumarse otros sectores de la universidad: los docentes y los trabajadores no-docentes. Ante los años y años de silencio y desmovilización que ha sufrido todo el movimiento estudiantil, y la sociedad en su conjunto, nuestra lucha al menos volvió a poner en agenda estos problemas.

No hay dudas que ese silencio, esa desideologización responde a una derrota que ha sufrido el movimiento popular en los últimos años. Las democracias que vivimos hoy en día no sirven para recuperar todo el terreno perdido. Y esta desideologización, esta falta de interés por los temas políticos lo evidencian. Si algún sector de la izquierda pensaba que con la toma ya se ponía de nuevo en pie de lucha todo el movimiento estudiantil tal como fue años atrás, eso no es ni puede ser así. En estos momentos el estudiantado está lejos de marcos ideológicos de transformación social y de luchas democráticas como tuvo años atrás. No hay que olvidarse eso, porque es en ese contexto que nace EPA. Además, EPA es un grupo muy pequeño comparado con toda la población estudiantil, y muy heterogéneo además. En realidad nació ante la crisis que se vive hoy día a lo interno de la San Carlos, porque el sentir estudiantil y su sentido de protesta nunca desaparecieron del todo. Ante ese panorama haber logrado un espacio para poder continuar la protesta creemos que es un gran logro. Además, vemos que es imprescindible un cambio dentro de la institución universitaria. Pero no hay que confundirse: lo que sucede en la universidad es producto de todo lo que sucede a nivel general en la sociedad. El neoliberalismo que ha llegado con tanta fuerza, el espíritu conservador y de desmovilización están en todas partes, y no sólo en la universidad.

La comunidad universitaria en su conjunto: catedráticos, alumnos, graduados, personal no-docente ¿cómo está respondiendo en este momento en relación al llamado a un Congreso de Reforma?

Respuesta: Estamos en un momento difícil, complicado. La población estudiantil, a estas alturas del año, está terminando prácticamente las clases, por lo que se encuentra muy desestructurada, muy desorganizada. Hay mucha presión para terminar el semestre, como sea, pero se tiene que terminar. Creemos que las asambleas generales, tanto de estudiantes como de profesores, deberían ser los elementos más importantes para discutir todo esto y para tomar decisiones trascendentales, pero en este momento todo se complica porque, en general, la gente está queriendo terminar el semestre y eso es lo único que interesa. Ante esa circunstancia se hace muy difícil convocar y lograr aglutinar a toda la población de la universidad. Al finalizar el año se juntan muchas actividades, para todos: para los estudiantes, por tratar de cerrar sus clases, las autoridades viendo el presupuesto próximo; es decir: hay muchos factores que complican la situación para discutir con tranquilidad todo lo que está pendiente. Por eso, lo que más nos interesa a nosotros como EPA es poder dejar conformadas esas dos mesas para organizar el Congreso para el año que viene. Lo que vemos es que toda la movilización que pusimos en marcha ahora trajo algunos procesos de cambios en algunas unidades académicas, que comenzaron a criticar a sus autoridades, a revisar críticamente algunos puntos de su trabajo, de querer ver más en profundidad qué está sucediendo en la universidad. De todos modos, con esa panorama a la vista se nos ha hecho bastante difícil informar bien qué sucedió con los acuerdos, difundir claramente cómo están las cosas y cuál es nuestra posición. Además cada uno de nosotros, como alumnos, debimos volver a las aulas, y eso implica tiempo y esfuerzo, naturalmente. Nuestra intención es difundir lo más ampliamente que se pueda la situación actual, por eso puede ser tan importante aprovechar una entrevista como ésta; queremos difundir dentro de la comunidad universitaria y también hacia afuera, para hacer saber cómo está el procedimiento que se está llevando a cabo. No es que EPA ya no exista más; lo que queremos dejar en claro es que ahora estamos trabajando para darle forma al cambio, pero trabajamos de otra manera. La medida de fuerza de EPA fue necesaria en un momento, pero eso siempre fue considerado sólo un medio, una herramienta para llegar al momento actual. Ahora, todo lo que se viene nos rebasa y debe ser la comunidad universitaria en su conjunto la que debe continuar.

Creemos que debe haber cambios profundos en la estructura misma de la universidad; hoy día vivimos una estructura de jerarquización muy grande, y creemos que el estudiantado debe ser más tenido en cuenta en sus propuestas, en su forma de proponer soluciones. Ahora le apostamos al nuevo semestre para seguir impulsando todas estas medidas, estas críticas: hay que continuar y fortalecer el proceso de politización del estudiantado.

Para el 21 de enero tenemos que tener terminado el trabajo de estas mesas que están funcionando ahora. Pero sabemos que todo esto es un proceso lento, complejo, y por fuerza tiene que tener la participación de la mayor cantidad de gente posible. Y en ese sentido los tiempos no tienen que ahogarnos; es preferible ir y lento pero logrando cosas con seguridad. Y si es necesario modificar alguna fecha contenida en los acuerdos, es mejor hacerlo si así logramos una mayor profundización de los debates. De todos modos, vamos a tratar que no se alarguen innecesariamente los procesos, porque en definitiva eso desmoviliza, desmotiva.

¿Para qué fecha se está pensando el Congreso?

Respuesta: Aún no tenemos fechas específicas. Lo que queremos es desarrollar un estudio diagnóstico previo que sirva para determinar el estado real de la universidad. Tenemos que conocer exactamente cuáles son todos los vacíos que hay en estos momentos en la institución, para llegar con ese conocimiento al Congreso. No sabemos cuánto tiempo podría tomar ese diagnóstico, pero sin dudas va a tomar algunos meses, lo máximo unos seis. De ahí que estamos pensando que el Congreso pudiera tener lugar en el segundo semestre del año que viene. Lo que sí nos parece muy importante es definir exactamente la naturaleza misma de este Congreso, atendiendo a lo que nos arroje el diagnóstico y a las particularidades de cada unidad académica. En realidad le apostamos a que ese Congreso sirva para transformar la institucionalidad de la universidad y democratice a lo interno la vida de todos los miembros. Es decir: que sirva para darle participación genuina a todos los sectores que componen la institución, y que oriente también el quehacer científico, la producción de conocimiento que aporte realmente a la sociedad. En otros términos: que sirva para abrir una verdadera crítica a los modelos neoliberales con que se ha venido moviendo estos últimos años. Lo más probable es que no logremos todos esos cambios con un Congreso, porque por supuesto la universidad responde a un tipo de sociedad, a un modelo de país, no es una isla perdida.

¿Y cómo ven ustedes las posibilidades reales de cambio en una universidad hoy por hoy tan derechizada, tan ganada por los discursos y las prácticas neoliberales, una universidad con tan altos niveles de corrupción como los que pareciera que existen? ¿Qué y cómo será posible cambiar algo de todo eso?

Respuesta: Ante todo, creemos que es necesario un cambio, por eso nos lo estamos planteando. Pero sabemos que mover algo dentro de una estructura tan complicada, donde hay mafias con enormes cuotas de poder, eso va a ser difícil. Por eso, siendo realistas, más allá de lo que se pueda lograr cambiar de verdad, sabemos que estamos aún muy lejos de la universidad que queremos. Estos grupos conservadores con sus prácticas corruptas que están tan metidos en la estructura de la universidad seguramente no se van a ir; no creo que los podamos quitar así tan fácilmente. Para cambiar esos grupos de poder, que no están sólo en la San Carlos, tenemos que plantearnos cambios mucho más generales, mucho más profundos. Y sabemos que cambiar cosas profundas en nuestro país es tremendamente difícil, porque esos grupos de poder, ante cualquier pequeña transformación, reaccionan siempre en forma violenta. Por eso ahora nos planteamos algunos pequeños cambios en la universidad, porque sabemos hasta dónde podemos avanzar en estos momentos.

Ahora necesitamos ir dándonos un trabajo de hormiguita, de abajo, con todas las bases. Y además, sabiendo que para fortalecer cualquier proceso de cambio, nunca se puede transformar con una sola institución, porque eso es una isla, siendo imposible que cambie esas institución sola. Sabemos, además, que cuando se intenta desarrollar un trabajo político de este tipo, de base, lento y buscando la organización a largo plazo, puede haber respuestas violentas de parte de los grupos que se podrían ir viendo afectados.

A propósito: a la vuelta de ustedes como estudiantes a sus respectivas clases, ¿tuvieron problemas, sufrieron algún tipo de ataque, de represalias?

Respuesta: Personalmente, nosotros no. Pero sí hemos sabidos de algunos compañeros en Ciencias Económicas, en Derecho, que han tenido algunos problemas. Con las autoridades universitarias mantenemos ahora algunos roces, hay cierta tensión. Pero lo que sí hay que mencionar es que no todas las unidades académicas respetaron los tiempos pactados en los acuerdos, y por lo tanto en muchos casos estuvieron tomando medidas que iban en contra de todos los estudiantes, no sólo los de EPA.

Recién ahora están comenzando a desarrollar una estrategia comunicacional respecto a los acuerdos obtenidos y a cómo siguen las cosas. ¿Por qué no lo hicieron antes, apenas terminada la toma de la universidad?

Respuesta: Porque no nos fue posible. Realmente quedamos agotados luego de los 54 días de toma. Y tener que cambiar rápidamente de ritmo, de escenario, volver a clases y a todas las actividades normales, fue un proceso muy complicado para todos los miembros de EPA. Y además de todas esas complicaciones, no tuvimos la energía suficiente como para darnos inmediatamente a la tarea de comunicar a toda la población los acuerdos alcanzados. Eso no es fácil, para nada; implica una estrategia bien concebida, bien articulada, que hay que poner en marcha, apoyar, alimentar. Todo eso demanda un gran esfuerzo. Pero estamos conscientes que es de vital importancia que todo el mundo conozca y se apropie de los acuerdos, tanto en la universidad como en todos los sectores de la sociedad. Eso, creemos, va poder involucrar a más gente en el mediano plazo. Por eso lo vemos tan importante, porque los medios de comunicación, una vez reabierta la universidad, se desligaron por completo del problema de la San Carlos. La universidad dejó de ser noticia, y las causas que motivaron la toma ya ni se volvieron a mencionar. Pero aunque todo esto no aparezca en la prensa comercial, creemos que es imprescindible que se siga conociendo acerca de la situación que vive la USAC, que aunque ahora está abierta, no ha cambiado en nada sus problemas estructurales, que fueron los que originaron el nacimiento de EPA y la recién finalizada medida de fuerza.

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