Por Juan P. Castel

Un año ha pasado vertiginosamente entre la desmovilización y uno que otro foco espontáneo de protesta estudiantil,  sin un balance claro de lo ganado, lo perdido y lo que se ha demorado en el vaivén de los días del estudiantado sancarlista; no  sería otra cosa que recaer en el sentir de grupo o facción, tan prolongado por su origen de clase en el comportamiento de las organizaciones estudiantiles (Asociaciones, Comités de Huelga, Colectivos, Frentes y plataformas estudiantiles de todo tipo) que se desenvuelven en el ámbito de representación universitaria. Serían también intentos facilones los de endosar toda culpa  de lo demorado en el restablecimiento pleno de la democracia estudiantil, así como cualquier logro o victoria parcial del movimiento estudiantil universitario en Guatemala, al grupo que actualmente administra, –porque no ejerce– la dirección del movimiento universitario, el más grande y concentrado de la patria centroamericana.

Por esto mismo, trataré de dibujar las situaciones concretas en que la lucha estudiantil, así como su representación ha dado salto de calidad  y en otros, en los que, en detrimento de la independencia misma del movimiento estudiantil han retrocedido o han perdido parciamente un combate contra las estructuras mafiosas y político-partidistas  de carácter nacional. Éstas buscan en este periodo (2017-2018) asaltar las representaciones estudiantiles en todos los grados y niveles, así como en la mayoría de las unidades académicas (facultades, escuelas y centros regionales) posibles, entrando al año preelectoral donde dejara réditos tener fichas serviles en la única universidad pública del país.

Las primeras elecciones después 19 años

Es innegable que la restitución del proceso electoral después de 19 años de ausencia parcial o total de procesos democráticos fidedignos para la elección de  la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), más que un logro parcial para este o aquel grupo o camarilla (Frente Estudiantil) que se ha hecho con la administración temporal (2017-2019) de la máxima dirección política del estudiante universitario, es antes que nada, una victoria para todo el movimiento estudiantil en Guatemala; victoria para enfatizar el papel del Consejo Electoral Universitario (CEEU) que llevó a buen puerto la primera elección después de tanto tiempo y del Consejo Consultivo Estudiantil Universitario (CCEU) que convocó al electoral para ejecutar un proceso electoral desconocido por su desvanecimiento para la mayoría de la población universitaria durante casi dos décadas. Esto, aunque nos quieran engañar y el engaño sirviera momentáneamente para que el grupo ganador tratara de validarse, solo durante los primeros meses ante la opinión pública (prensa), que no es la opinión que la mayoría del estudiante tiene hoy sobre su actuación, ni siquiera la opinión mayoritaria dentro de la porción de la población estudiantil que les ha votado. Insisto que todo lo logrado es antes que nada regresar a la democracia, aunque esta sea imperfecta, siempre es mejor que estar en la sombra del fraude y de la violencia mafiosa con la que tuvieron que luchar las generaciones anteriores a las nuestras.

Indiscutible es también, a pesar del pesimismo propio de los que viven entre la esperanzas ciegas del momento y el hundimiento periódico de las buenas intenciones que sostienen a estas últimas, que la lucha incansable de las generaciones que van desde el año 1998 –última elección democrática para la AEU– hasta la de 2017 logró capitalizar toda la tradición de lucha y resistencia contra la banda mafiosa que usurpó y sigue aun usurpando algunas de las representaciones del poder estudiantil en diferentes ámbitos y niveles. Estos espacios son las asociaciones de estudiantes cooptadas en las facultades y escuelas (Económicas, Humanidades, Bellas Artes, EFPEM y ECTAFIDE y en comités de huelga anti-populares y cuasi paramilitares en varias de estas unidades académicas), así como los puestos de representación en consejos directivos y en comisiones de carácter nacional… puestos que la actual AEU no ha recobrado o simplemente no les importa recobrar. Por poner un ejemplo: la voz y el voto del estudiante ante la Comisión de Transportes Municipal, que velaría en los hechos por el respeto a los intereses de la masa estudiantil en el ineficiente y casi inexistente trasporte público que usan diariamente cientos de miles de estudiantes para asistir a la única universidad pública del país.

El carácter cualitativo de la democracia

Cabe recordar que los mafiosos de la ilegal comisión transitoria, así como de sus espurios comités de huelga, se ufanan continuamente que la actual AEU, electa democráticamente no representa a ningún sector estudiantil importante y que carece del apoyo de la comunidad estudiantil. Claro, esto lo hacen después de que la actual AEU ha perdido torpemente la aureola de esperanza que la mayoría del estudiantado les concedió como la primera representación democrática después de 19 años de usurpación mafiosa. Este respaldo fue generalizado incluso entre los grupos y votantes que no les apoyaron durante la elección pero que acudieron en los días posteriores a acuerpar la democracia que renacía; sin mencionar el adalid artificial que de ellos se hizo la prensa burguesa al inicio para hacerles parecer lo que nunca fueron (una representación independiente de las agendas de las ong`s parasitarias y de sectores empresariales advenedizos con intereses gremiales sectarios al estudiante y a la población guatemalteca en general), como otro de los  artilugios publicitarios de la novedad del momento, que poco a poco perdió interés para todos, incluso para el sector a quien se debían desde el inicio: el estudiantado.

Pero hagámosle justicia a la verdad, recordemos que para la elección de 2017 que se celebró el 19, 20 y 21 de agosto votaron un poco más de 16 mil estudiantes para un padrón de un poco más de 140 mil estudiantes registrados en el Campus Central de zona 12, Paraninfo Universitario y Centro Universitario Metropolitano (CUM) que podían ejercer su voto para la AEU. Esto quiere decir que votó un poco más del 10% de los estudiantes habilitados para votar; esto es un logro, desde el año 2000 votaron acarreados o simplemente no se celebraban elecciones, ni por asomo de los mafiosos de parecer representativos de algo o de alguien. Luchar contra la apatía nunca es tarea fácil, pero eludirla ha sido el mayor error de la actual AEU, incluso dándoles posiciones ganadas por el estudiante a los mafiosos, que el estudiante mismo expulsó por medio de las elecciones.

De los 16 mil estudiantes que acudieron a dar su voto para ver restituida la democracia, un poco más de 6 mil estudiantes apoyaron al proyecto ganador. Con esto se repiten los males de la democracia cautiva de la política nacional, en la cual el partido ganador siempre hace gobierno con la mayoría de los votantes en contra –la mayoría votó por otras opciones políticas–, enfermedad propia de la democracia burguesa liberal “representativa”.

Pero pese a esto, el salto de calidad es incuestionable. Sería bueno preguntar en el sin fin de páginas falsas, como No Nos Tienes, donde los mafiosos de la transitoria dicen que la actual AEU no cuenta con representación de ningún tipo, ni apoyo de ningún sector, no solo invalidando al actual secretariado en funciones, que fuera de cometer muchos errores y de omitir tareas históricas del movimiento estudiantil prometidas por ellos durante la campaña; los mafiosos atacan también al proceso democrático –que es imperfecto, claro–, desdibujando el mandato de los 16 mil estudiantes que creyeron en el proceso, número de participación que gracias a los desatinos de la actual AEU, en la próxima elección sin duda será doblado o triplicado. ¿Y a ustedes mafiosos cuánta gente les ha votado?

Así como el proceso de usurpación de la democracia estudiantil no sucedió de la noche a la mañana, el proceso por la restitución de los derechos estudiantiles de representación, así como el de fortalecer la institucionalidad de las organizaciones y de la democracia de las y los estudiantes, será un proceso largo. Y éste no solo dependerá de que en un año el actual secretariado de la AEU, así como el CCEU convoquen al CEEU (electoral) para volver a concurrir hacia la segunda elección democrática, que proceso con proceso sin importar el grupo, colectivo o camarilla que se haga de la máxima dirección estudiantil en Guatemala, ayudará a fortalecer los mecanismos de elección democrática, así como al poder estudiantil.

¿Y la asamblea general de estudiantes qué?

Ha pasado un año de las primeras elecciones democráticas para el secretariado de la AEU, pero muchas de las promesas que con lisonjearía hacían en campaña los integrantes del proyecto ganador no han pasado de las publicaciones de Facebook y de uno que otro afiche desligado de la realidad concreta y de los problemas que día a día debe sortea la población estudiantil.

Una de esas promesas fue la de celebrar en los primeros días después de la toma de posesión del nuevo secretariado una asamblea general de estudiantes, que integrara a la política estudiantil a las grandes masas de estudiantiles que soportan los problemas cada vez mayores para poder ser estudiantes en una realidad que les adversa. La asamblea se pospuso –quizá indefinidamente– con el crecimiento del descrédito de la actual AEU, que prefirió virar hacia las ongs de toda índole, en lugar de respaldarse en el apoyo estudiantil con el cual se regocijó en los primeros días. Esos días ya están muy lejos, la mayoría de la población estudiantil ha abierto los ojos; agentes del gobierno nacional de turno incluso buscan ya capitalizar el descontento y el descrédito de la actual AEU, para llevar a sus sirvientes a las elecciones del año que viene.

Así también los parásitos de la comisión transitoria han retrocedido de la vista pública, para preparar también ellos sus fichas en la lucha por las presentaciones estudiantiles y de un pequeño porcentaje del poder que instauraría tener cautivas las presentaciones entrando al último año de gobierno del FCN. Por todo esto, es el estudiante el único capaz de poder llevar acabo el fortalecimiento de sus órganos de dirección, vigilante de las movidas que harán los operadores tanto de los mafiosos, como del gobierno para tomarse por asalto las asociaciones, los comités, las representaciones estudiantiles ante el consejo superior, así como los directivos de cada unidad académica, sin olvidar el secretariado de la AEU que debe ser votado el año próximo.

Aún queda mucho por andar

Sin dudarlo se ha ganado mucho, el estudiantado ha ganado mucho, pero las victorias no pueden ser encuadradas fácilmente en logros que no se verán sino hasta que el estudiante se integre definitivamente a la organización de sus destinos, por medio del fortalecimiento de sus organizaciones lectivas como la AEU o colegiadas como las representaciones en directivos de unidades académicas, así como ante el Consejo Superior Universitario.

Solo con el interés de la gran mayoría de los estudiantes podremos alejar de una vez por todas a los grupos mafiosos que con la fuerza de la violencia buscan preservar sus intereses, que muchas veces no son más que los intereses de los grupos de poder, ligados a la rancia derecha nacional o a alguna facción del ejército que acribillara a dos generaciones de estudiantes durante la guerra civil.

Es imperativa la crítica individual como construcción del criterio colectivo de nuestro tiempo, pero esta crítica no debe estar desligada de lo que se ha avanzado en un corto periodo. Sin importar qué grupo logró consolidar la institucionalidad de nuestra AEU, esta institucionalidad estará vaciada de contenido práctico, si el estudiante sigue viéndose como ajeno a sus propios problemas que aquejan su realidad cotidiana. No solo debemos exigirle al actual secretariado de la AEU que cumpla con su plan de trabajo, que hasta el día de hoy, solo ha quedado como un ficticio plan publicitario para hacerse con los cargos, pero ausentándose aun la necesaria representación digna del estudiante; pero esta culpa no es solo de este o aquel grupo, también encuentra su originen en la apatía y el desasosiego de la comunidad universitaria.

Sin olvidar que el tema de desfinanciamiento de la USAC será usado por el actual rector Murphy Paiz más temprano que tarde, para poder montarse sobre el movimiento estudiantil y de esa manera presionar al Congreso de la República para hacerle espacio a los intereses de la camarilla corrupta Galvez-Paiz. Por eso el estudiante debe estar vigilante y organizar sus expresiones políticas para concurrir a las diferentes elecciones y exigir independientemente el 5% del presupuesto nacional para la USAC, el 100% de trasparencia en la ejecución del gasto y el 0% de corrupción en la administración de nuestra USAC.

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