Por Leonardo Ixim

La espiral inflacionaria mundial afecta gravemente a la clase trabajadora centroamericana y guatemalteca, repercutiendo en el acceso a productos básicos para satisfacer las necesidades materiales inmediatas, peligrando con ello la seguridad alimentaria y generando, como lo reconocen los propios organismos internacionales, más pobreza y carestía.

Los precios por las nubes

Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el ritmo inflacionario registrado en junio pasado es el mayor en los últimos once años, al ubicarse en 7.55%, contrastando con el crecimiento económico de 4.5% durante el primer trimestre del 2022 y si bien aún no se presenta el peor escenario, inflación con nulo crecimiento a nivel mundial, las alarmas están encendidas.

En el mes de junio, la variación de precios en comparación con el mismo mes del año anterior se ubicó en 7.55%, impulsada por las divisiones de transporte (11.5%) y alimentos (10.65%), según el Índice de Precios al Consumidor (IPC). El indicador sobrepasa la meta establecida por la Junta Monetaria (JM) de 3% a 5% (+/-1%) para 2022, una cifra considerada como “alarmante”, pues significa que el poder adquisitivo de las personas también ha bajado en ese porcentaje. La última vez que se presentó un ritmo inflacionario tan alto como este, ocurrió en agosto del 2011 con 7.63% según el historial del IPC; así, la inflación acumulada en el semestre se situó 5.67%, mientras que la del mes aumentó 1.83% respecto a mayo (Prensa Libre 08/07/2022).

Con respecto a la inflación interanual, la división de gasto que más se encareció fue el transporte con 11.5%, seguida de los alimentos (10.65%), muebles (7.75%), restaurantes (7.15%) y bebidas alcohólicas (5.25%). Prensa Libre destaca el argumento del economista Fredy Arismendy Gómez, que menciona que: “lo que está detrás de esto, es la variación de precios de los alimentos, que solo en un mes aumentó 3.50%, lo que es muy preocupante para las condiciones de ingresos que tienen las familias en el país” (Idem).

En otras palabras, mientas la escalada inflacionaria afecta el ingreso de las familias trabajadoras, eso no se corresponde con el aumento de salarios para las familias que tienen un trabajo formal, ni con alguna forma de ayuda monetaria para quienes se encuentran en el desempleo o en la economía informal. Lo otro que no se menciona es que en momentos de crisis y que los costos para la burguesía aumentan, ésta descarga sobre el proletariado la reducción de la rentabilidad, vía disminución de los salarios por medio de la inflación; al final los precios de mercado no obedecen a una libre concurrencia de la oferta y la demanda, sino al control monopólico sobre las mercancías.

José Alfredo Blanco Valdés, vicepresidente de la Junta Monetaria y del Banco de Guatemala (BANGUAT), explicó que la inflación en Guatemala se ha venido acelerando desde hace tres meses, y al incorporar la inflación importada se estima que es de alrededor del 80%, mientras que el 20% restante se debe a condiciones locales. Esto repercute a su vez en el el costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que incluye los 34 bienes básicos, que el mes pasado se situó en Q3 mil 311.95, para un aumento de Q201.77 respecto a enero, cuando se necesitaban Q3 mil 110.18 para comprar los alimentos indispensables para una familia de dos adultos y tres niños. En tanto la Canasta Ampliada (CA) que además de los productos alimenticios incluye los gastos de transporte, calzado, vestuario, recreación y otros, se ubicó en Q7 mil 647.07 y para un alza de Q465.86 respecto a enero, cuando costaba Q7 mil 181.21 (Idem).

A nivel regional, el reporte a mayo del Consejo Monetario Centroamericano sobre la inflación, situaba el ritmo inflacionario en un promedio de 8.19% para los países de Centroamérica y República Dominicana (CARD), versus el 5.81% del mismo mes en 2021, lo cual significa que los bienes y servicios se han encarecido en ese porcentaje. Nicaragua presenta la inflación más alta de la región con 10.37%, seguida de Honduras (10.22%) y Costa Rica (10.06%), que son los tres países en los cuales el indicador se sitúa a dos dígitos; en mayo, solo Nicaragua estaba en 10.61%. Muy cerca están República Dominicana (9.48%); El Salvador (7.76%); y Guatemala (7.55%), en tanto que Panamá registró a mayo solo 4.22% (Prensa Libre 14/07/2022).

El peligro de la inseguridad alimentaria

Con el aumento en la división de alimentos del IPC en un 10.65 por ciento, además de los bajos salarios y la reducción de los ingresos, el acceso al consumo de alimentos para la población está cuesta arriba, acercándose a la inseguridad alimentaria. Por otro lado, la situación inflacionaria afecta también la producción alimentos, ya que los insumos necesarios para ésta, son cada vez más caros.

El costo de productos tales como combustibles, granos básicos, verduras, aceites y huevos ha aumentado en los últimos meses entre un 10,61% y el 100,5%. A su vez, el aumento del IPC en la división de transporte ubicado en 11.6%, repercute en el suministro de la cadena de alimentos, pues el galón de gasolina superior se encareció en promedio Q10.78, el galón de gasolina regular subió Q10.48, mientras que el de diésel Q13.13, en el mismo lapso, de junio de 2021 al mismo mes de 2022 (Prensa Libre 18/07/2022).

Por su parte, entre los productos alimenticios que registraron alzas en junio, en relación con el mismo mes del año pasado, destacan el maíz blanco (Q69.43 más por quintal); frijol negro (Q91.36); la caja de tomate mediano (Q55.94); y el quintal de papa, cuyo precio se duplicó en un año (Q194.58). Otros comestibles que encarecieron son el pollo importado en piezas, que subió Q25.15 la caja entre junio de 2021 y junio de 2022; la caja de huevos subió Q32.14 y la de aceite para cocina, Q48.66 (Ídem)

El gobierno, como forma de paliar los precios aprobó ampliar cuotas de importación para varios productos con cero aranceles, siendo 40 contingentes en el marco del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos. Autorizó contingentes de importación en maíz amarrillo, maíz blanco y arroz con cáscara, argumentando posibilidad de desabastecimiento. Esta situación ha generado protestas de empresarios productores, que adujeron tener la capacidad para abastecer el mercado nacional. El problema es que los precios no han bajado ni a partir de la importación, ni con la capacidad de los productores nacional.

Según la FAO, el índice de precios de alimentos se situó en junio 2022 en un promedio de 154.2 puntos, 29 puntos (23.1%) por encima de su valor de hace un año. Por ejemplo, en aceites vegetales se registró cierta baja en los precios de los aceites de palma, girasol y soya; no así en otros tales como la leche, que tuvo en junio un promedio de 149.8 puntos, 5.9 puntos (4.1%) más que en mayo y 29.9 puntos (24.9%) por encima de su valor de junio de 2021; y la carne, que se situó en junio en un promedio de 124.7 puntos, 2.1 puntos (1.7%) más que en mayo, constituyendo un récord, al superar en 14 puntos (12.7%) su valor de junio de 2021 (Ídem).

Mayor desigualdad y crecimiento económico

La economía guatemalteca es considerada como una de las mas desiguales de América Latina, pero con un crecimiento mediocre, reflejándose en la reciente publicación del informe de desarrollo humano emitido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) después de meses de posponerlo, por las desavenencias con el Gobierno de Giammattei, pese que tal agencia de la ONU ha sido cuestionada por su alineación con este gobierno.

La pérdida por desigualdad en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), según el PNUD en América Latina, alcanza el 22.2%, mientras que Guatemala posee la pérdida más alta de Centroamérica, con un 27.5%, principalmente en los rubros de ingresos y de educación, cuyas pérdidas son mayores al 30%. Además, un 42.4% de los hogares con privaciones deben prescindir de una vivienda de calidad; el 46.8% renunció a un empleo; el 50.3% carece de servicios básicos; el 71.2% tiene privaciones en educación; y el 75.9% no cuenta con computadora, algún dispositivo o conexión a internet. A su vez, el 80% de la población maya y xinka estaría por encima del umbral mínimo de privaciones, evidenciando que estos sectores siguen siendo los más marginados.

Según cifras del BANGUAT, la economía creció, generando Q141 mil 663 millones en los primeros tres meses del año, y la expectativa es que crezca entre un 3 al 4 % al finalizar el año. Además de que las remesas provenientes de Estados Unidos, las cuales son el verdadero flotador de la economía crecieron un 25 % en los primeros seis meses del año, sumando US$8 mil 711 millones (Q67 mil millones), esto pese a la espiral inflacionaria en el país del norte.

Los economistas mainstream hacen referencia a que las altas tasas inflacionarias se deben al dinero inyectado tras la pandemia del COVID 19, aduciendo que es producto de una supuesta alta capacidad de la demanda, pero el hecho es que estas inyecciones muchas veces fueron a parar a los grandes monopolios capitalistas. Por otro lado, existe la obsesión en países como este, de mantener la férrea disciplina fiscal y monetaria -las Reservas Monetarias Internacionales son US$20 mil millones-, pero sacrificando la capacidad de consumo, ahorro e inversión de los sectores populares.

Es necesario que las organizaciones populares, estudiantiles, campesinas, indígenas y sindicales, se movilicen para exigir un aumento de salario mínimo, una renta básica mínima para quienes no tienen empleo formal, reducción de la jornada laboral a seis horas para distribuirlo entre los desempleados, tope a los precios de los artículos de primera necesidad y a las tarifas de los servicios públicos, así como impuestos directos para las ganancias de los grandes monopolios.

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