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Por Armando Tezucún

La crisis de la economía mundial ha incidido con toda su fuerza en Guatemala durante el primer semestre de 2009. Las estimaciones del crecimiento económico realizadas por las diferentes entidades financieras nacionales e internacionales han ido retrocediendo a medida que avanzan los meses. El 15 de julio la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) divulgó su nueva proyección de crecimiento para la región. En el informe la institución prevé un decrecimiento económico para la región del -1.9 %. En el caso específico de Guatemala, la estimación es de una caída del 1 % en la producción.

Los indicadores publicados por el Banco de Guatemala nos dan una idea del retroceso general de la economía. En el mes de mayo las importaciones cayeron un 29.2 % respecto al mismo mes de 2008 (de US$ 6,209 millones a US$ 4,396.4 millones). En cuanto a las exportaciones, vemos una disminución del 4.9 % en el mismo período (de US$ 3,253.1 millones a US$ 3,093.9 millones). Las remesas familiares que envían los trabajadores migrantes cayeron un 9.5 % durante el semestre.

El 16 de julio el Banco de Guatemala divulgó su tercera proyección, en lo que va del año, de crecimiento económico del país para 2009. Con anterioridad el Banguat consideraba un crecimiento anual de entre el 1 y 2 %. Esta vez lo ubicó entre el 0.4 y 1.2 %, y continúa siendo la institución más optimista en el tema. Respecto a las estimaciones publicadas por la CEPAL el día anterior, el gerente económico del Banco, Óscar Monterroso, explicó que esta entidad no cuenta con toda la información que tiene el Banguat, que está dividida por sectores (Diario Prensa Libre 17/7/09). En todo caso, los cálculos del Banco de Guatemala implican una menor producción del país, un menor consumo, la caída del comercio y el desempleo entre otros males.

Veamos los datos de las proyecciones de la institución que rige la economía guatemalteca: en 2009 las exportaciones caerán un 8.5%, las remesas lo harán en un 9.5%, las importaciones un 16.7% y la inversión extranjera caerá un 9.3%. En cuatro sectores de la economía la producción será inferior a la del 2008, siendo éstos: la explotación de minas y canteras (-2.6%), el suministro de electricidad y captación de agua (-1.7%), el comercio (-1.5%) y la industria de la construcción (-9.1%). En esta última actividad, desde el año pasado se reporta la pérdida de docenas de miles de puestos de trabajo, al igual que en la industria maquilera, que es afectada directamente por la disminución de exportaciones.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer a principios de julio que, como resultado de la baja en el consumo, producto del desempleo y la baja de los ingresos de las personas, desde los últimos ocho meses se ha registrado una inflación negativa, siendo para el mes de junio de -0.04 % y la acumulada para el primer semestre del año de -1.09 %. Esto quiere decir a diferencia de la creciente inflación que tuvimos a mediados del año pasado (alrededor del 9 % en su punto más alto), este año los precios poco a poco están bajando. Esto es parte del desorden que caracteriza a la economía capitalista, regida por las leyes ciegas de la oferta y la demanda: ante la caída del consumo en los hogares, las empresas y el gobierno, los comerciantes tienen que bajar los precios para poder vender sus productos, reduciendo con esto la producción, la inversión y el empleo.

Aunque la baja de precios parezca una buena noticia, el efecto global sobre la economía es más desempleo y un incremento de la pobreza, pues los precios bajos hacen que los negocios no se puedan sostener y tiendan a la quiebra. El precio de la canasta básica vital se ubica en Q 3,567.96, muy por encima del ingreso promedio de los trabajadores (el salario mínimo es de Q 1,831.00).

Por tanto, somos los trabajadores quienes estamos pagando las consecuencias del retroceso de la economía. Aún no tenemos en las principales ciudades un movimiento fuerte y decidido que luche contra los efectos de la crisis. Como probó la reciente marcha de comunidades indígenas, son éstas quienes llevan la vanguardia de las luchas enfrentándose a empresas capitalistas que destruyen el medio ambiente. Las centrales sindicales y las organizaciones de izquierda debemos implementar en las ciudades la lucha por la defensa de las reivindicaciones de los asalariados frente a la crisis, por la estabilidad laboral, alza de salarios y contra el desempleo.

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