Por Maximiliano Fuentes

Un buen número de hondureños viven sometidos bajo el estrés colectivo producto de la inseguridad, la violencia y la criminalidad del país. Sin duda, nuestra vida se ve afectada, por las altas tasas de desigualdad, miseria, exclusión y desempleo, y desde luego por el alto costo de la vida, el aumento constante de los combustibles y de las tarifas de energía

Los problemas económicos, el desempleo, el temor por la inseguridad y otras situaciones cotidianas de estrés, como los congestionamientos vehiculares, son algunas de las causas por las que en Honduras los casos de personas con trastornos mentales continúan en ascenso. Se estima que en el país uno de cada cuatro hondureños padece de algún tipo de trastorno mental. (…) Los trastornos mentales se ha incrementado y una de las principales causas es la depresión, que se manifiesta tanto en niños como en adultos. En el caso de los menores, la profesional llamó a prestar atención en los casos de depresión y ansiedad que muchas veces se genera por la violencia doméstica intrafamiliar y que se ve reflejado en el bajo rendimiento escolar.” En una palabra: la vida de los trabajadores bajo el sistema colonial y capitalista es todo un martirio.

El fenómeno de las extorsiones y del impuesto de guerra.

La profunda crisis social producto de las desigualdades generadas por el sistema capitalista ha sido una de las variables que ha determinado un aumento en las cifras de criminalidad y violencia en la región centroamericana, y particularmente en Honduras, catalogada como uno de los países más violentos en el mundo. “La violencia y la inseguridad son dos de los flagelos que afectan y preocupan a la sociedad  hondureña, por ejemplo los reportes del Observatorio de la Violencia , revelan que Honduras tiene un promedio de muertes violentas ocho veces superior al promedio mundial (8.1 por cada 100,00 habitantes)

 Preocupa el crecimiento del narcotráfico y su vinculación con centros de poder político,  y publico, se establece por algunos analistas del patio el lavado de dólares y la denominada narco política son dos fenómenos asociados de creciente peligrosidad en la institucionalidad hondureña. Las repercusiones de la violencia son complejas y extensas, han producido un daño a la salud mental de la colectividad.-Una encuesta de opinión del PNUD (2008) revelo que mas del 65 % de las personas declaran su temor de caminar por las calles y un 40% expreso haber dejado de visitar a alguien que apreciaba por los riesgos durante el trayecto.

 Frente a la violencia y la inseguridad las políticas de los gobiernos han sido, muy poco efectivas, el estado hondureño se encuentra rebasado por las diferentes manifestaciones de la violencia.”[1]

Dentro de este contexto, de profunda inseguridad y violencia, los grupos organizados y las pandillas, en algunos casos con vínculos con la policía, han creados nuevas formas de extorsión. Para el caso de Honduras, los extorsionadores llaman desde teléfonos celulares al altas horas de la noche,  colocan grabaciones de disparos o de personas siendo maltratadas y luego proceden a amenazar a la persona señalándole su lugar de domicilio, trabajo y en algunos casos los nombres de los miembros de su familia. La incidencia de las extorsiones mediante llamadas telefónicas ha aumentado en los últimos días (...)Los extorsionadores toman números de teléfonos al azar en las páginas amarillas de las guías telefónicas o que aparecen en rótulos de negocios y llaman haciéndose pasar como clientes o amigos de la familia para conseguir información de sus víctimas.”  [2]

 Otras de las formas de extorsión es el reconocido como impuesto de guerra, cantidad de dinero gravada por los mareros a los pequeños negocios, pulperías, buseros y transportistas. “Según datos proporcionados por Héctor Suazo, director de Servicios Especiales de Investigación, solo en la capital han cerrado entre cinco mil y seis mil negocios debido al "impuesto de guerra", mientras que más de cien personas (dueños de buses, conductores y cobradores) han sido asesinadas por negarse a pagar. (…)”[3]

Por todo lo anterior, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) proponemos la creación de comités de autodefensa y anti extorsión de los trabajadores. Que sean los pobladores de los barrios y colonias que organicen comités de seguridad, no podemos confiar en la policía ni mucho menos en los instrumentos de represión del Estado. Solamente los trabajadores y pobladores organizados podemos velar de nuestras pertenencias y familiares.

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