Por Aquiles Izaguirre

El chikungunya es una enfermedad producida por un virus denominado alfavirus, al igual que el dengue, se transmite por medio del piquete del sancudo Aedes Aegypti y otras variedades. Esta enfermedad es originaria del continente africano, y el año pasado se introdujo a Centroamérica. A la fecha, el diagnóstico está muy claro, pero el sistema sanitario hondureño ha sido rebasado y parece estar enfermo de gravedad.

En los hechos, el chikungunya ha rebasado con creces el sistema de salud, desgastado por el multimillonario atraco al seguro social, la mala gestión gubernamental, la corrupción, pero sobre todo, porque nuestro sistema sanitario está concebido como un gran negocio, es decir, las más beneficiadas en estas pandemias son las empresas farmacéuticas, muchas de ellas ligadas a grandes empresarios por la intermediación comercial, o por ser accionistas de las mismas. Sin duda la respuesta para paliar esta u otra pandemia pasa por revisar el sistema de salud, transformarlo en un sistema que prevenga los males y no que los solucione ya cuando las dimensiones del mal son insostenibles.

Sistema rebasado

Como ya se mencionó, el chikungunya no es una enfermedad nueva, de hecho hizo su aparición en Honduras el año pasado. A la fecha, los casos reportados rebasan el sistema sanitario: “En cuanto a las cifras que reporta Salud, solo en lo que va del año hasta la semana epidemiológica 22 se registraron 34,189 casos de chikungunya a nivel nacional, es decir que si a esa cantidad se le suman los 5,334 casos que surgieron el año pasado, la cifra se dispara a 39,523 casos confirmados.” (El Heraldo 19/16/2015). Pero estos datos son engañosos, sobre todo porque lo contabilizado en el sistema de salud son los enfermos que se han acercado al sistema público, no se sabe con certeza cuántos enfermos se han tratado en el sistema privado. Por otra parte, aunque la pandemia es de chikungunya, hay que tomar en cuenta que este solo es uno de los problemas que enfrenta el sistema sanitario: “Para el caso del dengue, Lara detalló que son 22,083 las personas afectadas.” (Ídem).

Sistema preventivo

El gran problema con el sistema de salud es que está diseñado para que sea un gran negocio. En vez de concebirse como un sistema preventivo, en donde las jornadas de salud sean integrales y preventivas, el sistema esta creado para que sea un ejercicio rentable. Es decir, en el caso de chikungunya y el dengue, se debieron realizar jornadas de fumigación, abatización y de limpieza por todo el país. Pero esta no es una necesidad del gobierno.

El negocio de la salud

Es indudable que la salud es uno de los negocios más rentables que existen. Esa no es la excepción en Honduras. El sistema está hecho, como se ha visto en la estafa al seguro social, para que sea el Estado el que gaste millones de lempiras en medicina. En este sentido, es más rentable comprar el medicamento que prevenir las pandemias. Sin duda, la cadena se genera desde el médico que recibe un estipendio de parte de los visitadores, las farmacéuticas que venden millones de lempiras en medicina, el burócrata que recibe coimas por beneficiar a los laboratorios. En fin, el que termina pagando todo es el pueblo trabajador.

Sin duda esta es una enfermedad que corroe nuestra sociedad, por ende, debemos evaluarlo para humanizar la salud; es pertinente recordar que el derecho a la salud es un derecho universal y no debe ser un negocio.

Respuesta atrasada

Al igual que con el problema de las maras, al chikungunya hay que tratarlo de manera diferente, tratando los males que lo ocasionan, no salir corriendo a última hora a intentar apagar un incendio que puede consumir a toda una sociedad. Esto es lo que pretende hacer la secretaría de salud en este momento, pero la respuesta no pasa por ponerle un bache al sistema, sino que hay que voltearlo de pies a cabezas.

La carga no puede estar en los hombros de los pobres del país, es necesario gravar las ganancias de las empresas farmacéuticas para invertir en salud preventiva y en medicina. De igual manera, estos impuestos deben invertirse en investigación y la construcción de un sector farmacéutico estatal, controlado por los trabajadores bajo la supervisión de organizaciones civiles y de defensa del consumidor. El camino de una salud integral pasa por entender que ésta no debe ser concebida para ser una industria comercial, todo lo contrario, debe ser un derecho fundamental de todos y todas las hondureñas.

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