Por Rodolfo Pastor Fasquelle

A mis colegas y amigos

Que se escandalicen otros, los historiadores no. Cuentan que mi colega Darío Euraque, él mismo migrante en Hartford, CO, va a dar -en Tegucigalpa la próxima semana- un Seminario sobre la historiografía de las migraciones, apoyado por la Facultad Latinoamericana de las Ciencias Sociales. (A ver si se acerca la Fulton, a aprender.) Lo haría yo si fuera en mi vecindad, porque confieso que estoy fascinado y no puedo imaginar la inmensidad del corpus de escritos sobre la migración. La historia de la especie humana después de todo es historia de continuas migraciones masivas, impulsadas por necesidades y por mitos, persecuciones y por guerras, por peligros e ilusiones.

El ser humano evolucionó migrando hace millones de años desde Sudáfrica hacia el Norte, dejando huellas en las cuevas del Sahara, entonces pródigo en caza, pesca y cetrería. Desde ahí caminó hasta los pantanos e islas del Norte de Europa y al Oriente, hasta llegar a los confines del Asia. Navegó a las islas del Pacifico; después, vía Siberia, marchó hacia Alaska, desde donde los ancestros del americano originario descendieron mientras perseguían al bisonte y a la suculenta mega fauna del istmo, para migrar a América del Sur. Y siguieron migrando los nahuas desde Cibola, hasta Choluteca y Nicaragua, durante centurias.

Otrosí, los godos invadieron el corazón de Europa en los primeros siglos de nuestra era cuando Roma no pudo detenerlos y unos siglos después del siglo VIII al X, los árabes y bereberes conquistaron Iberia. Los judíos que quizás no anduvieron por Egipto, fueron cautivos de Babilonia y se dispersaron en los primeros siglos de la Era Cristiana. Después de los sefarditas, los asquenazí inmigraron invitados al Centro de Europa, de donde huyeron a partir del siglo XIII, cuando empezaron las cruzadas. Y después –vade retro- grandes migraciones de hordas armadas volvieron sobre Europa. Bandas de hunos y después mongoles y turcos. Mientras contingentes masivos de europeos vinieron a conquistar las Américas desde 1492 hasta la Independencia y acarrearon otra migración, aun mayor, de africanos esclavizados. Los levantinos huyeron de la desintegración del Imperio Turco y otra vez, a raíz de las crisis bancarias de fines del s. XIX, millones de europeos salieron al resto del mundo. En el primer tercio del siglo XX, muchos cientos de miles de judíos -otra vez- huyeron del Viejo Mundo, en donde se amenazaba con exterminarlos.

Esa historia tiene dos corolarios. Las mezclas de las razas y de las culturas; aunque a los que llegan siempre se les llama bárbaros, se les deshumaniza y se los trata de detener aunque nunca se ha podido. No pudieron los egipcios detener a los hycsos del Norte y los nubios del Sur. Los chinos construyeron una muralla que se puede observar desde la Luna, pero unos años después fueron conquistados por el mongol. Hoy, un siglo más tarde, las migraciones van en sentido inverso;  los latinos hacia EUA y  los Africanos y Europeos del este al Centro de Europa, donde hay trabajo y paz.

Aunque las primeras comunidades hondureñas en EUA datan de hace tres cuartos de siglo, y hay colonias por doquier destaca por su dimensión la migración que se disparó desde Honduras, hace casi una década, como respuesta a esta crisis sin fin. Salio primero una vanguardia de menores no acompañados, según dicen para no decir caravanas de niños, bailando al son de la flauta mágica del coyote que los va a botar al Río, al desierto. O a las jaulas de ICE.

Y ahora, esta migración casi carnavalesca, condensación festiva de sufrimientos, que  ha sido resistida como fueron antes muchas y luce imparable. Van de jalon en pailitas, cisternas y volquetas; en camiones de carga y en tren. Una semana después de que Oliva declarase que tenían que respetarse sus derechos, JOH se propone detenerlos. Declara que son delincuentes organizados por LIBRE, que huyen de la ley y militariza la frontera para no dejar pasar a nadie. Restringiendo la libertad constitucional de locomoción que invoca con tanta vehemencia cuando se la estorban los tranques. No tiene ley de respaldo e inventa que para salir del país hay que tener visa y contrato garantizando los derechos laborales del Código del Trabajo y ¿sus vacunas también contra la varicela? Según ley solo te identificas en la guardia y sales. Entonces, no los deja llegar a la guardia. Brutaliza a los que insisten. ¿En que países estorban la salida de la gente por la fuerza? En Cuba, Corea del Norte, Eritrea como antes hacían en Alemania del Este.

El gobierno de Cerén en El Salvador, militariza su frontera para detener a nuevos contingentes. Jimmy CICIG hace lo mismo. Avala la supuesta detención de cien terroristas de ISIS y asegura que dos mil y más caminantes ya se regresaron. Fulton repite que son criminales y también Pompeo, quien culpa a LIBRE. Para conseguir votos dundos, Trump anuncia que sus militares sellaran la frontera, mientras agradece al soberano Peña Nieto el gran esfuerzo que hace para estorbarles el paso. Peña se suma al coro; se pronuncia, con toda la solemnidad de que es capaz, en cadena televisiva, rodeado de los símbolos patrios. Declara que la caravana es una invasión violenta que atenta contra la soberanía mexicana y agrede a su autoridad. A medias explica lo que sabemos. No fue Migración. La Policía Federal cerró el paso en el puente sobre el Río Suchiate que se convirtió en un tapón. Unos caminantes se tiraron al río, donde terceros los ayudaban a cruzar con balsas y lazos. Otros se lanzaron contra los portones, los desarmaron, rodearon a los carros artillados y blindados recibiendo de los federales disparos de gas, que ahogaron a un niño y detuvieron a varios. Uno de ellos te mira triste y cansado, atrapado por un policía con casco, escudo y rodilleras que le atraviesa el garrote en el cogote. Cipote ¿criminal?

¿Acaso un ISIS ignoto? ¿De verdad criminales? ¿Por pobres? ¿Por no querer quedarse aquí, a comer mierda? Pero la caravana entró, una parte por las buenas, porque Migración la acogió, otra por fuera y por la fuerza. Como a las migraciones milenarias, no la detienen las montañas, ni los ríos. Esta nadó el Goascoran, el  Lempa y el Suchiate por vados. Tampoco la han detenido tres ejércitos a  los que han vencido sin armas. Y ahí va, acaso sin que nadie sepa a donde. Porque es cosa casi instintiva, de biología social. JOH escenifica un retorno pactado, usando buses llenos de activistas que fingen ser migrantes retornados. Y los periódicos le publican su mentira.

Pero en el proceso histórico el teatro siempre pierde. La caravana exhibe a JOH ante el mundo, aunque lo que ha fracasado aquí no solamente es su gobierno y los sucedáneos del golpe que destrozó a la economía y catalizó la crisis social. Sino el modelo que nos impusieron y que el golpe protegió, concentrador y excluyente, extractivista y depredador, en que solo prosperan las transnacionales que traen combustible y exportan el oro y los bancos de los amigos. La historia sabe quien va a ganar.

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