Por Carlos M. Licona

El reloj avanza en cuenta regresiva, a menos de 4 meses de la cuarta elección general de la era post golpe (2009, 2013, 2017, 2021), el Partido Nacional se encuetra en la cuerda floja, en ningún momento, anteriormente, se habían visto tan impotentes como ahora. El nerviosismo no solo compete a los “nacionalistas”, también recorre a sectores que se esconden en mamparas o a los mismos aspirantes que desde ya, se saben derrotados.

Según encuesta de la CESPAD publicada el 16 de mayo del 2021, la mayoría de los electores se declaran independientes (47.98%), mientras que el resto se concentra en cuatro partidos políticos: Nasry Asfura del partido Nacional con un 14.9 %, Xiomara Castro del partido LIBRE con 11.7 %, Salvador Nasralla con un 7.9 % y Yani Rosenthal del partido Liberal con un 6.6 %”.

Según encuesta de Paradigma publicada el 21 de julio los resultados serían: “Xiomara Castro con el 12.9 %, Nasry Asfura: 12.4 %, Nasralla: 7.1 % y Yani Rosenthal: 6.1 %. Con un no sabe o no responde del 26.6 % y por ninguno el 33.6 %”.

Para el mes de agosto algunas encuestas salidas al público ya arrojan una diferencia algo más significativa entre el candidato oficialista y la candidata del partido LIBRE, Xiomara Castro, pero siempre dejando un enorme porcentaje al voto independiente. Al parecer, el voto independiente decidirá las elecciones de noviembre y sin duda alguna, que, no se inclinará al Nasry Asfura, este voto sumará a Xiomara Castro o bien, a Salvador Nasralla. El partido Liberal más dividido que nunca, mantendrá su voto duro, sin embargo, un sector significativo también sumará a LIBRE o al partido Salvador de Honduras.

¿A quién se inclinará la balanza?

La dirigencia del partido Nacional, principalmente sus diputados, desde el congreso han retenido lo más que se pueda el proceso electoral, sin embargo, más por la presión internacional que por oposición en el país, han cedido en algunos temas, de tal forma que los fraudes de las elecciones del 2009, 2013 y 2017 ya no los tienen seguros en este año.

Un sector de la empresa privada ha tomado el rumbo hacia donde Salvador Nasralla, de tal forma que la prensa mediática ligada a las grandes corporaciones radiales y televisivas le entregan enormes espacios de cobertura. Sin embargo, el candidato de la televisión, con frases que permanentemente cambia de bando, no logra impactar en la mayoría. En el otro lado, se tiene un partido LIBRE que sigue sufriendo las intensas campañas de la ultraderecha para bajarle el perfil, pero que aun cuenta con el apoyo de esas enormes multitudes que se sumaron a las calles a condenar el golpe de estado del 2009. Considerando lo anterior, el voto independiente se dividirá entre el partido LIBRE y Salvador Nasralla, lo que si es seguro, es que, no será ganado por el partido Nacional, mas bien, aun dentro de los nacionalistas existe un voto crítico que no le dará el voto a su candidato.

El panorama pareciera dilucidarse

 A finales de agosto se inicia la campaña por ganar la elección, será muy evidente la diferencia entre el gasto económico entre el partido Nacional y los demás competidores, no obstante, ya no cuentan con la mismas cantidades financieras del 2013 y 2017, de una u otra forma, los condenados por narco tráfico en New York los ha golpeado, aunque aún siguen contando con las enormes cantidades millonarias saqueadas al estado por actos de corrupción, sin embargo, eso ya no les basta para imponerse nuevamente con fraude electoral. En el 2017 les fue muy costoso imponerse, hacerlo nuevamente sería una factura muy trágica a pagar por la población.

El pueblo espera ansiosamente el mes de noviembre para emitir un voto de castigo y terminar con 12 años de maldición, pero eso no basta, el gobierno que llegue heredará un país en crisis y que muy pronto entrará en una nueva convulsión social. A estas alturas ya nadie movilizará al pueblo para derrotar la dictadura, iniciada la campaña electoral todo lo acaparará la misma, el activismo proselitista será la noticia de todos los días y una vez más, el pueblo estará dentro de la función del circo.

Desde ya, se debe tener un programa de lucha que oriente la actividad gremial, sindical y del movimiento popular para prepararse ante la embestida económica que se viene en el 2022, una vez que que se termine la pandemia y que será una papa caliente para el próximo gobierno.

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