Por Sebastián Ernesto González

El 7 de abril los transportistas paralizaron el servicio público exigiendo aumentos a las tarifas, como argumento plantearon el encarecimiento del combustible  a consecuencia de la guerra en Ucrania. Es entendible que en dos años de pandemia uno de los rubros más afectado fue el transporte, a la crisis del virus hay que agregar el alto costo del combustible que dispara los precios en todas direcciones.

La paralización obligó al gobierno a sentarse con los representantes del rubro, el martes 12 de abril,  consensuado en medio de la Semana Santa, aumentos al precio del taxi colectivo, al transporte interurbano y subsidio al transporte ejecutivo.

En el grupo de los transportistas hay que diferenciar los magnates de los dueños de una sola unidad, sin duda alguna que, este segundo grupo ha sido el más sufrido en toda esta alza inflacionaria, por lo que si era necesario un ajuste a las tarifas. En el caso de los taxis colectivos solo se oficializó un aumento de cinco lempiras y se les concedió que ya podían subir un cuarto pasajero que se había eliminado a consecuencia del virus COVID-19. Al transporte interurbano se les concedió un aumento de 90 centavos por kilómetro y el servicio ejecutivo logró un subsidio.

La triste realidad de los pasajeros

Si bien es cierto que el grupo más maltratado en esta crisis necesitaban el aumento, no se puede abordar el tema sin señalar el pésimo servicio prestado por los trabajadores del transporte, el cual se convierte en un martirio diario para los ciudadanos que lo utilizan, quizás, más que lamentar los aumentos que ya nunca van a rebajar, es el hecho de que el servicio seguirá siendo una angustia permanente, iniciando por la cantidad de personas que sobrepasan la capacidad de cada bus, el maltrato vulgar e irrespetuoso que hacen ayudantes y choferes, hasta soportar que; bajo el efecto del alcohol o de las drogas estos empleados de las unidades pongan en riesgo la vida de los pasajeros.

Un día de trabajo para un ciudadano que se moviliza en bus, se inicia soportando la ansiedad del chofer y el ayudante producto del deseo por llenar la unidad hasta que ya no quepa un alfiler, en el transcurso del subir pasajeros hay que soportar que muchas personas pasen muy pegadas por detrás o por delante, casi fusionándose los cuerpos unos con otros. En este pasar o sobrepasar personas paradas o sentadas, se tiene que estar escuchando los insultos y amenazas de un ayudante mal vestido y con cara drogada, luego, al momento de bajarse en el lugar que corresponde hay que convertirse en un “hombre araña” para no quedar restregado en el pavimento. Desde el momento en que hay que subirse en el bus hasta el momento en que hay que bajarse debe soportarse con mucha paciencia la música estridente que repercute en los oídos, que en la mayoría de los casos es reguetón.

Hasta ahora, ningún gobierno o autoridad ha legislado para obligar a los transportistas a que brinden un correcto servicio donde se respete la dignidad de las personas. Generalmente, los magnates del transporte son los dueños de centenares de unidades recibiendo por cada una de estas una tarifa diaria que el chofer de cada bus está en la obligación de pagar, estos a la vez, con ayudante o sin él, andan todo el día como almas que se las lleva el diablo para obtener el dinero que corresponde a la tarifa, costo del combustible más guanacia del día.

Así que, ni los dueños del transporte ni los empleados del mismo tienen un atisbo por prestar un buen servicio a la ciudadanía, que en la mayoría de los casos; son mujeres, niños y personas de la tercera edad los más afectados.

En este momento se entiende el aumento al transporte, sin embargo, debe obligarse a los transportistas y sus empleados a que den un servicio de respeto a los pasajeros.

Los trabajadores necesitan aumento para cubrir el alza al combustible

 No ha pasado ni un mes desde que se decidió el aumento al salario mínimo cuando este ya fue absorbido por la inflación a consecuencia del precio del crudo. Esto vuelve una necesidad inmediata que se le aumente el salario a los trabajadores, si bien es cierto se aumentó al salario mínimo, debe existir un reajuste al mismo y además, aprobar el aumento de salarios a los empleados públicos y demás gremios. La única forma de contrarrestar esos aumentos es mejorando los salarios.

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