Por Melchor Benavente

El gobierno liberal del general Jose Santos Zelaya (1893-1909) logró mantenerse en el poder por un periodo de 16 años. Durante la primera parte de su gobierno, Zelaya fue aliado de Estados Unidos, pero la ruptura se inició cuando Washington decidió en 1907 construir el canal interoceánico en Panamá, territorio que había logrado desmembrar de Colombia en 1903. Decepcionado, Zelaya intentó negociar un tratado canalero con Alemania, potencia en ascenso, pero Estados Unidos necesitaba controlar su patio trasero por la inminencia de la primera guerra mundial

El levantamiento de Juan Jose Estrada

Para derrocar a Zelaya, en octubre de 1909 Estados Unidos armó y financio una “revolución” conservadora que se inicio con un levantamiento militar del general liberal Juan José Estrada en la costa Caribe, quien ocupó la ciudad de Bluefields. El Ejercito de Zelaya, en ese momento era el mas poderoso de Centroamérica, llegó a tener hasta 20,000 soldados. Debido a que las tropas liberales triunfaban sobre las conservadoras, para evitar el aniquilamiento de las tropas rebeldes, las tropas norteamericanas desembarcaron en Bluefields y la declararon “zona neutral”.

Estados Unidos, a través del secretario de Estado, Philander Nox, emitió un ultimátum, conocido como la “Nota Nox”, obligando a Zelaya a renunciar a la presidencia, el día 17 de diciembre de 1909. Le sucedió en el poder, José Madriz, un liberal moderado, pero el ejercito liberal estaba ganando la guerra, y por ello las tropas norteamericanas se involucraron cada vez más, hasta obtener el triunfo militar de la “revolución” conservadora.

El ejército de Zelaya fue disuelto, el Partido Liberal fue proscrito, y el 1 de enero de 1911, el general Juan José Estrada asumió la presidencia, y Adolfo Diaz como vicepresidente, quien terminó asumiendo la presidencia.

 iniciándose un periodo de inestabilidad política, guerra civil ininterrumpida e intervención militar norteamericana que duraría desde 1909 hasta 1934, con una breve interrupción en el periodo de agosto de 1925 hasta diciembre de 1926, cuando volvieron a desembarcar tropas norteamericanas en la costa caribe.

La convención sobre limitación de armamentos de 1923

Desde la firma del “Tratado General de Paz y Amistad”, o Conferencia de paz Centroamericana, realizada en Washington, del 14 de noviembre al 20 de diciembre de 1907, Estados Unidos había logrado imponer un orden semicolonial a los pequeños países de Centroamérica, los que poco a poco abandonaron la idea de la reunificación de la patria centroamericana que se mantuvo viva durante la segunda mitad del siglo XIX.

Al finalizar la primera guerra mundial en 1918, Estados Unidos salió fortalecido como una nueva potencia imperialista, muy celoso de reafirmar su control militar sobre Centroamérica y el Caribe. Por este motivo, en marzo de 1923 Estados Unidos reunió nuevamente en Washington a las delegaciones diplomáticas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, para suscribir una Convención sobre Limitaciones de Armamentos, con el objetivo de evitar el surgimiento de fuerzas militares que escaparan de su control.

En esa Conferencia, Estados Unidos impuso que “(…) durante un período de cinco años, no mantendrán sobre las armas en el ejército permanente y Guardia Nacional un número de individuos mayor que el que se expresa enseguida: Guatemala 5,200, El Salvador 4,200, Honduras 2,500, Nicaragua 2,500 y Costa Rica 2,000”.

No solo impuso reducción de tropas, sino que por primera vez se refería a la “Guardia Nacional”. Copiando el modelo norteamericano, la Guardia Nacional se concebía como una institución armada, de apoyo a los Ejércitos, “(…) que venga a cooperar con los ejércitos actuales en la conservación del orden en los diversos distritos del país y en las fronteras (…) En ningún caso, la fuerza total combinada del ejército y de la Guardia Nacional podrá exceder el límite máximo fijado (…).”

El desarme era obligatorio: “(…) Ninguna de las Partes Contratantes podrá tener naves aéreas de guerra en un número mayor de diez cada una. Tampoco podrá adquirir buques de guerra”.

El Tratado de Paz y Amistad de 1923

En esa misma conferencia, se aprobó también El Tratado de Paz y Amistad de marzo de 1923 que incluyó la obligación de que “los Gobiernos de las Partes Contratantes no reconocerán a ninguno que surja en cualquiera de las cinco Repúblicas por un golpe de estado o de una revolución contra un gobierno reconocido, mientras la representación del pueblo, libremente electa, no haya reorganizado el país en forma constitucional. (…) Ningún Gobierno de Centro América podrá, en caso de guerra civil, intervenir a favor ni en contra del Gobierno del país donde la contienda tuviere lugar. (…) Las Partes Contratantes se obligan a mantener en sus respectivas Constituciones el principio de no reelección del Presidente y Vicepresidente de la República (…)”.

Con estas pautas, Estados Unidos estableció las bases políticas del nuevo orden semicolonial en Centroamérica después de la finalización de la primera guerra mundial. Estados Unidos insistió en que las partes contratantes no deben “(…) intervenir, en ninguna circunstancia, directa o indirectamente, en los asuntos políticos internos de otra República Centroamericana, y en no permitir que persona alguna, ya sea nacional, centroamericana o extranjera, organice o fomente trabajos revolucionarios dentro de su territorio contra un Gobierno reconocido de cualquiera otra República Centroamericana. Ninguno de los Gobiernos Contratantes permitirá a las personas que estén bajo su jurisdicción que organicen expediciones armadas o tomen parte en las hostilidades que surjan en un país vecino o suministren dinero o pertrechos de guerra a las partes contendientes”.

La creación de la Guardia Nacional (GN)

En cumplimiento al Convenio sobre Limitación de Armamentos, de marzo de 1923, bajo el gobierno de Carlos Solorzano, el Congreso de Nicaragua aprobó el 14 de mayo de 1925, el Decreto No 28, de creación de la Guardia Nacional, como una institución “ajena a toda influencia política, destinada a mantener el orden social con el triple carácter de policía urbana, policía rural y policía judicial. El Ejército es independiente de la Guardia Nacional, aunque, en caso llegado, ambos deben cooperar a la conservación del orden público en la forma que las leyes determinen (…) El Jefe de la Escuela de Instrucción y los Profesores respectivos podrán ser americanos o de cualquier otra nación extranjera”.

Sin lugar a dudas, mientras todavía existía presencia de tropas norteamericanas en suelo nicaragüense, Estados Unidos se reservó el derecho de dirigir, organizar y entrenar a la nueva Guardia Nacional. El departamento de Estado de los Estados Unidos escogió al mayor retirado, Calvin B. Carter, quien había entrenado tropas nativas durante la ocupación militar norteamericana en Filipinas, como primer comandante de la GN, con un salario mensual de 600 dólares.

La pelea por controlar la GN

Pero en el ínterin, los acontecimientos políticos y el reinicio de la guerra civil entre conservadores y liberales, modificaron los planes originales sobre la creación de la GN, cuyo control fue disputado entre ambas facciones.

Desde 1911 el Partido Conservador había recuperado el poder y controlaba al nuevo Ejército. Conforme el Decreto No 28, la GN estaba destinada a mantener el orden social en su “triple carácter de policía urbana, policía rural y policía judicial”. Pero los conservadores también querían controlar a la nueva GN, reclutando afiliados, expulsando a los liberales.

El “Lomazo” y el inicio de la guerra constitucionalista

El golpe de Estado que el general Emiliano Chamorro ejecutó el 25 de octubre de 1925, conocido como el “Lomazo”, contra el presidente Carlos Solorzano, perteneciente a otra fracción rival dentro del Partido Conservador, que había formado un gobierno de coalición con una fracción del Partido Liberal, representada por Juan Bautista Sacasa, terminó en la renuncia de Solorzano el 13 de marzo de 1926. Al final, el Congreso nombró a Adolfo Diaz, hombre de confianza de Estados Unidos, nuevamente presidente.

 Los liberales reclamaron que, ante la renuncia de Carlos Solorzano, correspondía asumir la presidencia a Juan Bautista Sacasa, dando origen a la guerra constitucionalista de 1926, la que fue apoyada militarmente por México.

Igual que en 1910, las tropas norteamericanas protegieron al gobierno conservador de Adolfo Diaz, cada que vez que los insurgentes liberales avanzaban militarmente, establecían “Zonas neutrales” para contener el avance.

El Pacto del Espino Negro y la lucha antiimperialista de Sandino

Estados Unidos comprendió que el gobierno conservador de Adolfo Diaz no podía sostenerse, porque el Ejército conservador surgido en la rebelión de 1910, estaba en ruinas. El general Jose Maria Moncada negoció, el 4 de mayo de 1917, un armisticio en Tipitapa, con el representante de Estados Unidos, Henry Stimson, en lo que se conoció como el Pacto del Espino Negro. El ejército liberal entregaría las armas a los norteamericanos, y estos que controlaban la GN garantizarían elecciones supervigiladas en 1928, aceptando de antemano que los liberales recuperarían el gobierno. Todos aceptaron, menos el general Augusto C Sandino, quien con solo 30 hombres decidió continuar una guerra de guerrillas en el norte de Nicaragua, contra la ocupación militar norteamericana. Este hecho cambiaría la naturaleza de la GN, tal como fue concebida en 1925.

El rediseño de la Guardia Nacional

Estados Unidos se había puesto como meta retirar a los marines en 1933, pero antes tenia que dejar instalada la Guardia Nacional, que se fogueó en la lucha anti insurgente contra las tropas de Sandino.

Antes de las elecciones de 1928, el gobierno de Adolfo Diaz, firmó un acuerdo con Dana G. Munro, Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Managua, el 22 de diciembre de 1927, el cual fue ratificado dos años después hasta febrero de 1929, después asumió la presidencia el general Jose Maria Moncada, en que se redefinió la naturaleza de la GN.

Ya no sería una institución con “triple carácter de policía urbana, policía rural y policía judicial”, sino que “la Guardia Nacional de Nicaragua se considerará como la única fuerza militar y de Policía de la República, y de que dispondrá el Comandante General para garantizar la paz interior y seguridad de los derechos individuales (…) La Guardia Nacional estará bajo el control del Presidente de la República quien dará todas las órdenes relativas a la Guardia Nacional al Jefe de ella”.

La ocupación norteamericana definió que la GN ocuparía el rol del Ejercito y de la Policía, en una sola institución. Demasiado poder en un país convulsionado por el crack de 1929 y las constantes guerras civiles.

El secretario personal del presidente Moncada era Anastasio Somoza García, un verdadero desconocido, que fue nombrado el 14 de noviembre de 1932, después de largas conspiraciones, como el primer nicaragüense que ocuparía el cargo de Jefe Director de la GN, en sustitución del Gral. Calvin B. Matthews. El presidente Juan Bautista Sacasa ratificó el nombramiento de Somoza en 1933, sin imaginarse que asesinaría al general Sandino al año siguiente, y que el 27 de Mayo de 1936 lo derrocaría mediante un golpe de Estado, apoyándose en el control absoluto de la GN, y que con la complacencia de Estados Unidos instauraría una sangrienta dinastía que duraría más de 43 años.

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