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Por Melchor Benavente

Hace años que no veíamos a los sindicatos sandinistas organizar una marcha contra el Fondo Monetario Internacional (FMI). En términos generales, en los últimos 20 años han sido muy pocas las marchas obreras, casi siempre cuando estas son convocadas se debe a que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) necesita ejercer algún tipo de presión en la mesa de negociaciones. Los bajos niveles de organización, conciencia y movilización de los trabajadores nicaragüenses constituyen una lastimosa excepción en relación a la dinámica de los demás países del área centroamericana.

Nicaragua, la excepción de Centroamérica

Varios factores inciden en esta calamitosa situación. Primero fue la brutal represión de la dictadura somocista, que mantuvo los niveles de sindicalización en apenas un 7% del total de la mano de obra. Los pocos sindicatos eran controlados en su mayoría por el Partido Liberal Nacionalista (PLN)Central General de Trabajadores (CGT) oficialista. de la familia Somoza y la

En segundo lugar, con la revolución del 19 de Julio de 1979, se produjo un boom en la organización de sindicatos, pero estos cayeron rápidamente bajo el control del FSLN, quien utilizó la autoridad moral de haber dirigido una revolución heroica, para terminar reconstruyendo el Estado burgués y la economía capitalista, en un medio de una feroz guerra civil, imponiendo un control totalitario sobre los sindicatos, lo que incidió en su posterior debilitamiento. En la década de los años 80 la clase obrera que trabajaba en la industria manufacturera creada a raíz del Mercado Común Centroamericano (MCCA) fue literalmente barrida de la escena económica.

Las centrales obreras como la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS) dirigida por el Partido Comunista de Nicaragua (PC de N) y la Central General de Trabajadores-independiente (CGT-i) dirigida por una de las fracciones del Partido Socialista de Nicaragua (PSN) fueron perseguidas, sus dirigentes encarcelados y obligados a rendirse ante la poderosa maquinaria de la Central Sandinista de los trabajadores (CST) controlada por el FSLN.

En tercer lugar, con la derrota electoral del FSLN en 1990 se desplomaron los aparatos sindicales del FSLN, y los pocos sindicatos que sobrevivieron fueron utilizados como fuerzas de choque en los conflictos y en las negociaciones que el FSLN establecía periódicamente con los gobiernos neoliberales (Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños). En este periodo de reflujo, los gobiernos neoliberales fomentaron la creación de sindicatos “independientes”, pero la derrota histórica que significó la derrota de la revolución de 1979 no permitió que las centrales derechistas crecieran o tuvieran una real influencia de masas.

Debido a la crisis económica y al debilitamiento numérico de la clase obrera industrial, los principales sindicatos que sobrevivieron estaban concentrados en el sector público: el sector salud agrupado en la Federación de Trabajadores de la Salud (FETSALUD) y el sector educación agrupado en la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (ANDEN). Los empleados públicos de los ministerios y demás entes del Estado sufrieron directamente los planes de movilidad laboral y el resultado fue que la otrora poderosa Unión Nacional de Empleados (UNE) casi desaparece de la escena sindical, pasando de 40,000 afiliados a apenas 6,500.

El Frente Nacional de los Trabajadores (FNT)

Ante el desprestigio de la CST, y como parte de la reorganización de los sindicatos sandinistas para sobrevivir y resistir la ofensiva de los gobiernos neoliberales, como parte de un proceso de readecuación de la dirigencia sindical sandinista, el 28 de abril de 1990 fue fundado el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), asentado en los sindicatos de empleados públicos, quienes protoganizaron importantes luchas de resistencia durante los años 90, pero que fueron manipuladas por el FSLN.

Por el debilitamiento numérico de la clase obrera industrial, y por peso relativo de los empleados públicos en lucha, FETSALUD comenzó a tener mayor beligerancia en la conducción, y el doctor Gustavo Porras se convirtió en el principal y siempre eterno dirigente del FNT. En este período, debido a que el FSLN se encontraba formalmente en la oposición, el FNT agitaba la lucha reivindicativa salarial, con un discurso revolucionario y clasista, logrando mantener cohesionada a su base social, aunque esto no significó un mayor crecimiento de los sindicatos afiliados al mismo.

En el llamado periodo neoliberal (1990-2006) las contradicciones entre la dirigencia sindical sandinista quedaron reflejadas en la división cada vez más abierta entre la CST y el FNT. Estas contradicciones no tuvieron mayor significado hasta que el FSLN recupero el gobierno al ganar las elecciones presidenciales del año 2006.

La lucha contra el FMI

Pero la situación dio un abrupto vuelco con la segunda presidencia de Daniel Ortega. Contrario a lo que la base sandinista esperaba, el actual gobierno mantiene inalterable el rumbo neoliberal de la económica, sosteniendo los planes de austeridad que dicta el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque potenciando el contenido de los programas de asistencia social.

Y aquí es donde el rol del FNT ha cambiado. Antes era una organización que impulsaba las luchas, sirviéndole de instrumento de presión del FSLN en la mesa de negociaciones. En cierta medida jugaba un rol progresivo. Sin embargo, ahora ya no lucha contra el gobierno sino que le sirve a éste en el contradictorio proceso de negociación y regateo con el FMI. Aunque el gobierno de Daniel Ortega ha aplicado en términos generales las orientaciones que dicta el FMI, sería una estupidez negar que existan contradicciones.

En el marco de la solución de estas contradicciones, el FNT sigue jugando el rol de fútil mecanismo de presión social ante el insensible Directorio del FMI. Las contradicciones se pusieron recientemente al rojo vivo, cuando el FMI anuncio que suspendía la cuarta revisión del programa que mantiene con Nicaragua, debido al anuncio de Daniel Ortega, el pasado 30 de abril, cuando anuncio que darían el “bono cristiano, solidario y socialista” de 500 córdobas (25 dólares) a los empleados públicos que ganan menos de 5,500 córdobas (255 dólares)

Aunque el gobernante FSLN tiene la voluntad de mantener la estabilidad macroeconómica y el clima de negocios, existen dos temas extremadamente sensibles en un año preelectoral: el sistema de pensiones y la reforma tributaria.

Reforma al sistema de pensiones

En las próximas elecciones se decide la reelección de Daniel Ortega. Por ello Gustavo Porras ha pegado el grito al cielo contra el FMI: “No es aceptable que ahora quieran venir a imponer que en vez de 750 cotizaciones, sean 1,500 ó 2,000, es absolutamente inaceptable alargarle las posibilidades al sector trabajador de obtener sus jubilaciones”. También existe la propuesta de subir la edad de jubilación de 60 a 65 años, en un país donde la esperanza de vida ronda precisamente los 70 años. Por ello, Luis Barbosa, dirigente de la construcción y del FNT, secundó que “no se deben aceptar las imposiciones del FMI en materia de seguridad social”. (El Nuevo Diario 27/05/2010)

Es justo y necesario desarrollar las más amplia unidad de acción para oponerse al aumento de la edad de jubilación y del número de cotizaciones, pero también se debe luchar por revalorizar las pensiones y mejorar el servicio en los hospitales, donde los ancianos jubilados pasan los peores momentos, mendigando medicinas y atención medica. La deficiente atención en los hospitales no es solo un problema de los jubilados, sino de la totalidad de trabajadores activos que cotizan al INSS, pero que no reciben los beneficios médicos necesarios para una vida digna.

Reforma Tributaria

En una reunión con empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP)“, el presidente Daniel Ortega llamó a la unidad nacional contra las imposiciones del FMI: “La verdadera batalla que tenemos ante el FMI, no es el ‘bono solidario’ que hemos decidido entregar a los trabajadores, es la reforma tributaria, es la suspensión de las exoneraciones fiscales, es la reforma a la ley de la Seguridad Social, medidas que en países como Grecia han provocado caos y violencia (…) Estamos hablando de una situación peligrosa si aplicamos ese tipo de medidas restrictivas en nuestra economía, por eso creo que la única solución es cerrar filas empresarios, gobierno y trabajadores ante el FMI”, (Agencia Xinhua 26/05/2010)

Pero los trabajadores ya tienen muy malas experiencias con los empresarios, con el FSLN y con el propio FNT. Durante la campaña electoral del año 2006, el FSLN prometió elevar la exención del Impuesto sobre la Renta (IR) a los que ganaran 100,000 córdobas al año, pero durante la aprobación de la pasada reforma tributaria, en diciembre del 2009, por un arreglo con los empresarios, los diputados sandinistas, incluido Gustavo Porras, aprobaron que el techo de exención al IR cubriría a las personas que ganan hasta 75 mil córdobas anuales, es decir, 6 mil 250 córdobas mensuales.

Obviamente, que la propuesta de reforma tributaria del FMI es mucho más dura y favorable a los empresarios.

La marcha del 3 de Junio

La protesta contra las imposiciones del FMI no fue masiva pero después de muchos vaivenes se realizó frente al Banco Central de Nicaragua, donde se encuentran las oficinas de la delegación del FMI.

Como era de esperarse, la mayor parte de los manifestantes eran empleados públicos. Manteniendo la unidad de acción contra el FMI, los trabajadores y los jóvenes debemos discutir como perfilar una política independiente del FMI y del gobierno sandinista, que continua aplicando a pies juntillas una política neoliberal, matizando con un discurso antimperialista.

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