precandidatura

Por Sebastián Chavarría Domínguez

Durante las elecciones del año 2006, los liberales marcharon divididos con candidaturas independientes. El Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que controla férreamente el ex presidente Arnoldo Alemán, en una maniobra espectacular para acallar a la oposición interna, levantó la candidatura de dos de sus fundadores  y disidentes: José Rizo Castellón y Antonio Alvarado. Por su parte, la fracción disidente agrupada alrededor de Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) levantó la candidatura de Eduardo Montealegre y Fabricio Cajina, representante del Partido Conservador de Nicaragua.

La división del liberalismo fue alentada hábilmente por el FSLN, lo que garantizó la victoria electoral de Daniel Ortega, y el inicio de un nuevo gobierno sandinista en el año 2007. El triunfo del FSLN, algo impensable para sus opositores, produjo un síndrome en las fracciones del liberalismo, quienes se acusan mutuamente de haber facilitado la división y el triunfo de Daniel Ortega.

El fetiche de las elecciones primarias

El remedio aparente que han encontrado las fracciones liberales para curar ese síndrome pasa por el hecho de que Alemán y Montealegre depongan sus ambiciones personales, y se sometan  a un proceso de elecciones internas con el objetivo de elegir un candidato presidencial. Es como pedirles peras al olmo.

La oposición burguesa siempre toma como ejemplo las elecciones de 1990, cuando 14 pequeños partidos políticos se unieron en la Unión Nacional Opositora (UNO), levantaron la candidatura de Violeta Chamorro, y lograron derrotar electoralmente al FSLN. Sin embargo, esta no es una tarea sencilla, que puede repetirse con facilidad, porque cada coyuntura política obedece a una particular correlación de fuerzas.

Tanto Alemán como Montealegre se han  apropiado de las banderas de la unidad, como requisito para una victoria electoral, aunque ambos saben que esa unidad es imposible. Cada quien juega a debilitar al otro, a recapturar la base de apoyo social, a convertirse en el eje aglutinante de la oposición.

El discurso unitario estaba ligado hasta hace poco a la realización de las elecciones primarias, aunque cada quien lo ha interpretado a su manera. A comienzos de año, Montealegre miraba con recelos las primarias, pero no podía atacarlas en público, solamente se limitaba a expresar dudas: “La preocupación es que se vuelvan a abrir heridas y no se vuelvan a cerrar a tiempo. Yo no tengo ningún problema en competir, si hay jueces imparciales y el padrón no está lleno de miembros del FSLN. Una elección primaria mal hecha puede ser peor”.

Por su parte, Alemán con su estilo jocoso afirmaba: “Nosotros no vamos a entrar si no es por elecciones primarias, con padrón abierto, el buen pagador no necesita garantías”(El Nuevo Diario  18/01/2010).

Profundas causas sociales en la división del liberalismo

La división del liberalismo no es producto solo de ambiciones e intereses personales y particulares de Arnoldo Alemán o Eduardo Montealegre, sino que, para comprender la misma, tenemos que analizar la base social de apoyo  de cada una de estas fracciones, así como los sectores de la clase capitalista que representan.

El gobierno de Arnoldo Alemán (1997-2001) no logró construir un grupo económico sólido alrededor del PLC, a lo sumo pudieron enriquecerse el propio Alemán y su grupo más cercano, pero no logró crear a un nuevo sector burgués o fortalecer a alguno ya existente. Al contrario, Alemán entró en profundas contradicciones con sectores tradicionales de la burguesía, sumamente debilitada por las expropiaciones durante la revolución (1979-1990), quienes le dieron la espalda.

El famoso “pacto” entre el PLC y el FSLN en 1999 tiene profundas raíces sociales y económicas. La dirigencia del PLC representa a esa clase media plebeya que sobrevive económicamente de los cargos públicos. Por eso existe una tendencia natural de la cúpula del PLC a pactar con el FSLN.

Para poder enriquecerse, Alemán tuvo que pactar y hacer concesiones al FSLN, creyendo establecer un esquema de alternancia en el gobierno. Sin embargo, los planes del FSLN eran otros: utilizar la precaria situación de Alemán con la justicia para avanzar en el control de las instituciones y recuperar el gobierno en el año 2006, algo que cumplió a cabalidad.

La fracción de Alemán tiene su base social de apoyo en el campesinado, mientras que Monteleagre tiene su base social de apoyo en los sectores de clase media urbanos. Pero lo más significativo es que ninguno representa a importantes sectores de la burguesía, debido a que los cambios económicos de los últimos 30 años han permitido el surgimiento de una nueva burguesía, ligada al FSLN.

Cayó el telón: no hay primarias

A veces se olvida que en el año 2005, el PLC de Alemán borró las elecciones primarias de sus Estatutos con el objetivo de evitar que Eduardo Montealegre fuese elegido candidato presidencial para las elecciones del año siguiente.

Mientras todos hablaban de las elecciones primarias, Alemán avanzó en su plan: La Convención Nacional del PLC, realizada el 11 de Julio, confirmó la precandidatura de Arnoldo Alemán, quien ofreció  gentilmente la vicepresidencia a Montealegre con derecho a escoger el 50% de candidatos a diputados. Como era de esperarse, la propuesta fue rechazada.

Las reuniones de la Multipartidaria, con el objetivo de preparar las elecciones primarias, parecían más bien una moderna torre de Babel, en donde los partidos no lograban ponerse de acuerdo, sencillamente porque cada fuerza política lo que menos quería era someter los cargos al escrutinio de sus bases.

En esas reuniones preparatorias  participaban, en diferentes bloques, el PLC y sus aliados: El Partido Unionista Centroamericano (PUCA), el Partido Neoliberal (PALI), el Partido Socialdemócrata ( PSD), una fracción del Partido Social Cristiano (PSC). Todos los aliados del PLC son partido minoritarios, sin personalidad jurídica.

En otro bloque, están el Partido Conservador de Nicaragua (PCN), que acaba de recuperar su personalidad jurídica, y una de las fracciones del Partido Liberal Independiente (PLI). En este proceso, el Movimiento Vamos con Eduardo (MVCE) sostiene una extraña pero estrecha coalición con Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), quien mantiene una postura oportunista en la Asamblea Nacional.

La crisis en el proceso de organización de las elecciones internas surgió cuando el PLC propuso que ALN no participara en las elecciones internas, por su colaboración con el FSLN dentro de la Asamblea Nacional, como si el PLC no forma parte de las instituciones del régimen. La CPDH se vio obligada a renunciar de su rol de organizador de las elecciones, argumentando que no se podía imponer posiciones políticas ni excluir a ninguna organización.

Como siempre ocurre en los momentos de crisis, todos los partidos de la oposición burguesa recurrieron al auxilio espiritual de la Iglesia Católica, proponiendo monseñor Bernardo Hombach como nuevo mediador. La repuesta fue casi inmediata: “Como Iglesia no lo vemos oportuno participar en esto, porque la Iglesia es de todos y éste es un asunto político de algunos partidos,” (END 29/07/2010)

Preparando diferentes alternativas

En las pasadas elecciones regionales del caribe, Montealegre estableció una inesperada alianza con ALN, provocando la ira del PLC. En el proceso de organización de las elecciones internas, el PLC trató de dejar por fuera a ALN, y Montealegre volvió a cerrar filas con ellos, incluso enviando al ultraderechista diputado Enrique Quiñonez a representarlos. ¿Cuál es el motivo de este acercamiento de Montealegre con ALN?

Montealegre no tiene un partido con personalidad jurídica. En las elecciones del 2006 fue como candidato de ALN, pero un conflicto interno lo desplazó de esa organización. El año pasado, Montealegre hizo una alianza con el PLI de Godoy pero fue rechazado por la vieja guardia de esa organización, dando origen a una ruptura, que todavía perdura.

Mientras Alemán tiene los sellos del PLC, Montealegre no tiene caballo donde montarse. La alianza de Montealegre presagia una reconciliación con ALN, una repartición de los cargos a diputados.

Montealegre está jugando a varias bandas; por un lado, mantiene el coqueteo con ALN, nos descarta las alianzas con el PLI, pero también trabaja para consolidar la Alianza Patriótica (AP) conformada por el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una de las fracciones del Partido Resistencia Nicaragüense (PRN) y varios organismos de la sociedad civil.

¿Repunte electoral del FSLN?

Al final todo está claro: ninguna de las fracciones liberales quería las elecciones primarias, son incapaces de someterse a la voluntad popular, y cada fracción estaba trabajando en la estrategia de debilitar a la otra, y convertirse en el eje aglutinador de la unidad opositora. No habrá tal unidad opositora, todo indica que una vez más las fracciones liberales van divididos, así como el Partido Conservador también marchará por su lado.

Mientras tanto, el FSLN se frota las manos pacientemente. La reciente encuesta de M&R Consultores  “demuestra que hace cinco años, antes de ir a las elecciones generales, el FSLN contaba con un piso electoral del 18% y al final obtuvo un 38% de votos y ganó las elecciones porque el PLC y  la ALN fueron divididos, creyendo que forzarían una segunda vuelta y que le ganarían a Daniel Ortega. Pero ahora, el FSLN tiene un sorprendente 32% de piso, es decir, que en cinco años ha aumentado un 18% en su base, lo cual es espectacular para cualquier partido y gobierno que se desgasta naturalmente en el poder. Al analizarse el rango de quienes se declaran totalmente independientes, sin incluir a los que se declaran sandinistas y liberales, y la forma en que han votado en el pasado; de cada diez, antes, 7 votaban contra el FSLN, dos se  abstenían y uno le daba el voto a Ortega, pero ahora, de cada diez votos independientes, tres están dispuestos a votar por Ortega, 3 estarían  dispuestos a votar contra el FSLN y cuatro dicen que prefieren quedarse  en su casa, abstenerse y no ir a votar”. (Informe Pastran 30/07/2010)

Saque el lector sus propias conclusiones.

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