Por Sebastián Chavarría Domínguez

El enjambre sísmico que sacudió Nicaragua en abril paralizó por algunas semanas el Diálogo con la Iglesia Católica, que estaba contemplado a realizarse inmediatamente después de semana santa. El ansiado Diálogo inició el 21 de mayo a las 4 pm en la sede la Nunciatura Apostólica

1.- Sobre la familia

Los obispos expusieron diferentes temas relacionados con la familia, reconociendo la labor del gobierno en la eliminación del aborto terapéutico y en oponerse a la unión de homosexuales. “Reconocemos los esfuerzos hechos por el Gobierno por manifestar en los foros internacionales el respeto a la vida del no nacido y reconocer como «matrimonio», en sentido estricto, la unión que proviene del hombre y la mujer”.

En relación a la lucha contra la violencia hacia las mujeres, los obispos reafirmaron su crítica a la implementación de la Ley No. 779: “debemos reconocer que la Ley No. 779 no se ha logrado superar la dolorosa violencia contra la mujer (…) Una ley que no vaya acompañada de una educación integral de las personas es siempre insuficiente. (…) Urge un programa educativo nacional con el fin de superar este problema”.

Aunque no aclararon cuál debe ser el contenido de ese programa educativo nacional, criticaron que “se esté imponiendo en algunos centros educativos la enseñanza de la llamada «ideología de género», (…)” y propusieron en cambio que “se dé igual oportunidad en las escuelas y universidades a la enseñanza de la doctrina moral católica”.

En el tema de la familia, no hay duda que la posición de la Iglesia es absolutamente oscurantista, un regreso al medioevo.

2. Sobre las violaciones a los derechos humanos

Los obispos han retomado la denuncia de la oposición burguesa, en el sentido que el gobierno sandinista está violando los derechos humanos. “En los últimos años han aumentado situaciones y condiciones en donde se practica un trato inhumano cruel y degradante a ciudadanos nacionales y extranjeros, sobre todo en las cárceles de la Dirección de Auxilio Judicial conocida como “El Chipote”.

Y a renglón seguido, solicitaron “el cierre definitivo de las cárceles de “El Chipote” y declarar tal lugar museo nacional”. Pero el problema de la violación de los derechos humanos no se debe a la existencia de una cárcel, sino a la política de represión que el gobierno sandinista ha utilizado no solo contra los activistas de la oposición burguesa, sino contra cualquier movilización independiente.

3.- Sobre el medio ambiente.

A diferencia de la oposición burguesa, que clama por mayores concesiones a los empresarios, sean nacionales o extranjeros, los obispos se oponen a la minería, uno de los rubros de mayor crecimiento bajo el gobierno sandinista.

Los obispos se oponen a la minería: “Le pedimos al Gobierno que exija a las compañías mineras que ya operan en el país, las debidas medidas para proteger la vida de las personas y evitar la contaminación del medio ambiente (…) Proponemos que en relación con la minería se reforme la actual ley sobre “Explotación de riqueza de recursos naturales”.

4. La utilización de valores católicos

Este fue un punto crucial. Los obispos manifestaron su “preocupación por la difusión de políticas estatales sincretistas que distorsionan la vivencia religiosa del pueblo cristiano y entorpecen una respetuosa relación entre Iglesia y Estado. (…). Es sumamente grave que persista la práctica de ofrecer “dádivas” de parte del Gobierno a agentes de pastoral con la finalidad de comprar sus conciencias (…) El apoyo del Estado a las obras de la Iglesia debe hacerse por los debidos canales legales y respetando y distinguiendo tanto la libertad religiosa como la acción puramente política”.

Los obispos presionan para que el gobierno abandone la ideología “cristiana” y deje de comprar curas en las diferentes parroquias. El monopolio de los valores católicos los reclaman para sí, nadie más puede ni debe utilizarlos.

5.- Sobre la institucionalidad

Los obispos reiteraron su demanda de retorno a la institucionalidad. “la concentración de poder, la corrupción gubernamental, la confusión Estado-Partido, el sometimiento de los poderes del Estado a la voluntad del Ejecutivo, el irrespeto a las leyes, la falta de seguridad jurídica, el tráfico de influencias, la intolerancia política, el dominio sobre la casi totalidad de las alcaldías del país, hasta llegar a las últimas reformas constitucionales”.

Y como remedio a esta situación, plantearon dos salidas: la “realización de un «Gran Diálogo Nacional» en el que participen todos los sectores del país”, y la reorganización del Consejo Supremo Electoral “(…) con nuevos y honorables miembros al frente, en el que brille sin ningún tipo de duda, la voluntad popular”.

Las dos salidas que plantearon los obispos resultan contradictorias con el régimen bonapartista. El gobierno sandinista no hará concesiones hasta que las circunstancias aprieten, pero sí harán algunas concesiones económicas a la Iglesia Católica, para calmar las críticas constantes de los obispos.

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