José Adán Aguerri, presidente del COSEP, y Roberto Gonzalez, Secretario General de la CST, intercambian discursos conciliadores en el acto de celebración del 35 aniversario de la CST.

Por Melchor Benavente

En el marco de las actividades de celebración del 35 aniversario del triunfo de la insurrección sobre el somocismo, el pasado sábado 26 de Julio, en la ciudad de Managua, la Central Sandinista de los Trabajadores (CST) celebró también el 35 aniversario 35 de su fundación.

Verdadero origen de la CST

No podía ser de otra manera porque el origen de esta central obrera lo encontramos en el triunfo de la revolución de 1979. Bajo el somocismo los trabajadores sufrían represión y desorganización. Solo el 5% de los trabajadores estaban sindicalizados, en su mayoría bajo la entonces oficialista Central General de los Trabajadores (CGT), ligada al Partido Liberal de Somoza. Fue con la destrucción de la Guardia Nacional (GN), el 19 de Julio de 1979, que se operó un masivo proceso de sindicalización de los trabajadores de la ciudad y el campo.

Los trotskistas contribuimos con nuestro granito de arena. La Brigada Simón Bolívar (BSB), formada por combatientes internacionalistas que combatieron en el Frente Sur y en Bluefields, en su mayoría militantes trotskistas nicaragüenses y latinoamericanos, contribuyeron a organizar los primeros sindicatos en la zona industrial de Managua.

Debido a que la BSB se oponía al desarme de las milicias, el 14 de Agosto de 1979, la Dirección Nacional Conjunta del FSLN ordenó capturar a los integrantes de la BSB, quienes fueron apresados y desarmados. Los combatientes latinoamericanos deportados a Panamá, donde fueron golpeados, fichados y enviados a sus países de origen. Todos los sindicatos organizados por la BSB fueron controlados posteriormente por el FSLN, dando origen y fuerza a la CST.

Auge y declive de los sindicatos

Pero bajo la revolución (1979-1990) los sindicatos fueron subordinados a las políticas del gobierno sandinista, que consistía en mantener con vida el capitalismo bajo la forma de “economía mixta”, imponiendo duras políticas de austeridad que acabaron minando por dentro a los sindicatos.

Para el año 1990, la clase obrera industrial había desaparecido como sujeto social de la revolución y del escenario político. Los sindicatos se convirtieron en simples cascarones sin contenido. La crisis de la CST y de todas las organizaciones de masas del sandinismo, era evidente.

El surgimiento del FNT

El Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) se formó después de la derrota electoral del FSLN en 1990, como una nueva organización, aparentemente con cierta autonomía en relación al FSLN, que se encargó de organizar huelgas contra los 16 años de gobiernos del llamando periodo neoliberal (1990-2006).

Pero estas huelgas, más que luchar por los intereses propios de los trabajadores, fueron utilizadas en la mayoría de los casos como un mecanismo de presión callejero del FSLN para obligar, con barricadas, tomas y morterazos, a negociar a los gobiernos de turno.

Permanece la división de la burocracia sindical sandinista

El FNT vino a sustituir a la otrora poderosa Unión Nacional de Empleados (UNE), organización que se extinguió lentamente, porque en cada negociación con los gobiernos de turno se aprobaban los planes de conversión ocupacional, que redujeron la cantidad de empleados públicos.

Mientras la CST quedó inmersa en los pocos sindicatos de obreros industriales, el FNT se atrincheró en los antiguos bastiones de UNE y en los trabajadores de la salud. Tanto las burocracias sindicales de la CST, como del FNT, obedecen a pies juntillas las orientaciones del presidente Daniel Ortega, pero permanece cada quien replegado en su área de influencia tradicional.

El guiño de ojos con el COSEP

No existen diferencias políticas entre Roberto González y Gustavo Porras, secretarios generales de la CST y del FNT, respectivamente, salvos algunos matices de comportamiento. Mientras el FNT ha consolidado su influencia en los empleados públicos y maneja un discurso más agresivo contra los partidos políticos de la oposición burguesa, la CST permanece en el sector industrial y de la construcción, y es tremendamente conciliadora con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y de la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (Amcham), en temas torales como la revisión del salario mínimo, y la política de sindicalización pasiva en las maquilas de las Zonas Francas.

En el acto de celebración del 35 aniversario de la CST, celebrado en la Casa del Obrero, en Managua, asistió como invitado de honor nada menos que el empresario José Adán Aguerri, presidente del COSEP, quien en su discurso expresó lo siguiente: “Tenemos desafíos muy grandes estamos pasando una situación económica compleja este año… lo importante es que indistintamente de las diferencias que siempre existen entre las organizaciones empresariales y sindicales existe ese posicionamiento de seguir trabajando unidos y seguir buscando las respuestas a través del diálogo social”.

Por su parte, Roberto González en su discurso confirmó que han roto los tabúes: “Máximo cuando el presidente Ortega al asumir el gobierno lanzó el planteamiento de que hubiera una gran alianza tripartita gobierno-empresarios-trabajadores, ratificamos esta voluntad de diálogo con el sector empresarial y la voluntad que tenemos de continuar haciendo esfuerzos juntos para sacar al país adelante” (Informe Pastrán, 29/7/2014)

De la gran CST de la época de la revolución, solo queda el membrete y las banderas roídas y humeantes. Los trabajadores nicaragüenses necesitamos nuevos sindicatos y nuevas centrales obreras, que defiendan al trabajador de la voracidad de los empresarios.

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