Por Aquiles Izaguirre.

El pasado 7 de mayo, los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) deciden hacer una movilización interna en contra del gobierno y las atrocidades cometidas por el mismo en su intento de reprimir la insurrección urbana acaecida los días 19 y 20 de abril. Esta movilización no fue fortuita, fue la respuesta al intento de desmovilización que intentaron hacer las “autoridades universitarias” y la posición aberrante de los directivos de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN). La respuesta de la comunidad universitaria a la represión del dictador se expresó en dos vertientes, una que buscaba derrotar políticamente a la burocracia de UNEN y la segunda, exigir la renuncia del dictador Ortega, principal responsable de las masacres de abril.

Desgasta desmoviliza y vencerás.

Desde los primeros focos de lucha estudiantil en contra de las reformas al INSS, el gobierno y las autoridades universitarias han demostrado estar aliadas. La táctica del gobierno fue aplicada con astucia por las autoridades universitarias en todos los recintos, se trataba de desmovilizar a los estudiantes, la vanguardia de la lucha en contra la dictadura. Suspendieron clases en casi todos los locales que no estaban tomados, a excepción de la UPOLI, liberada por los estudiantes en búsqueda de refugio para defenderse contra la cruda masacre del gobierno.

La táctica fue simple, intentar apaciguar las aguas y tantear si podían controlar la indignación estudiantil, hacer una especie de catarsis en las aulas, donde los estudiantes desahogaran psíquicamente sus frustraciones en contra del régimen. Pero en la UNAN su primer intento fracasó, los estudiantes se movilizaron y respondieron instintivamente, a eso de las 2 de la tarde, al ver que no les funcionó su catarsis, las autoridades universitarias intentan volver a su maniobra original, suspendieron clases a sabiendas que, si la tónica seguía, la inmensa masa estudiantil podría articularse con fiera fuerza en contra de la dictadura. Los estudiantes movilizados entendieron la maniobra y decidieron tomarse el recinto, sin lugar a dudas una respuesta rápida, pero que no permitió hacer una toma más política y con cimientos democráticos sólidos, por decirlo así, se necesitaba trabajar el tema de las asambleas estudiantiles por carrera y facultades como herramientas de lucha democráticas en contra de la tradición bonapartista y caudillista impuesta por la burocracia de UNEN.

La toma de la UNAN está por completar tres semanas, junto con la de la UPOLI y Agraria son los tres recintos universitarios que están en pie de lucha contra el régimen de Daniel Ortega. Es obvio que el régimen está intentando por todos sus medios desgastar la lucha, golpeando por la madrugada en incursiones selectivas disparando a los estudiantes cuando están cansados, mandando mensajes sugestivos haciéndoles creer que los grupos paramilitares les atacaran a toda hora, mandando docentes encubiertos junto a personeros de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC)C para desmontar las barricadas defensivas, pero sobre todo, este gastaste busca optimizar la desmovilización de la inmensa mayoría de los estudiantes que no están en los recintos.

La vanguardia de la lucha contra Ortega.

La lucha estudiantil, rápidamente se transformó en un símbolo político en el país. Nicaragua entera vio con inspiración a esta generación universitaria que se levantó contra la ignominia, cuan mayo del 68 miles de jóvenes se han movilizado, teniendo un parto político abrupto, rescatando instintivamente las tradiciones de lucha estudiantiles sepultadas por la burocracia aburguesada de UNEN y el FSLN. Para tragueadas quedaron los dirigentes guerrilleros con la mística revolucionaria, ahora son un simple remedo de dirigentes que se alegran con repartirse los bienes del pueblo, esa es la tragedia de UNEN y en parte la lucha que tiene que entablar esta generación.

Las tomas de los recintos, más que definir una guerra militar contra Ortega, son símbolos de lucha, en los que el pueblo ve la aurora, un nuevo amanecer de la penumbra en que nos ha sumergido el Orteguismo, por ende, hay que mejorar muchas aspectos políticos y estratégicos.

Por una parte, los estudiantes tenemos que romper con esos viejos esquemas del caudillismo y prestigismo, no podemos permitir que ese germen de la dictadura corroa nuevamente los cimientos de esta nueva generación. Debemos democratizar los espacios, dejar de ver a las bases de las tomas como simples peones, hay que enseñarles a los dirigentes que ellos deben estar supeditados a sus bases y no lo contrario, sino gestaremos nuevos comandantes que sean vistos como divinidades todopoderosas y distantes a sus bases y la realidad del país. Las asambleas deben de decidir la política de la toma, ELEGIR DEMOCRÁTICAMENTE A SUS REPRESENTANTES Y ÓRGANOS DE PODER, sin este simple ejercicio democrático, nuestra lucha pierde la fuerza que nuestro tiempo y sociedad nos exige. Asimismo, hay que politizar a los compañeros en las tomas, educarnos sobre cuales son los objetivos de la lucha y como se articulará, esta no es una simple lucha militar, es una lucha política por derrocar un régimen genocida. Por ende, es necesario también coordinar y supeditar a los compañeros que representan a la juventud y las universidades en las negociaciones que estén o vengan con el gobierno. Ellos han jugado un papel importante, pero aquí no se trata de personas, sino de miles de jóvenes que deben ser escuchados y que exigen la salida del ahora dictador Daniel Ortega.

Luchar, reflexionar y discutir

Los jóvenes debemos comprender que nuestra lucha no es sólo por derrocar a Ortega, sino que pasa por refundar nuestro país con cimientos fuertes, en donde los gobernantes no decidan arbitrariamente el destino del pueblo, sino que ellos estén supeditados a las leyes y al soberano. Nuestra Constitución quedó transformada en una vulgar copla, reservada para las arengas leguleyas, en los hechos estamos en estado de sitio, con paramilitares que asedian y asesinan al pueblo, al parecer el gobierno de Ortega copia muy bien el modelo de desaparición de su homólogo Juan Orlando Hernández y compañía. Por ende, los recintos debemos agarrar el toro por los cuernos, y hacer un llamado al COSEP, los sindicatos, la sociedad civil y el pueblo en general a hacer un paro nacional de 24 horas para iniciar la caída del dictador y llamar inmediatamente a una asamblea nacional constituyente que cambie las estructuras de poder en donde el Orteguismo se quiere refugiar. El panorama es complejo, pero somos los estudiantes lo llamados a abanderar esta nueva lucha contra la dictadura de Daniel Ortega.

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