Por Victoriano Sánchez

La crisis de la llamada Coalición Nacional es más que evidente. Las nuevas organizaciones que surgieron de la rebelión de abril, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), cometieron el error de crear una alianza electoral antes de haber definido las condiciones de las futuras elecciones, todavía no se sabe si habrá reforma electoral, y para colmos se entregaron en brazos de los partidos “zancudos”, colaboracionistas.

La Coalición Nacional ha sido proclamada en varias oportunidades: el 15 de enero, el 25 de febrero y después el 25 de junio, pero sigue trabada interna en disputas por el control de la misma. Los partidos zancudos hicieron un bloque contra la ACJD y la UNAB, bloqueando la participación de los grupos estudiantiles y juveniles que han logrado sobrevivir a la represión.

La urgente reunión con Michel Kozak

Mientras la crisis de la dictadura se agudiza cada vez más, no existe una oposición beligerante que goce de apoyo popular. Según las últimas encuestas, más del 70% de la población rechaza a los partidos actuales. El resultado es que ante el enorme vacío de oposición, la dictadura logra sobrevivir. Esta contradicción, al parecer, ha preocupado al Departamento de Estado de Estados Unidos, quienes temen que la dictadura Ortega-Murillo termine imponiéndose en la batalla electoral del 2021 ante una oposición políticamente incapaz.

En un acto inusual, el pasado 12 de agosto, Michael Kozak, subsecretario de Estado para América Latina, se reunió en una conferencia virtual con los representantes de la ACJD, UNAB y Movimiento Campesino (MC), sin presencia de los partidos zancudos que están en la Coalición Nacional, a pesar que el MC es un fiel aliado del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán.

Las declaraciones de quienes participaron en esa reunión fueron varadas, hasta contradictorias. Ninguno ha dicho la verdad. El hecho que no asistieran los partidos zancudos muestra la preocupación del Departamento de Estado, por las alianzas que la ACJD y la UNAB establecieron con ellos. Pero las organizaciones sociales como la ACJD (donde participan las cámaras empresariales) y la UNAB no pueden enfrentar una campaña electoral, necesitan una casilla electoral. Y este hecho los hace dependientes de los partidos existentes.

Ese es el gran dilema. La ACJD y la UNAB no han querido convertirse en un partido político, prefieren seguir llamándose “organizaciones de la sociedad civil”. La no inclusión de los partidos zancudos, nos indica que la prioridad de Estados Unidos es la incorporación del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) a una nueva alianza electoral, que puede ser la misma Coalición Nacional reconvertida, o una nueva organización cuya creación todavía es difícil de precisar.

La ACJD y la UNAB están subordinadas

Las dos expresiones políticas de la rebelión de abril, al final de cuentas no manejan una política independiente, sino que siguen el guion que ha establecido la administración Trump, que le permitió a la dictadura llegar hasta donde esta, y que ahora se ve forzada a presionar con sanciones para obligar a la dictadura a aprobar una reforma electoral que permita elecciones vigiladas, que serían la transición hacia un nuevo gobierno.

Tanto la ACJD y la UNAB reciben fondos de las agencias norteamericanas y europeas, y esta dependencia económica impide que estas organizaciones manejen una política independiente. El caso de la ACJD es más grave, porque el COSEP y AMCHAM reflejan las posiciones del gran capital. Y la UNAB siempre a la cola de la ACJD. Por eso es que no hay una oposición beligerante, que plante el camino a seguir para derrotar a la dictadura.

La represión de la dictadura, por un lado, y la incapacidad de la ACJD y la UNAB, por el otro, se combinan para acentuar un vacío de dirección. La población tiene razón en rechazar a los partidos existentes.

Por una nueva alternativa política

Una vez más, no nos cansaremos de insistir que los diferentes grupos juveniles y estudiantiles, así como los grupos de autoconvocados que todavía sobreviven, necesitamos crear una nueva alternativa política, para dar la batalla político-electoral, pero sobre todo para garantizar la organización y movilización popular.

Las condiciones de las elecciones del 2021, no están claras todavía. Si hay condiciones, debemos librar una lucha enarbolando las banderas independientes de las reivindicaciones populares.

La unidad o alianza opositora con presencia de los empresarios no augura nada bueno, por eso debemos construir una alternativa independiente.

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