Nos tomamos la palabra, alzamos la voz, nos rebelamos, promovemos la sublevación, la insurrección y nos declaramos sediciosas. Nos movilizamos desde un posicionamiento político que plantea de forma urgente un proceso revolucionario que solo puede construirse a través de la organización y la movilización popular.

Por eso hoy 1 de mayo, día en que se conmemoran las luchas proletarias por la dignificación humana, nos tomamos la palabra, para recordar al pueblo hondureño que no hay nada que celebrar, que en Honduras lejos de avanzar en la construcción de dignidad para las personas, cada día el empleo es más precario y el desempleo crece, haciendo de la vida cotidiana una lucha contra el empobrecimiento y la supervivencia.

Nosotras, las feministas, estamos aquí para reclamar, exigir y luchar contra el patrón, para romper las cadenas del capitalismo que hoy condenan a la miseria y el despojo a millones de personas en el mundo, hoy caminamos como parte del pueblo construyendo los caminos de la emancipación.

Pero también hoy, mientras caminamos luchando contra el patrón, la mayoría de quienes caminan con nosotras han olvidado la explotación que es motor fundamental del sistema capitalista: el trabajo de reproducción de la fuerza de trabajo. ¿Qué sería del capitalismo sin las mujeres en la casa como incubadoras gratuitas de obreros? ¿Por qué su resistencia a reconocer las labores de cuidado y de reproducción cómo trabajo? ¿Cuántos de ustedes compañeros, estarían dispuestos a cocinar, lavar, planchar, parir, educar y cuidar eternamente sin un salario? ¿Acaso no es ésta una explotación similar a la del patrón contra los trabajadores y trabajadoras?

Por eso hoy, no podemos caminar con ustedes sin recordarles que después de la jornada de explotación en la calle, volvemos a nuestras casas a vivir la explotación de los obreros y que mientras estas relaciones de explotación se perpetúen, ninguna revolución será posible y las cadenas del capitalismo-racismo-patriarcado permanecerán inamovibles haciendo de nuestras vidas, suyas y nuestras, una condena.

Hoy, mientras caminamos haciendo camino, corren por nuestras venas la sabiduría de nuestras ancestras y nos mueve la fuerza de las que antes abrieron para nosotras los senderos de la lucha y emancipación; hoy en nuestras caras, en nuestros gritos y en nuestras consignas están vivas: Graciela Amaya, Dolores Caballero, Visitación Padilla, Clementina Suárez y todas las demás a las que el patriarcado condenó al olvido. Hoy sus voces y las nuestras gritan en un solo grito:

¡Acabemos con la doble explotación: la del obrero y la del patrón!

¡La revolución será feminista o no será!

Circulo de Estudio Feminista

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