Por Orson Mojica

Después de arrastrar una crisis crónica en los últimos años, la Organización de Estados Americanos (OEA), a través de Luis Almagro, inició una ofensiva política contra el gobierno de Nicolás Maduro para forzarlo a negociar con la oposición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la convocatoria al referéndum revocatorio para realizarse este año.

El día martes 31 de Mayo, Luis Almagro, ex canciller uruguayo y ahora Secretario General de la OEA, después de un intenso cabildeo, decidió invocar el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, suscrita por todos los países de América Latina en el año 2001.

La Carta Democrática: arma contra los gobiernos populistas

La suscripción de este engañoso tratado de defensa de la democracia burguesa, fue promovida por el gobierno de Estados Unidos ante el ascenso de gobiernos populistas de izquierda en América Latina.

Hugo Chávez tomo posesión como Presidente de Venezuela en Febrero de 1999, iniciando un ciclo de auge de gobiernos. No fue una casualidad que el tratado sobre la Carta Democrática Interamericana, fuera aprobada el 11 de septiembre de 2001, en una sesión especial de la Asamblea de la OEA en Lima, Perú. La trascendencia de la Carta Democrática no era percibida por la algarabía de las fuerzas nacionalistas que ascendían al gobierno por medio de los votos.

Estos gobiernos, aunque mantuvieron incólume el sistema capitalista, renegociaron con las transnacionales las tasas de ganancia y aprovecharon el boom de las exportaciones para implementar programas asistencialistas, pero mantuvieron algún grado de enfrentamientos o roces con el imperialismo, especialmente en los casos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, desarrollando regímenes bonapartistas, más o menos fuertes, con características propias en cada caso particular.

Pero la crisis del capitalismo, la baja del precio de las materias primas, ha agudizado la crisis económica de estos gobiernos nacionalistas, aumentando la penuria de las masas. Todos los gobiernos populistas de izquierda de América Latina están en crisis.

Mientras se produjo el boom exportador de materias primas, y estos gobiernos populistas garantizaban mínimamente condiciones de vida aceptables para las masas, no era necesario invocar la Carta Democrática de la OEA

Pero la crisis capitalista, y el descenso de los precios del petróleo, ha provocado dificultades económicas, endureciendo los regímenes bonapartistas que tratan a toda costa de mantenerse en el poder, limitando las libertades democráticas, siendo el caso más emblemático el del chavismo en Venezuela. Aquí es donde se activa el seguro de la Carta Democrática de la OEA.

La bandera de la defensa de la democracia burguesa y la defensa de los derechos humanos se han transformado en las principales armas políticas e ideológicas del imperialismo norteamericano contra los gobiernos nacionalistas de izquierda en América Latina.

La crisis en Venezuela y los errores del chavismo

Venezuela es el país del ALBA donde la crisis económica se siente con todo su furor, por el desplome de los precios del petróleo, la principal fuente de divisas. De ser el principal sostén del ALBA, Venezuela ha caído en el abismo, con un violento descenso de los niveles de vida y de consumo de las masas populares. Todas las conquistas materiales que obtuvieron las masas en el primer periodo del chavismo, cuando Chávez vivía y los precios del petróleo eran altísimos, se han esfumado. Esta es la base material que alimenta una ruptura de importantes sectores de masas con su antigua conducción chavista.

Cuando el petróleo se vendía a precios altísimos, Chávez logró infligir graves derrotas electorales a sus adversarios. Pero esa situación ya no existe. El año pasado la oposición derechista venezolana logró obtener la mayoría absoluta dentro de la Asamblea Nacional, algo impensable hace algunos años, asestando un duro golpe político al chavismo.

La crisis económica es una dura realidad, nadie lo puede negar, pero esta crisis de ha agudizado por el modelo asistencialista del chavismo, agravada con el hecho que Venezuela nunca rompió su dependencia del petróleo. El presidente Nicolás Maduro y el gobernante PSUV, estaban en la obligación de cambiar el modelo fracasado, dotarse de una política para combatir la crisis capitalista y evitar la penuria del movimiento de masas, pero no lo hicieron.

El ALBA fue un espejismo, una deformación del pensamiento latinoamericanista de Simón Bolívar, porque no propugnó por la real integración económica de los países miembros, sino por un mayor intercambio comercial que fortalecía a una burguesía compradora, la llamada “boli burguesía”, que manejaba y se enriquecía con el cuantioso presupuesto venezolano. Cuba salió beneficiada porque obtuvo un respiro con el crédito de la factura petrolera, pero no hay nada más que mencionar.

El bonapartismo reaccionario de Nicolás Maduro

Ahora, en periodo de crisis, pocos dólares que reúnen el gobierno de Maduro son otorgados a los empresarios, se priorizan gastos superfluos en vez de garantizar el abastecimiento popular. Los salarios se deterioran rápidamente, debilitando a los trabajadores y con ello una posible alternativa revolucionaria de izquierda. El hambre y la miseria se han apoderado de Venezuela, acrecentando el descontento popular.

El cerco se estrecha cada vez más. El chavismo sufre una erosión social, resiste estáticamente las embestidas de la derecha, atrincherado en las instituciones como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), destapando las características antidemocráticas del régimen bonapartista, limitando las libertades democráticas.

Con el pretexto de contener el avance de la derecha, el gobierno de Nicolás Maduro, reprime las huelgas y cualquier manifestación de protesta de los trabajadores, al mismo tiempo que reprime las manifestaciones políticas de la oposición derechista.

El régimen bonapartista sui generis de la época de Hugo Chávez ha sido sustituido por un bonapartismo reaccionario, antidemocrático.

El bonapartismo de Maduro es cada vez más reaccionario, al grado tal que, ante la recolecta de firmas y petición de la oposición derechista para convocar a un referendo revocatorio, un derecho democrático elemental rescatado por el chavismo y plasmado en la Constitución actual, el gobierno de Nicolás Maduro niega esa posibilidad y contradice los propios orígenes democráticos del chavismo.

El chavismo resiste para negociar

El descontento popular contra el gobierno de Nicolás Maduro crece día a día, por eso la oposición derechista insiste en revocar el mandato presidencial de Nicolás Maduro, para recuperar el poder perdido en 1999.

Por su parte, el chavismo ha tenido una política dual. Por un lado, inicia negociaciones en República Dominicana, con la mediación del expresidente español, Luis Rodríguez Zapatero. Por el otro lado, resiste, contiene la respiración, tratando de imponer una negociación que permita la sobrevivencia del gobierno de Maduro, o en el peor de los casos aceptar el referendo revocatorio hasta el próximo año, para diferir la caída del gobierno de Maduro, y que sea sustituido por el vicepresidente Jorge Arreaza. Todo en la perspectiva de que los precios del petróleo vuelvan a subir, y superar de esta manera la crisis económica.

Las reuniones preparatorias de la OEA

En la reunión de cancilleres de la OEA, realizada en República Dominicana, estos se mostraron conciliadores y acordaron que la asamblea general no conocerá la crisis en Venezuela, sino el Consejo Permanente de la OEA el 23 de Junio en Washington. Danilo Medina, presidente de República Dominicana, expresó: “(…) apoyamos sin reservas todas las iniciativas de diálogo que conduzcan, con apego a la Constitución y el pleno respeto a los derechos humanos, a la resolución de la efectiva diferencia entre los sectores políticos. En especial respaldamos la iniciativa puesta en marcha en nuestro país por UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) con el concurso de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá para la reapertura de un diálogo efectivo entre el Gobierno venezolano y los sectores de oposición".

Mientras tanto, John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, presionó por la liberación de Leopoldo López y otros dirigentes de la derecha prisioneros del chavismo, y por la convocatoria al referendo revocatorio como una salida electoral a la crisis.

No cabe la menor duda que hay un proceso de negociación en marcha, desde UNASUR y en la propia OEA, aunque no están claros sus resultados

La salida pasa por convocar a una Asamblea Nacional Constituyente y luchar contra la crisis económica

Ninguna maniobra política está garantizada debido a la gravedad de la crisis económica en Venezuela. El país está el borde de la guerra civil. Sectores el Ejercito han manifestado su descontento contra el gobierno de Maduro, al que acusan de traicionar el legado de Hugo Chávez. A diario se producen saqueos de la población hambrienta, las que son reprimidas violentamente. Estamos ante un Caracazo en cámara lenta, diferido, porque el chavismo aún conserva el control.

En realidad, el referendo revocatorio es una maniobra de la derecha y una trampa mortal que busca canalizar el descontento popular a las instituciones de la democracia burguesa. Si bien es cierto el referendo revocatorio constituye un derecho democrático del pueblo venezolano, las intenciones son siniestras.

Por ello, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) consideramos que para defender las pocas conquistas de la revolución democrática chavista que aún quedan en pie, se requiere convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que discuta como tema central como salir de la crisis económica, como romper la dependencia de los precios del petróleo y proceda a una reorganización democrática del Estado.

Es necesario que el pueblo venezolano decida su futuro sin injerencias imperialistas o de sus títeres de la OEA, llamamos a rechazar la injerencia de la OEA y del imperialismo norteamericano en la crisis venezolana.

Llamamos a la izquierda de Venezuela, al movimiento obrero, a cerrar filas en torno a un programa revolucionario que permita imponer el monopolio del comercio exterior, para que las divisas sean usadas en programas de abastecimiento popular. De igual manera, se requiere imponer el control de los trabajadores sobre la producción y distribución de productos, para evitar la especulación y la corrupción.

Llamamos a los sectores de izquierda dentro del chavismo a desmarcarse y romper con el gobierno de Nicolás Maduro y a luchar consecuentemente por los postulados democráticos que dicen defender.

La lucha contra la crisis económica pasa por aprobar de inmediato medidas de control sobre las empresas, garantizado el salario justo y el poder adquisitivo de la clase trabajadora.

El otro camino conduce a caer en la trampa democrática que el imperialismo y sus agentes han venido tejiendo pacientemente, esperando este momento oportuno.

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