Por Orson Mojica

El ascenso de Evo Morales a la presidencia de Bolivia en el año 2006 fue un acontecimiento histórico, producto de largas luchas de los años anteriores. El primer presidente indígena en un país de amplia mayoría indígena.

El triunfo de Evo Morales fue parte del fenómeno político de surgimiento de gobiernos “progresistas” en América Latina, que tuvieron como sustento material el auge de los precios internacionales de materias primas, lo que les permitió consolidar por un corto espacio de tiempo una base social o clientela política, a través de los programas de asistencia social hacia los sectores más vulnerables.

Auge y agotamiento del modelo económico

En el caso de Bolivia, Evo Morales renacionalizó el petróleo, el gas, renegoció las concesiones mineras y últimamente la explotación del litio, obteniendo recursos económicos que utilizados de manera prudente permitieron dinamizar el mercado interno.

De esta manera, desde el Estado se impulsó el dinamismo económico que permitió a la economía boliviana crecer a una tasa promedio anual del 4,9%. Los resultados del largo periodo presidencial de Evo Morales fueron sorprendentes: la pobreza se redujo del 59% al 35%. En ese mismo periodo, el coeficiente de Gini de desigualdad bajó de 0,60 a 0,47.

No obstante, en el ultimo periodo, el modelo de desarrollo económico basado en el extractivismo y la venta de los recursos naturales, estaba dando síntomas de agotamiento, producto de la baja de los precios internacionales de las materias primas y del reinicio de la crisis económica internacional. Al entrar menos divisas, aumentó la deuda pública y el déficit fiscal. El mismo fenómeno que ocurrió en Venezuela, Argentina y Ecuador.

En los últimos cinco años (2014- 2019) la deuda pública -incluyendo la deuda con el sector público financiero- aumentó de 38% a cerca de 53% del PIB. Las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia disminuyeron de US$15.1 mil millones (46% del PIB) en 2014 a cerca de US$8.0 mil millones (20% del PIB) a mediados de 2019. De igual manera, los depósitos del sector público cayeron de 24% a alrededor de 13%.

Los desbalances macroeconómicos encendieron las alarmas entre los grupos empresariales, pero Evo Morales decidió postergar los ajustes neoliberales hasta después de haber obtenido su cuarta reelección continua.

El régimen Bonapartista de Evo Morales

En las elecciones adelantadas del año 2005, el partido Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, obtuvo el 53,72 de los votos, obteniendo 72 diputados de los 130 que componen la asamblea legislativa, y 12 bancas de las 27 que componen el Senado. Con esta mayoría, Evo Morales convocó al año siguiente a una Asamblea Nacional Constituyente que redactó la nueva Constitución del año 2007 (la última había sido aprobada en 1944), la que fue ratificada mediante un referéndum que obtuvo la aprobación del 61% de los votantes, con una participación del 90% del padrón electoral. En el año 2009 fue reelegido con el 64,22% de lo votos, y en el año 2014 fue reelegido con el 63,3% de los votos.

Teniendo a su favor un contexto económico favorable, Evo Morales impuso en 2009 una Constitución a su medida que, conservando las formalidades de la democracia burguesa y la división de poderes, en realidad le permitió consolidar un régimen político bonapartista que lo convertido en el gran arbitro entre las clases sociales en pugna. Un fenómeno bastante parecido, pero mucho menor, al chavismo en Venezuela.

Con abundantes recursos económicos a su disposición, Evo Morales logró captar a la mayoría de la burocracia sindical de la legendaria Confederación Obrera Boliviana (COB), castigando y criminalizando a los opositores. En cierta medida, Evo Morales creo una especie de corporativismo, incorporando muchas centrales obreras, campesinas, organismos populares y movimientos sociales a las instancias del Estado burgues, pero sin que estos tuvieran capadicidad de decision, mas bien para disciplinarlos en relacion a las politicas oficiales. En este proceso de captacion y control sobre los organismos de masas, buena parte de la izquierda le claudicó y se supeditó a las politicas del MAS. Hubo intentos de crear un Partido de los Trabajadores (PT), independiente de las politicas de Evo Morales, pero este finalmente logró desarticularlo. Con ese manto de masas, pero teniendolas bajo su control, la hegemonía del MAS se impuso en casi todas las instituciones del Estado, la oposición en general estaba acorralada y con escasos márgenes de actuación.

Aunque Evo Morales impulsó el reconocimiento de los indígenas, también los reprimió. El caso mas emblemático de este enfrentamiento fue la represión contra la Gran Marcha por el respeto del derecho a la consulta y contra la imposición de la construcción de una carretera a través del Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro Secure (TIPNIS), en agosto del 2011.

Los sucesivos gobiernos de Evo Morales se caracterizaron por reprimir la protesta social independiente, criminalizando a sus dirigentes, con duras penas de cárcel.

La relación de Evo Morales con las Fuerzas Armadas

Contra todo pronóstico, Evo Morales logró establecer, mediante una serie de movimientos, un acuerdo con la cúpula militar y policial, que en términos generales no cuestionó su bonapartismo, pero a cambio de enormes prebendas materiales.

Una de las primeras medidas de Evo Morales, para garantizarse la fidelidad del Ejercito, fue mandar a retiro a dos promociones del alto mando militar, promoviendo y ascendiendo a los oficiales de más baja graduación y que provienen de sectores plebeyos. Fue la mayor purga militar desde la revolución de 1952.

Además, Evo Morales, copiando los consejos de Hugo Chávez, incorporó a esta nueva cúpula militar a la administración de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), procurando despertar en ellos el olvidado postulado de “Revolución Militar Socialista”, que impulsaron los generales David Toro (1936-1937) y Germán Busch (1937-1939) después del golpe de Estado contra el gobierno de Daniel Salamanca Urey. Los generales Toro y Bush impulsaron importantes reformas sociales y económicas, como la ampliación de derechos sociales y la reversión al Estado de todos los bienes y concesiones otorgadas a la empresa petrolífera estadounidense Standard Oil, que finalizó precisamente con la fundación de YPFB.

No obstante, a pesar de la relación privilegiada de Evo Morales con los militares, en abril y mayo del 2014 se produjo una rebelión de suboficiales, precisamente porque los privilegios económicos quedaban en manos de la alta cúpula militar. El pastel era muy pequeño y no alcanzaba para todos. Ninguna de las jugosas concesiones materiales a la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas, podían cambiar la naturaleza burguesa y reaccionaria del Ejército y la Policia, los mismos cuerpos represivos que instauraron varias dictaduras militares sangrientas y que en 1967 mataron al Che Guevara.

El referendo constitucional del 2016

Debido a que el artículo 169 de la Constitución del año 2009 establece la reelección presidencial continua solo por una ocasión, Evo Morales ya no podía postularse a la reelección para las elecciones del 2019. Incluso, logró burlar este articulo una primera vez, cuando en 2014 se presentó a una segunda reelección después de que el Tribunal Constitucional (TC) interpretó que el primer periodo presidencial comenzó después de la aprobación de la Constitución del 2009.

De esta manera, Evo Morales se presentó a las elecciones del 2014 y ganó con el 63% de los votos para el periodo 2015-2010. Pero este sería su último periodo presidencial.

Pero Evo Morales se aferró firmemente al poder. En septiembre de 2015, la Central Obrera Boliviana (COB) y otros movimientos sociales impulsaron una reforma  constitucional para permitir otra reelección de Evo. Con 112 votos a favor y 41 en contra, Evo Morales hizo aprobar un proyecto de ley que modificaba el artículo 169 de la Constitución permitiendo dos reelecciones consecutivas.

Esta reforma constitucional fue sometida a referendo el 21 de febrero de 2016 y el resultado fue desfavorable para Evo Morales: el No ganó con el 51,30% y el Si obtuvo el 48,70%. Fue la primera elección perdida, que reflejaba el deterioro de la situación económica y su refracción en el plano político.

El MAS recurrió nuevamente ante la el TC, argumentando que se habían violentado los derechos constitucionales del presidente Evo Morales. El TC emitió una sentencia declarando inaplicables los artículos que impedían a Evo Morales presentarse a una nueva reelección.

Debido al control del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de casi todas las instituciones, con esa sentencia del TC Evo Morales se inscribió para una tercera reelección continua, su cuarto periodo presidencial.

El resultado preliminar y acusaciones de fraude electoral

Evo Morales fue a la batalla electoral desafiando la voluntad popular expresada en el referendo del 2016, que en su mayoría se pronuncio en contra de la reelección.

La campaña fue polarizada. Los principales grupos de oposición se aglutinaron en Comunidad Ciudadana (CC), jefeada por el expresidente Carlos  Meza.

El 20 de octubre, durante el conteo de votos y transmisión provisional de datos, con el 84% de los votos escrutados, los resultados arrojaban el 45,28% de los votos a favor de Evo Morales, frente al 38,16% de Mesa (38,16%), lo que anunciaba una segunda vuelta, pero la transmisión fue interrumpida repentinamente y las acusaciones de fraude electoral no se hicieron esperar.

El lunes 21 de octubre, se produjo un abrupto cambio en el conteo de los votos: con el 95,63% del escrutinio realizado, el TSE otorgó el 46,4% de los votos a Morales, contra 37,07% para Mesa. De esta manera, el resultado fue ajustado a una diferencia de 10 puntos entre el primero y segundo lugar, necesarios para ganar en primera ronda, conforme la Constitución.

Los resultados finales, le otorgaron el tercer lugar al ultraderechista Chi Hyun Chung, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), con el 8,78%, conocido como el Bolsonaro Boliviano. Óscar Ortiz, de la alianza Bolivia dice No con 4,24%; Félix Patzi, del Movimiento Tercer Sistema (MTS), 1,25%; Virginio Lema, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), con 0,69%; Ruth Nina, del Partido de Acción Nacional Boliviano (PAN BOL), con 0,65%; Víctor Hugo Cárdenas, de Unidad Cívica Solidaridad (UCS), con 0,41% e Israel Rodríguez, del Frente Para la Victoria (FPB), con 0,38%.

Huelga General y levantamiento popular

Ese mismo día estallaron las primeras protestas popular con manifestaciones, bloqueo de calles y carreteras. Las acusaciones de fraude electoral metieron en aprietos a la misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) la que al inicio fue muy prudente, sugiriendo la realización de una segunda vuelta electoral

El 23 de octubre, una reunión extraordinaria de la OEA, realizada en Washington, no se atrevió a avalar las denuncias de fraude electoral, sino que se limitó a recomendar que “Debido al contexto y las problemáticas evidenciadas en este proceso electoral, continuaría siendo una mejor opción convocar a una segunda vuelta (…) Los resultados de una elección deben de ser creíbles y aceptables para toda la población no solo para un sector”.

Evo Morales respondió tomando el toro por los cuernos: “No comparto con la misión (...) Antes de que termine el cómputo oficial ya opinando, sugiriendo (…) Por encima del criterio de cualquier institución primero es su responsabilidad respetar nuestra Constitución", pero al final terminó aceptando “que (la OEA) haga auditoría a la votación, al sufragio, a los resultados porque dicen: hay fraude. Ahora que se demuestre el fraude".

La auditoría de la OEA fue aceptada por Evo Morales. Aparentemente había acuerdo, lo que presagiaba un posible reconocimiento de la presumible victoria electoral de Evo Morales, pero no fue así.

En el ínterin, los ánimos se caldearon, el rechazo a la tercera reelección continua de Evo Morales, plasmada en el resultado del referendo del 2016, se manifestó en las calles bajo la forma de una masiva protesta popular.

La Coordinadora Nacional de Defensa de la Democracia (CONADE)

En Santa Cruz, se formó un Comité Cívico, dirigido por el derechista Luis Fernando Camacho. Otras ciudades como Chuquisaca, Tarija y Potosí, siguieron el ejemplo. De estos comités cívicos, surgió la Coordinadora de Defensa de la Democracia (CONADE) para reunir fuerzas y obligar al TSE a convocar a una segunda vuelta. Hasta ese momento, la consiga central de la oposición era forzar a una segunda vuelta.

La CONADE llamó a una Huelga General que fue acatada en una buena parte del territorio boliviano, llegando a paralizar el comercio y circulación de vehículos. Los enfrentamientos callejeros entre simpatizantes del MAS y las masas populares que protestaban se generalizaron en todo el país. Dia a día, la situación se poniendo más tensa.

Abanderando la lucha contra el fraude electoral, la oposición burguesa y los sectores mas ultraderechistas se pusieron al frente de la movilización popular. Existe una contradicción de objetivos e intereses, entre la conducción derechista y las aspiraciones democráticas de las masas que salen a pelear contra el fraude electoral. Aparentemente estamos ante un fenómeno de derechización, pero en realidad no es así. No es un problema ideológico.

Es muy importante comprender este fenomeno para no sacar conclusiones erroneas. La ultraderecha terminó asaltando la conduccion del movimiento de masas contra el fraude electoral, debido a la ausencia de direcciones revolucionarias. Este vacio de dirección tiene su origen en que la mayor parte de las direcciones sindicales, incluida la poderosa COB, y casi la totalidad de la izquierda le claudicaron al discurso y las politicas de los sucesivos gobiernos de Evo Morales. Entonces, en esas circunstancias, quienes quedaron gritando contra el gobierno de Evo Morales fueron los grupos mas derechistas. La dinámica de la movilizacion callejera es más fuerte y tiende a romper en el corto plazo con el discurso y las políticas de las conducciones derechistas y reaccionarias. Será una experiencia muy rapida que augura una inevitable radicalizacion de las masas y el surgimiento de direcciones auténticamente revolucionarias.

Resultado de la auditoria de la OEA

Después de casi tres semanas de paro nacional parcial, de enfrentamientos callejeros, un hecho determinante en el rumbo de los acontecimientos fue la rebelión policial, que se negó a seguir reprimiendo a la población que salía masivamente a protestar a las calles.

La empresa Ethical Hacking, elegida por el TSE para realizar la auditoría del proceso electoral, dio un primer dictamen asegurando que "el proceso estuvo viciado de nulidad". Estas declaraciones fueron gasolina sobre el fuego.

El primer motín policial se produjo en la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) de Cochabamba, la tercera ciudad del país. Después, unos tras otros se fueron sumando los cuarteles policiales de las otras ciudades, incluso en La Paz donde el jefe policial se vio obligado a renunciar. La Policía se replegó a sus cuarteles, confraternizando en el camino con la gente que protestaba.

De pronto, Evo Morales no tenia fuerza policial para reprimir las protestas. Esta situación obligo a Evo Morales a cambiar el discurso ofreciendo dialogo a la oposición, incluso para discutir una posible segunda vuelta electoral.

El informe de la auditoria de la OEA propino el tiro de gracia: “Se encontraron irregularidades, que varían desde muy graves hasta indicativas. Esto lleva al equipo técnico auditor a cuestionar la integridad de los resultados de la elección del 20 de octubre pasado"

Pero, previendo las reacciones populares, el informe de la OEA alertó que “se entiende que los mandatos constitucionales no deben ser interrumpidos, incluido el del presidente Evo Morales (…) la situación en el país exige a los actores gubernamentales (primordialmente) y políticos de las diferentes opciones, así como a todas las instituciones actuar con apego a la Constitución, responsabilidad y respeto por las vías pacíficas".

En pocas palabras, hasta el ultimo momento la OEA recomendó que Evo Morales terminara su mandato constitucional en el año 2020. Evo Morales convocó a un nuevo proceso electoral, pero ya era muy tarde.

Los militares guardan distancia y piden la renuncia

En un hecho sin precedentes, la cúpula militar que había sido mimada y premiada bajo los gobiernos de Evo Morales, tomó distancia y pidió su renuncia.

El general Williams Kaliman, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, en conferencia de prensa declaró: "Luego de analizar la situación conflictiva interna, pedimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad, por el bien de nuestra Bolivia".

Ese mismo día, el general Vladimir Yuri Calderón, comandante general de la Policía, declaró que “Nos sumamos al pedido del pueblo boliviano de sugerir al señor presidente Evo Morales que presente su renuncia para pacificar al pueblo de Bolivia".

La suerte estaba echada. Aunque Evo Morales ya había cedido todo lo que la OEA y la oposición habían exigido, en torno a un nuevo proceso electoral, la decisión de las Fuerzas Armadas y de la Policía dejaba a Evo Morales colgando de un clavo ardiente mientras el levantamiento popular tomaba mas fuerza en las calles. Evo Morales no tuvo más remedio que renunciar.

¿Golpe de Estado?

Sin lugar a dudas estamos ante un golpe de Estado que las Fuerzas Armadas y la Policía han ejecutado, no tanto para liquidar a Evo Morales que ya había sido crucificado por la movilización contra el fraude electoral y la reeleccion, sino al levantamiento popular que se había generalizado en toda Bolivia. Es un golpe de Estado para contener al movimiento de masas, en una situación de caos social y radicalización política.

Con el fraude electoral cometido, Evo Morales desencadenó un poderoso movimiento de masas que desestabilizó el aparato del Estado que había remozado bajo sus gobiernos. La caja de Pandora está abierta.

Las fuerzas derechistas han aprovechado la situación para posicionarse en el reparto del poder que se avecina, pero las masas que salieron a la calle no son derechistas, sencillamente quieren democracia y solucionar sus problemas cotidianos.

Todavía no está claro si habrá una sucesión constitucional, si se convocaran a nuevas elecciones como debe ser, o si los militares resistirán la tentación de tomar directamente el poder en sus manos.

La crisis política apenas esta comenzando.

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