Por Miguel Urbano Rodrigues

La Haine

Los sindicatos son hoy de pura fachada, y el desempleo elevadísimo dificulta la lucha de los trabajadores

La fascinación que Argel ejerce hace siglos sobre los extranjeros que ahí llegan es inseparable del escenario.

El caserío, predominantemente blanco, sube por las cuestas que la encierran en una gigantesca taza, marco de una bahía deslumbrante, apenas superada en grandeza por la Guabanara y Nápoles.

El Coloquio Internacional de Homenaje a Georges Labica me proporciono en Febrero el reencuentro con la ciudad, por donde había pasado en 1953 cuando Argelia era aún una colonia enmascarada de territorio de Francia.

De esa breve visita guardaba en la memoria imágenes de una ciudad donde la gran mayoría de los vecinos era de origen francés. Recuerdo haber recorrido entonces la Casbah, el núcleo urbano anterior a la conquista donde residían muchas decenas de millares de musulmanes, definidos como indígenas por la administración colonial.

Encontré la Casbah actual casi irreconocible.

Ahora Argel es una ciudad musulmana donde los europeos son una minoría insignificante. En la Casbah no hay gendarmes ni banderas francesas, el árabe substituye a la lengua de Voltaire como idioma nacional, más la modernidad aparente de la era de la globalización se impone en los ruidos de las calles, en los colores de los anuncios publicitarios, y en el desaparecimiento del vestuario tradicional.

Declarada Patrimonio de la Humanidad, la ciudad vieja no se asemeja a ninguna otra del Islam. En las 45 hectáreas que restan de la antigua capital amurallada de la época de la conquista, se concentran 1200 casas, laberinto de callejuelas, callejones, escaleras , en una malla urbana donde se destacan mezquitas y palacios del periodo de la dominación turca, santuarios, museos, una medersa (universidad coránica) y minúsculas tiendas.

Con alguna sorpresa, recordando ciudades asiáticas del Islam como la antigua Kabul, encontré a la Casbah limpia.

Recorriendo el dédalo de sus calles, mi imaginación viajó por el tiempo. Reviví la gesta de la resistencia de 18 años del Emir Abdel Kader a la invasión francesa de 1830 y, con emoción, la lucha librada en el Casbah por los patriotas del FLN contra los parachutistes de Massu, inmortalizada en ³La Batalla de Argel², el filme de Gillo Pontecorvo.

Caminando por aquel suelo milenario, con la mirada descendiendo para el mar azul de las escarpas desnudas que cierran el horizonte, subió en mi en aquella tarde fría un sentimiento de respeto y admiración por los pueblos de Argelia que a lo largo de 20 siglos lucharon con heroísmo contra todos los invasores, desde Roma a la ocupación francesa.

Un país militarizado

Las fuerzas armadas argelinas, evaluadas en 180 000 hombres (las mujeres son escasas en el ejército), constituye hoy tal vez el cuerpo militar más numeroso en el Continente africano, superando las de Egipto.

Ese gigantismo no resulta de la amenaza externa previsible. El ejército creció como respuesta del Estado a la ola de violencia desencadenada en la sociedad argelina por el Frente Islámico de salvación ­FIS.

No toca en este articulo comentar la situación creada por el desafío del radicalismo islamista al Poder detentado por los herederos del movimiento que dirigiera la lucha por la independencia nacional. Registro solamente que el mensaje del FIS encontró al inicio receptividad en las capas más desfavorecidas de una población miserable, que perdió la esperanza suscitada por la independencia y las promesas del ³socialismo argelino².

En cuanto la población del país se cuadruplico desde mediados del siglo pasado ­hoy supera los 30 millones- la anunciada revolución no se concretizó y el éxodo total de la población europea provoco el desmoronamiento del sistema económico preexistente.

La anulación de las elecciones ganadas por el FIS, que se beneficiaba del descontento general, se tradujo en una ola de violencia irracional (150 000 muertos y centenas de millares de exiliados). El Gran Miedo contribuyó decisivamente para la pérdida de popularidad de la organización.

La respuesta del Estado fue la militarización del país.

Argel es hoy una ciudad mucho más ³segura² que la mayoría de las capitales de América Latina. El FIS fue militarmente aplastado. Pero el costo social de la derrota infligida a la organización islamista fue muy alto. La densidad de la policía y la visibilidad del dispositivo militar impresionan al forastero.

A las seis de la tarde no se encuentra una mujer en las plazas y calles del centro; a las ocho, la ciudad, desierta, parece adormecida. La vida nocturna es prácticamente inexistente.

El contraste con el día perturba al visitante porque la gran metrópoli (tal vez unos tres millones con los suburbios, pero las estadísticas argelinas no inspiran mucha confianza) es un hormiguero de gente desde la mañana a la puesta del sol.

En la propia residencia oficial donde se realizó el Coloquio Labica, reservada a los participantes e invitados, no se podía entrar sin pasar por un detector de metales similar al de los aeropuertos.

Un cordón de militares cerca la capital al anochecer. En las tres veces que salimos para cenar en restaurantes del centro, distante a media docena de kilómetros de los barrios altos, los carros oficiales en que seguíamos fueron sometidos a numerosos controles en puestos militares. Con los taxis la inspección es más rigurosa.

Una Economía Frágil

Durante nuestra breve permanencia en Argel, mi compañera y yo tuvimos la oportunidad de mantener prolongados encuentros con viejos combatientes de la guerra de independencia. Esas conversaciones me proporcionaron una información importante, aunque superficial sobre la coyuntura argelina, tal como la sienten y viven intelectuales revolucionarios distanciados del Poder.

Hable también con periodistas que esbozaron un panorama de la comunicación social.

Una realidad es indesmentible: la dependencia de Argelia de los combustibles es preocupante. El petróleo y el gas ocupan según la estadísticas oficiales, casi el 98% de las exportaciones del país y representan el 40% del Producto Interno Bruto. Las reservas comprobadas garantizan la extracción en el nivel actual hasta el 2030, lo que suscita inquietud con respecto al futuro de una sociedad en la cual el sector productivo es de una insuficiencia evidente.

La agricultura atraviesa una crisis profunda, agravada por la política neoliberal ortodoxa impuesta en el inicio de los años 90. Un puñado de multimillonarios monopoliza las importaciones de cereales, leche y carne, con la complicidad de personalidades destacadas del Ejército. La consecuencia de esa estrategia fue desastrosa para los productores nacionales, incapaces de soportar la concurrencia de los precios internacionales. Además las cooperativas estatales formadas después de la independencia no pudieron corresponder a las esperanzas en ellas depositadas por falta de apoyo del Poder central.

Esa gran burguesía, que acumuló fortunas colosales, posee casas en el extranjero, donde pasa largas temporadas. No se conoce el nivel de sus cuentas en bancos suizos, pero es ciertamente elevadísimo. En un nivel inferior, se formó una burguesía prospera, enriquecida también a través de negocios obscuros.

Más muchos millones de argelinos viven abajo del nivel de la pobreza.

La crisis económica y social asumió tamañas proporciones que el gobierno sintió la necesidad de reconocer el fracaso de la llamada economía de mercado cuya apología hiciera durante años. En su discurso de Junio del 2008, el Presidente Bouteflika anunció un viraje de estrategia. Pero la condena de la política neoliberal no fue acompañada de una alternativa. No basta reconocer que las trasnacionales que habían prometido realizar inversiones grandiosas trataron de saquear el país, zapateando sobre los compromisos asumidos. La nueva Ley de Finanzas suprimió los privilegios de que gozaba el capital extranjero; pero el Poder no elaboró un proyecto nacional.

El Presidente Boumediene, después del golpe que derrocó a Ben Bella, siguió utilizando un tiempo más la expresión ³socialismo argelino². Pero la formula, retorica, no detuvo la marcha del país rumbo a un capitalismo dependiente. La industria metalúrgica, que generó esperanzas gracias a una siderurgia nacional que viabilizó la producción de tractores y el montaje de vehículos de transporte, es hoy solo poco más que un recuerdo.

El PIB per cápita no excede los 2300 dólares.

Argelia es territorialmente un gigante con más de 2 350 000 kilómetros cuadrados (gran parte en el Desierto del Sahara, donde se concentra el petróleo y el gas). Más enormes extensiones de tierras fértiles permanecen incultas.

Temor Del Futuro

Una implantación débil de internet facilita la comprensión de un absurdo aparente: los grandes tirajes de los periódicos argelinos en un Continente donde se lee muy poco.

El mayor diario del país, en lengua árabe, tiene una circulación tiraje que ronda en los 400 000 ejemplares. El principal de los diarios de lengua francesa alcanza los 80 000.

Oficialmente no existe la censura. Pero periodistas con quienes hablé me dijeron que la auto-censura es rutinaria en la mayoría de las redacciones.

Como la corrupción es considerada un flagelo nacional, los editoriales y reportajes sobre grandes escándalos son tolerados y en ocasiones incentivados. Pero desde que en ellos no sea evidente el envolvimiento de altas personalidades de las Fuerzas Armadas.

Oficialmente, estas se presentan unidas en apoyo al régimen. Más la realidad desmiente la imagen difundida. En el cuerpo de oficiales, sobre todo en los escalones superiores, se manifiestan tendencias contradictorias sobreel al rumbo del país.

En el área internacional la prensa es anti-sionista y, con el apoyo oficial, solidaria con la lucha de los pueblos de Palestina y Líbano. Hamas y Hezbollah no son satanizados, al contrario de lo que ocurre en otros países musulmanes. Las críticas a las guerras de agresión de los EEUU en Irak y en Afganistán y las campañas contra Irán son además frecuentes.

Pero en lo que concierne a las relaciones internacionales del gobierno de Bouteflika las sorpresas son muchas para el visitante desconocedor de las intrigas sinuosas del Poder.

La economía está orientada para la Unión Europea (aproximadamente 60% del comercio exterior), pero el alto mando del Ejército profundiza la cooperación militar con China y mantiene relaciones cordiales con Washington. Es inquietante que la CIA haya sido autorizada a funcionar discretamente en Argel. El gobierno de Obama, invocando la necesidad de ³combatir el terrorismo² en el Continente inició negociaciones ­según la revista web de Michael Collon- tendientes a la utilización por los EEUU de la nueva base militar instalada en Tamanrasset, en el extremos sur.

Con el gobierno de Sarkozy las relaciones son hoy marcadas por una tensión inocultable. Francia fue forzada por la lucha del pueblo argelino a aceptar la independencia del país. Pero sus sucesivos gobiernos nunca asumieron una actitud responsable en el relacionamiento con la República de Argelia. No solamente rechazaron siempre debatir la legitimidad de reparaciones materiales al pueblo de su antigua colonia (centenares de miles de argelinos murieron durante los ocho años de la guerra que provocó enormes destrucciones materiales) pero, sobre todo desde que Sarkozy llego a la Presidencia, insisten en reescribir la Historia, presentando la colonización como globalmente positiva.

Un Gobierno Desprestigiado

El FLN, el partido del gobierno, es hoy una caricatura del movimiento de liberación que dirigió la lucha por la independencia en una guerra de ocho años. Como no dispone de una base electoral que le garantice la mayoría del Parlamento montó una heterogénea coalición, la Alianza Presidencial. Sus socios son la Unión Nacional Democrática, un partido de tecnócratas cuya bandera es la modernización del país, y el Movimiento Social Popular (ex-Hamas), organización populista.

La ideología está ausente de la teoría y de la práctica de la Alianza y del gobierno por ella apoyado.

El Presidente Bouteflika se mantiene en el poder por la inexistencia de una alternativa a corto plazo. Pero perdió el escaso prestigio que tenia al ser electo en 1999. En la opinión de los observadores internacionales el FIS, no obstante inspira hoy más temor y rechazo que simpatía, vencería en las próximas elecciones si ellas fuesen normales. Seria esa una forma de castigar a Bouteflika y a sus aliados.

Para evaluar la complejidad de la reacción popular frente al Poder y a aquellos que para enfrentarlo optaron por una orgia de violencia es útil aclarar que el analfabetismo real en Argelia debe rondar el 50%, lo que desmiente las estadísticas oficiales.

El foso que separa una intelectualidad brillante (en la Universidad el francés predomina sobre el árabe) y las masas es muy profundo.

Los sindicatos son hoy de pura fachada, y el desempleo elevadísimo, dificulta la lucha de los trabajadores cuya combatividad es escasa por la ausencia de una organización revolucionaria con implantación entre la clase obrera, capaz de movilizarla en defensa de sus derechos, una organización que pudiese desempeñar el papel asumido durante la guerra por el Partido Comunista Argelino.

En un país donde el salario mínimo equivale a 150 euros, y el medio oscila entre los 250 y los 300 euros, el costo de la vida es comparable al de Portugal con la peculiaridad de que los hoteles y restaurantes son carísimos.

¿Hacia dónde camina Argelia?

No me siento en condiciones de esbozar una respuesta.

En mis breves días de Argel me encontré en un país desconocido que perdió la gran esperanza que movilizó a la nación a una guerra de liberación épica.

La juventud actual nació después de la guerra de independencia, tal como la generación anterior. Siente una enorme frustración por la ausencia de perspectivas. Un veterano de combate de los años 50 me decía, con tristeza: ³Millares de jóvenes emigran todos los años, principalmente para Francia y Quebec, en Canadá. Creo que si no fuese de extrema dificultad la obtención de visas para entrar en Europa y en América, nueve de cada diez jóvenes argelinos, dejarían el país².

El futuro próximo parece sombrío. Pero la historia heroica de los pueblos de Argelia me desmarca de una actitud pesimista.

Conocí allí, en este reencuentro, hombres cuya lucidez y firmeza refuerzan mi confianza en el mañana de la tierra milenariamente martirizada de Argelia, cuna de grandes pensadores y sabios y de revolucionarios que alcanzaron el respeto de la humanidad.

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