Por Fabio Marucci

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El 20 de octubre murió en Sirte Muamar al Khadafi. Las imágenes, dramáticas, de su detención recorrieron el mundo. Muchos se preguntan porque lo mataron, quien disparó, si fue la ocurrencia de un rebelde en una milicia sin línea o si fue la OTAN desde sus consolas de monitoreo o un avión que le cortó la retirada. Sin restarle importancia al hecho en sí, lo importante es saber por qué Khadafi y su régimen llegaron a su fin.

Si nos retrotraemos a Noviembre del 2010 nada hubiera hecho decir que Khadafi encontraría la muerte 11 meses después de esta manera pero el mundo en su laberinto hace que este tipo de acontecimientos sean una normalidad hace tiempo.

Un análisis unilateral de un sector de la izquierda

La rebelión surgida en Libia el 17 de febrero tuvo diferentes análisis en la izquierda mundial. Sectores importantes de ella sostienen que todo esto es obra del imperialismo. Que los procesos revolucionarios en Libia y en menor medida en Túnez y Egipto son resultados de una conspiración hecha en un laboratorio de la CIA. Si llevamos este razonamiento hasta el final uno de los miembros más destacados de la agencia central de inteligencia yanqui fue el joven Mohamed Bouazizi, de 26 años quien se inmolo prendiéndose fuego en una plaza en Túnez porque no le permitían vender frutas y verduras. Ese hecho, fue el detonante de una movilización revolucionaria que creció de manera exponencial sobre razones menos conspirativas: la tremenda crisis de los precios de los alimentos y la bestial desocupación juvenil de todo el mediterráneo incluida los países europeos. Esto también afectaba a Libia.

Además tenemos que sumar que en esos países existían desde hace 4 décadas regímenes políticos dictatoriales, algunos agentes directos del imperialismo, como en Egipto y Túnez y otros que mantuvieron una independencia política del imperialismo pero que en la última década favorecieron los negocios de empresas imperialistas como en el caso de Libia donde eran garantizadas las ganancias de la British Petroleum, la ENI italiana, etc. El régimen interno de aplastamiento de cualquier oposición de parte del régimen de Khadafi creó las condiciones para la rebelión.

Hacer acuerdos con el diablo

Podemos citar muchos ejemplos de empresas multinacionales que hicieron su ingreso en Libia para hacer pingues ganancias. En primer lugar la British Petroleum (BP) que de la mano de Tony Blair, en el 2004 cuando era primer ministro, recaló en Trípoli junto a una alto dirigente de la misma, ex agente de los servicios secretos británicos (MI6). Era tan estrecha la relación industrial y financiera que, hasta el 2009, uno de los consejeros del LIA (autoridad líbica para la inversión) fue Lord Jacob Rothschild. El mismo Tony Blair luego de ser primer ministro seguía yendo a Libia como representante de la JP Morgan yanqui. Esta última se jactaba de tener muchos contactos en la LIA y de tener buena parte de las reservas del Banco Central de Libia.

Otras multinacionales que invirtieron en Libia fueron Phillips, Marathon Oil, Occidental Petroleum, Amerada Hess e Boyal Dutch Shell. También la Petro-Canada, la italiana ENI, la española Repsol e la norteamericana Occidental.

 

Otro aspecto de la relación de Khadafi con el imperialismo, más repugnante, fue la relación entre los servicios secretos de Libia con la CIA y el MI6. Cuando los rebeldes ocuparon el cuartel general de la Agencia Libia de Seguridad Exterior en agosto pasado saltaron a la luz documentos donde están registrados diversos servicios recíprocos de espionaje, al punto de saberse que la CIA envió en ocho oportunidades a sospechosos de terrorismo para ser interrogados por agentes libios y que la agencia yanqui y británica pasaban información reservada a Kadafi sobre opositores libios en el exterior.

(Ver http://www.nytimes.com/2011/09/03/world/africa/03libya.html?_r=2&ref=global-home o http://www.independent.co.uk/news/world/africa/moussa-koussas-secret-letters-betray-britains-libyan-connection-2348394.html )

Otro favor del régimen libio fue el rol de policía que cumplía en el mar mediterráneo para parar el flujo migratorio hacia las costas europeas sobre todo italianas.

La crisis golpea a Libia

Khadafi, por su relación con la banca internacional, hizo inversiones millonarias en los bancos occidentales, sobre todo los yanquis. Estas inversiones prácticamente desaparecen con la crisis del 2008 y se abren causas judiciales al respecto. En enero del 2009 Khadafi amenaza a las petroleras con hacerles pagar más parte de la renta que estaban obteniendo, incluso amenazando con hacer que el petróleo de Libia solo sea administrado por una empresa nacional líbica o por el estado. Es una movida empujada por la crisis brutal del sistema capitalista mundial y no porque haya recuperado una conciencia antiimperialista. Recordemos que el 25% de la energía de Italia tiene fuente en Libia y muchos otros países europeos dependen también del gas de Libia para no quedar solo en manos del gas ruso. Otra amenaza era que Khadafi transferiría sus inversiones a la Banca China. Eso seguro puso al imperialismo en guardia.

Esta tensión de los últimos dos años entre Khadafi y el imperialismo es un hecho a tener en cuenta, del todo que forma parte de los acontecimientos pero no es lo determinante ya que podía haber continuado un status quo por mucho tiempo si el régimen hubiese tenido un gran consenso entre la población y la revolución democrática que atraviesa el mundo árabe no hubiera irrumpido en escena. Este es el gran problema de las revoluciones como la de Libia que más allá de la gran conquista que fue haber derrocado a la monarquía en 1969 y de haber hecho grandes concesiones al movimiento de masas que entonces avanzó en su nivel de vida, reconstruyó el estado burgués haciendo que una casta, militar en este caso, se adueñe de éste y la maneje a su antojo sin la participación activa de la clase trabajadora, campesina, manejando todo en acuerdos con las tribus más importantes que no les importa quien este en el poder sino seguir manejando con autonomía su zona de influencia. El clan Khadafi con los recursos multimillonarios que daba el petróleo libio, manejó a su antojo un país reprimiendo todo atisbo de disenso, aplastando a los opositores a base del asesinato, la cárcel y la tortura. Nadie se puede atrever a llamar socialista a un país y régimen como ese.

Khadafi pudo haber utilizado el proceso de revolución democrática en Egipto y Túnez a su favor llamando a apoyar esas movilizaciones pero no lo hizo porque para eso tenía que romper con su propio régimen, permitir la participación de la población en partidos políticos y abrir las cárceles, es decir soltarle pies y manos al pueblo para que se movilice llamando a recuperar el petróleo para Libia y teniendo una política antiimperialista basada en esa movilización que llamara a la unidad de los pueblos árabes, una de las grandes tareas para destruir una división impuesta por el imperialismo en los últimos 100 años y que estuvo en los años 70 en el programa de Khadafi. Pero nunca tuvo esa intención y la revolución ni siquiera le dio tiempo para pensarlo. Apenas comenzaron las primeras movilizaciones en Bengasi Khadafi apostó a que la represión sofocara la rebelión. Como quien no entiende el proceso que había en curso, apagó el fuego con nafta. Las masas se armaron ocupando los arsenales. Parte del ejército regular se quebró y algunos pasaron a las filas rebeldes. Era el comienzo del fin.

El imperio contraataca.

En febrero del 2011 el imperialismo estaba viviendo una pesadilla que aún continúa. Dos tremendas revoluciones democráticas le tiraron dos agentes directos: Ben Ali en Tunez y Mubarak en Egipto. La revolución egipcia tiene y va a tener repercusiones monumentales en los próximos años. Toda la estantería se le viene encima, el estado de Israel tiembla, Mubarak era un garante para el estado sionista. Hace poco, casi en contemporáneo con la muerte de Khadafi Hamas logra una inmensa victoria política con la liberación de casi 1000 prisioneros palestinos de las cárceles sionistas. Y después de Túnez en enero, la revolución se extendió a niveles continentales. Las masas ahora están detrás del dictador de Yemen, detrás del rey de Jordania, entrando en una casi guerra civil contra Assad en Siria. En Barhein hubo tremendas movilizaciones en las narices de la V flota norteamericana. En todo el mundo árabe hubo movilizaciones pidiendo democracia. Hoy podemos ver las filas de las mujeres votando en Túnez. En medio de la crisis mundial capitalista esto no podía ser peor. Europa sufre las convulsiones de un sistema en terapia intensiva y en los propios EEUU pasaron las rebeliones del estado de Wisconsin primero y ahora la de los indignados que el 15 de octubre coordinaron marchas en más de 80 países y 300 ciudades en el mundo.

Nadie en su sano juicio puede imaginarse que en aquella situación el imperialismo se quede impávido y no actúe. El imperialismo actúa e interviene. Hizo todo lo posible para salvar a Ben Ali, principalmente a través de Francia. El departamento de estado norteamericano hablaba diariamente con Mubarak y el ejército para salvarle la piel a su alfil de medio oriente. En los dos casos las revoluciones democráticas triunfaron a pesar de eso y ahora siguen su recorrido donde todavía se libraran batallas muy duras para que esa movilización no se detenga en su estación democrática sino que avance hacia una salida obrera y popular.

Cuando estalló la revolución en Bengasi, el imperialismo ni lerdo ni perezoso apostó en primer lugar a debilitar el frente revolucionario dejando actuar hasta cierto límite al ejército de Khadafi que retomó varias ciudades llegando a las afueras de Bengasi. Entre el 17 de febrero y el 19 de marzo paso un mes entero. Se podía dejar que las fuerzas rebeldes aguantaran lo que pudieran el asedio pero imperialismo hizo un cálculo. Si no intervenía en ese momento podía perder todo crédito político entre la oposición líbica y aun peor, que ésta pidiera ayuda militar a los pueblos árabes pidiendo la solidaridad para derrotar a Khadafi y, por esa vía, obtener un triunfo con el imperialismo fuera de todo. Por su puesto, la dirección rebelde, otra parte del todo que estamos analizando, no era una dirección que tuviera un programa revolucionario para la región, es un frente único con un solo punto: hacer caer al régimen. Miles de jóvenes sin preparación alguna tomaron las armas, fueron al frente y muchos han perdido la vida. Son revolucionarios sin duda pero no tenían una dirección a la altura de las complejidades que las circunstancias requerían.

Por supuesto, el imperialismo aprovechó. La primera arma que utilizó fueron los medios masivos de comunicación para llevar la represión y los crímenes de Khadafi, que sí existieron, a un paroxismo increíble. Esto le sirvió para remover aún más el rio revuelto que se estaba gestando tratando de sacar el mayor provecho posible. Se puede acusar al imperialismo de cualquier cosa menos de que sean estúpidos. Con la excusa de que Khadafi podía bombardear civiles comenzó su intervención militar para reducir a cero la capacidad aérea y de artillería pesada del régimen. Obviamente proteger la población civil era lo de menos.

Más allá de las maquinaciones de la prensa imperialista, el régimen de Khadafi era de los más nefastos. Tanto es así que la Cruz Roja Internacional llamó al Equipo Argentino de Antropología Forense para trabajar en Libia desde principios de Octubre para identificar a los desaparecidos del régimen.

http://www.perfil.com/ediciones/2011/10/edicion_615/contenidos/noticia_0030.html

Muchos creen con razón que el imperialismo quería evitar fundamentalmente perder sus ganancias y los recursos petroleros que venía extrayendo de Libia. Esa es una parte de la verdad. Pero hay otra más importante y es fundamentalmente política. Lo que más quiere el imperialismo es no perder su influencia política en la región y para eso Libia y la relación política con lo que surja del CNT (Consejo Nacional de Transición) es muy importante. Todo este proceso de revolución democrática en el mundo árabe fue un verdadero “contrapié” que los dejó mal parados y por cualquier resquicio necesita ganar posiciones.

El todo es más importante que las partes

Volvamos al principio. Todo análisis de la realidad, de un proceso, de un país, de una economía, tiene que tener en cuenta esta máxima de Hegel: La totalidad debe tener como resultado un todo o una totalidad de relaciones y no una simple unidad. Muchos sectores de la izquierda ven solo la acción del imperialismo para defender los proyectos que distintos gobiernos compartían con Khadafi. No hay en ninguno de esos análisis un interés para ver cómo hacen los pueblos para avanzar en su movilización independiente. No les interesa lo único que es fatal para que las direcciones burguesas, pequeñas burguesas o burocráticas pierdan el control del movimiento de masas y con eso surjan nuevas direcciones que hagan la experiencia y giren en un proceso a la izquierda para derrocar al capitalismo: la movilización permanente. Es al calor de esa movilización cómo pueden surgir nuevas direcciones socialistas y revolucionarias. Lo que puede permitir la participación de los socialistas revolucionarios en esos procesos. Hubo muchos análisis unilaterales sobre el proceso libio y la guerra civil. Los formales no son capaces de soportar las contradicciones que encierran un proceso semejante.

Pero aun así no seriamos marxistas si no vemos estos procesos en contexto, en dinámica, y no viésemos cual es el factor primordial, fundamental del fenómeno. Como decía Trotsky en La Historia de la Revolución Rusa, “Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”. Ese vapor, esa fuerza incontenible que está haciendo mover todo el proceso en el mundo árabe y en Europa también, es la movilización revolucionaria de las masas que se resisten a seguir viviendo en la miseria , que están promoviendo nuevas revoluciones democráticas en el mundo árabe, pero también el surgimiento de los indignados en Europa y los EEUU.

Por todo esto lo importante no es quien disparó el gatillo que mató a Khadafi. A Khadafi lo mató una revolución democrática que se lo llevó por delante a él y a su régimen.

Las perspectivas

Sigamos citando a Trotsky. “Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja” ídem anterior. Esta es una afirmación general para todas las revoluciones, no solo para la Líbica. Ahora el pueblo libio podrá preconcebir otra sociedad pero tendrá que combatir la política imperialista, echando a la OTAN, y a quien quiera aplicarla internamente. Como sus hermanos árabes deberá retomar las banderas antiimperialistas y luchar por la unidad de los pueblos árabes contra la división impuesta un siglo atrás. Las libertades democráticas que se consigan impondrán nuevos regímenes que permitirán más movilización de los trabajadores y los pueblos para reclamar por sus derechos, lo mismo para las mujeres que tuvieron un gran protagonismo. Todo esto es porque la relación de fuerzas, al contrario de lo que pretendía el imperialismo, se volcó a favor del movimiento de masas. Por eso hay que apoyar todos los reclamos por democracia que exige el pueblo libio, sin depositar ninguna confianza en la dirección de la CNT. Solo así se podrá hacer la experiencia donde se confronten distintas políticas y puedan surgir del proceso concreto una nueva dirección democrática, clasista y revolucionaria. Entonces habrá mejores condiciones para luchar por la única salida a este laberinto: la salida Socialista.

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