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Editorial del Socialist Worker periodico de la Organizacion Socialista Internacional ( ISO) en los EE. UU

La élite militar respaldada por Estados Unidos que derroco al Presidente Manuel Zelaya de Honduras está tratando de reafirmar su control tradicional del poder.

Oficiales militares y de la derecha en Honduras, con una larga vinculación con el gobierno de los EE.UU, llevaron a cabo un golpe militar a finales de junio para derrocar al presidente democráticamente elegido mas la reacción del gobierno de Obama fue de crítica no muy contundente.

Al Presidente Manuel Zelaya lo despertaron en su cama en las primeras horas de la mañana del 28 de junio - el día en que los hondureños se iban a votar en un referéndum no vinculante para cambiar la constitución del país - y lo obligaron a tomar un avión que lo llevó a Costa Rica. Además, otros miembros de su gobierno fueron detenidos durante el día.

Líderes de la derecha, la mayoría en el Congreso, afirmaron que Zelaya había renunciado voluntariamente, mostrando una carta de renuncia que fue rápidamente expuesta como un documento falso. Roberto Micheletti, el Presidente del Congreso, fue juramentado como presidente interino.

El golpe fue un intento por parte de la élite del país de reafirmar su tradicional control del poder después que Zelaya había comenzado a emular los ejemplos de los presidentes izquierdistas latinoamericanos como Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia - en particular resalto su propuesta de convocar una asamblea constituyente para cambiar la constitución de Honduras.

Zelaya es apenas radical. Él viene de una familia de ricos terratenientes y se postuló para presidente como el líder del Partido Liberal, uno de los dos principales partidos que representan a la élite Hondureña. Por ejemplo, llegó a la presidencia como un defensor del Tratado de Libre Comercio de América Central (CAFTA), un tratado con los EE.UU que expande las políticas neoliberales.

Pero al mismo tiempo, él se ha acercado a Chávez y otros líderes políticos más radicales en América Latina. El año pasado, por ejemplo, integro al país a la Alternativa Bolivariana para las Américas(ALBA), una coalición de países de América Latina que incluye a Venezuela, Bolivia y Cuba.

Con Zelaya en un avión militar fuera del país el domingo pasado, las fuerzas golpistas impusieron la censura en los medios televisivos, radiales y de la prensa.

Sin embargo, según informes, un gran número de personas salieron a la calle para mostrar su apoyo a Zelaya y demandar su regreso luego de que se enteraran de las acciones de los militares. Según la agencia de noticias Inter Press Service, miembros del izquierdista Partido de Unificación Democrática quemaron neumáticos y celebraron una vigilia fuera del palacio presidencial.

En los días siguientes, muchos medios de noticias de los EE.UU. informaron acerca de manifestaciones a favor y en contra de Zelaya en Tegucigalpa, más aun, los sindicatos y organizaciones populares están claramente del lado de Zelaya.

Manifestantes continuaban enfrentando valientemente la represión de la policía y tropas del ejército, con bloqueos de tráfico en diversas partes del país. El sindicato de docentes anuncio una huelga indefinida en las escuelas primarias y secundarias, y otros informes confirman huelgas y acciones de los trabajadores por todo Honduras.

La expulsión de Zelaya fue rotundamente condenada en toda América Latina, incluso entre los políticos conservadores como los dirigentes políticos de Costa Rica Oscar Arias. Mientras tanto, la Organización de Estados Americanos (OEA), en representación de los países del Norte y América del Sur, con excepción de Cuba, de inmediato emitió una declaración condenando el golpe.

Esa semana, la OEA había pedido que se restablezca Zelaya al poder dentro de las 72 horas. Micheletti y los demás golpistas rechazaron el ultimátum. “El no puede volver a ser presidente, a menos que venga un presidente de algún país de América Latina que lo imponga bajo las armas”, Micheletti dijo a la Prensa Asociada.

A pesar de los EE.UU. mostró apoyo por las declaraciones de la OEA, su respuesta al golpe ha sido contradictoria.

Mientras los reportes del derrocamiento de Zelaya salían a la luz desde Honduras el pasado domingo, el Secretario de Estado de Hillary Clinton, condenó el golpe y pidió el respeto de "orden constitucional". Pero casi al mismo tiempo, Dan Restrepo, asesor presidencial de Obama para Asuntos de América Latina, fue entrevistado en la CNN en Español, donde explicó que los EE.UU. mantenía comunicación con las fuerzas golpistas, y estaba "a la espera de ver cómo se daban con las cosas".

Hablando en nombre los conservadores en los EE.UU. los, el periódico Wall Street Journal celebró el golpe de Estado, alegando que los militares simplemente seguían ordenes de la Corte Suprema de Justicia –la cual está abarrotada con figures de la élite - al obligar a Zelaya a salir del poder.

El periódico admitió, no obstante, que los golpistas "hubieran sido más inteligentes y estuvieran en mejor posición, si no enviaran al exilio al Sr. Zelaya en el amanecer.”

Pero por supuesto, la forma en que Zelaya fur expulsado ilustra perfectamente la forma en que el poder ha sido ejercido durante décadas en Honduras por una pequeña oligarquía y militares, apoyados por los EEUU. De acuerdo a la escritora venezolana-americana, Eva Gollinger:

Honduras es una nación que ha sido víctima el siglo pasado de dictaduras y múltiples intervenciones de Estados Unidos, entre ellas varias invasiones militares. La última intervención importante del gobierno estadounidense en Honduras tuvo lugar durante los años ochenta, cuando el gobierno de Reagan financió escuadrones de la muerte y paramilitares con el fin de eliminar cualquier “amenaza comunista” en Centroamérica. En aquel momento, John Negroponte era el embajador estadounidense ante el gobierno de Honduras y fue el responsable directo de la financiación y entrenamiento de los escuadrones de la muerte hondureños que asesinaron e hicieron desaparecer a miles de ciudadanos en la región.

Durante la semana, funcionarios de EE.UU. criticaron duramente a los golpistas .Más aun , se distanciaron de ejecutar alguna acción contundente como cortar lazos con los militares. El jueves, por ejemplo, funcionarios de EE.UU. aplazaron la decisión de cortar la ayuda económica a Honduras, a menos que Zelaya fuera devuelto al poder.

Este actitud es reveladora. Washington podría haber detenido el golpe ya que Honduras depende económicamente de los EE.UU. y el Pentágono tiene una la larga relación con los dirigentes militares hondureños - varios conspiradores fueron entrenados en la tristemente célebre Escuela de las Américas en Fort Benning, Georgia .Los EE. UU optaron por no hacerlo.

El clamor de los líderes de los EE.UU. para que se respete la democracia el cual ha sido emitido de manera fuerte en el caso de Irán - debe ser juzgado a la par con esta debilidad retórica y de inacción con respecto a Honduras.

 

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