Por Robert Smith

La reciente ruptura publica entre Elon Musk y Donald Trump, quienes mantuvieron una estrecha alianza durante la pasada campaña electoral y los primeros 100 días de la administración Trump, parece haber sido provocada por egos o celos personales.

Indudablemente, que los seres humanos tenemos intereses particulares, pero detrás de los sujetos, sobre todo cuando son grandes e influyentes personalidades, no podemos achacar todo al libre albedrio de los individuos. Detrás del pleito entre los sujetos siempre hay intereses de grupos o fracciones de clase. La burguesía nunca es homogénea, siempre hay lucha entre las diversas fracciones, siempre por interese materiales.

El imparable endeudamiento

Elon Musk ha sido quien más ha insistido en la necesidad de resolver el problema estructural de la deuda de Estados Unidos. Desde hace dos o tres décadas, en pleno auge de la globalización neoliberal, las grandes corporaciones trasladaron sus empresas a China, India, México y otros países subdesarrollados para mantener sus ganancias, explotando mano de obra barata.

Con ello, las corporaciones mantuvieron sus niveles de ganancias, pero Estados Unidos perdió su base industrial y su competitividad en el mercado mundial. Este fenómeno fue el inicio del déficit comercial de Estados Unidos, del cual tanto se queja el presidente Donald Trump.

Paralelamente, Estados Unidos, con el monopolio del dólar, mantuvo su hegemonía en el mercado internacional mediante el control del sistema financiero mundial. Todos los capitales del mundo mueven su dinero en dólares. Desde entonces, Estados Unidos financia sus gastos imprimiendo dólares sin respaldo o subsidiando su presupuesto nacional mediante la venta de Bonos del Tesoro.

A inicios del siglo XXI, la deuda de Estados Unidos ascendía a 5,7 billones de dólares, alcanzando la astronómica cifra de 36 billones en 2024. Solo para citar un ejemplo: en el año 2023, la administración Biden gastó aproximadamente 6,16 billones de dólares, mientras que sus ingresos se limitaron a 4,47 billones de dólares. El déficit en solo ese año fue una brecha de 1,69 billones de dólares.

Por este enorme endeudamiento y déficit fiscal, es que Trump está desesperado en terminar con la guerra en Ucrania, no porque sea pacifista, sino sencillamente porque no tiene como sostener al gobierno de títere de Zelensky ante el avance del ejercito ruso.

La agencia de calificación Moody’s calcula que la deuda de Estados Unidos “aumentará hasta alrededor del 134% del PIB en 2035, frente al 98% en 2024″. La deuda pública bruta ya supera el 120% del PIB en Estados Unidos, aunque una buena parte de ella está en una burbuja en manos del propio Gobierno.

La enorme deuda de Estados Unidos seguirá creciendo hasta que haga explotar el sistema financiero internacional basado en el dólar. No tiene solución, por el debilitamiento de la base productiva de Estados Unidos. La única solución, en el marco del actual sistema capitalista e imperialista, es aplicar el brutal ajuste que plantea Musk: reducir radicalmente los gastos de los beneficios sociales, sacándole las heces al pueblo de Estados Unidos, para que los ricos gocen de una rebaja de impuestos y que, paralelamente, el gobierno federal pueda pagar a los inversionistas que compran Bonos del Tesoro.

Deuda, Reducción de impuestos y Aranceles

En su campaña electoral, Trump prometió reducir los impuestos, no solo a los ricos, sino también a los trabajadores y la clase media. Para cumplir esa promesa, y no causar un colapso en las finanzas de Estados Unidos, Trump esbozó un plan que consistiría en reducir los impuestos de manera general, especialmente a las grandes corporaciones, y compensar el déficit con la imposición de aranceles a las importaciones de Estados Unidos.

Trump es un encantador de serpientes. Vende ilusiones y con un discurso repetitivo ha dicho que los aranceles traerán prosperidad a los Estados Unidos. Esto es falso de cabo a rabo. Los aranceles son un impuesto a las importaciones que terminaran pagando, no las empresas de los países exportadores, sino las empresas de Estados Unidos que compran o importan esos productos. Al final, los costos se trasladarán al comprador, es decir, al pueblo de Estados Unidos. Trump chantea al mundo entero, y condiciona el ingreso al mercado norteamericano, con la imposición de aranceles, y con un privilegiado comercio bilateral que beneficie a las empresas norteamericanas. Trump ha roto todos los tratados de libre comercio del periodo anterior, y lucha desesperadamente por crear una exclusiva zona de influencia comercial para las empresas norteamericanas.

Trump ha repetido insistentemente que los aranceles obligaran a las empresas a trasladar su producción a suelo norteamericano, pero esta es otra gran mentira de nuestro encantador de serpientes. Las grandes corporaciones se trasladaron a países atrasados para pagar salarios de hambre. La única manera que esa producción industrial regrese a Estados Unidos es que las empresas paguen menos salarios, por el alto costo de la mano de obra en ese país. Es un problema de costos y de productividad que no se resuelve con discursos.

El fracaso del DOGE

Para reforzar su posición, Trump nombró al multimillonario Elon Musk, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), con el objetivo de reducir los gastos del gobierno, pero en realidad el objetivo era aplicar un riguroso plan de ajustes que redujera el tamaño del Estado Federal Estados Unidos, que conllevó a despidos, reducción de subsidio federal sobre conquistas y beneficios sociales, en salud, educación y otras áreas, etc.

La labor de Elon Musk al frente del DOGE fue motivo de debates en Estados Unidos, porque se trataba de un funcionario no electo, nombrado por el presidente Trump, que se inmiscuía en asuntos que solo le competen al Congreso de Estados Unidos.

Musk quería aplicar un ajuste al estilo Milei, es decir, brutal y de un solo golpe. Musk, pretendía recortar al menos 2 billones de dólares del gasto federal del año 2025l, lo que representaría cerca del 30% del presupuesto total de 6,75 billones de dólares

La labor del Musk en el DOGE fue paralizada parcialmente por sentencia de jueces que ordenaron suspenden el cierre de agencias y programas gubernamentales, y por la oposición de muchos trabajadores que se negaban a perder sus trabajos. La labor del DOGE debería manifestarse en la elaboración del presupuesto nacional, pero esta fue la gota que derramó el vaso produciendo la ruptura entre Trump y Musk.

“Una gran y hermosa ley”

Así se llama la ley del presupuesto que Trump envió para su aprobación al Congreso. Con ella pretende rebajar los impuestos de manera generalizada, pero beneficia mas a los multimillonarios, aunque cede algunas migajas a los trabajadores.

Musk criticó que esa ley, aprobada apenas con un voto por encima de lo requerido, (215 votos a favor y 214 en contra) alertando que “incrementará masivamente el déficit ya gigante del presupuesto a 2,5 billones de dólares (!!!)", una cifra que "cargará a los ciudadanos de Estados Unidos con una deuda devastadoramente insostenible". (El Confidencial, 03/06/2025).

Para aprobar el presupuesto, Trump compareció personalmente en el Congreso y cabildeó con algunos representantes demócratas, y tuvo que hacer algunas concesiones, para poder aprobarlo. 0Aunque falta todavía la aprobación en el Senado, Musk volvió a la carga en su plataforma X: " Lo siento, pero ya no aguanto más. Este proyecto de ley del Congreso, enorme, escandaloso y repleto de gastos superfluos, es una abominación repugnante. Qué vergüenza para quienes lo han votado: saben que han hecho mal. Lo saben (…) ¡Este inmenso nivel de gasto excesivo llevará a Estados Unidos a la esclavitud de la deuda! (…) El pago de intereses ya consume el 25% de todos los ingresos públicos. Si continúa el gasto deficitario masivo, ¡sólo habrá dinero para el pago de intereses y nada más! Ni seguridad social, ni sanidad, ni defensa... nada (…) ¡Las gigantescas facturas de gastos están llevando a Estados Unidos a la bancarrota! BASTA".

Las diferencias entre el equipo económico de Trump, liderado por Scott Bessent,  Secretario del Tesoro, y el multimillonario Musk, que propugna por un ajuste radical, finalmente estallaron a nivel público. Este escandalo ha estallado cuando las encuestas reflejan una drástica caída de la popularidad de Trump, debido sobre todo al bamboleo sobre los aranceles y que no logra solucionar el candente problema de la inflación y carestía de la vida, que golpe a los trabajadores y la clase media.

En esas condiciones, obviamente Trump, con olfato político, se inclina por aplicar un ajuste gradual, para no perder su base electoral, sobre todo de cara a las elecciones de periodo intermedio en 2026 en las cuales los demócratas pueden recuperar el terreno perdido. Si la oposición recupera la mayoría en el Congreso, los planes de Trump quedarían paralizados.

Los “intereses ocultos” en pugna

Además de estas diferencias sobre como aplicar el ajuste, existen otros intereses ocultos en el pleito entre Trump y Musk.

Desde 2008, el gobierno estadounidense ha adjudicado al menos 21,000 millones de dólares en contratos federales. El año pasado se firmaron contratos con SpaceX y Starlink por unos 3,000 millones de dólares a través de casi 100 contratos con 17 agencias diferentes. Musk es un contratista privilegiado. La venganza de Trump para ser inminente, al declarar que Musk ... "Ha recibido mucho dinero, muchos subsidios. Así que echaremos un vistazo a eso".

En la ley del presupuesto que se acaba de aprobar, como parte del ajuste gradual, Trump no prorrogó los beneficios fiscales (alrededor de 3,400 millones de dólares) para la compra de autos eléctricos, perjudicando directamente a TESLA la empresa de Musk que tiene el monopolio del mercado dentro de Estados Unidos.

Como parte de las represalias, Trump retiró el nombramiento del magnate tecnológico, Jared Isaacman, un aliado cercano de Musk, para dirigir la NASA.

La ruptura entre Trump y Musk parece ser total, por el momento.

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