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Corrupción, impunidad y violencia en El Salvador

La región Centroamericana sufre los efectos de la crisis del capitalismo y del agotamiento del modelo económico neoliberal, así como las políticas intervencionistas del imperialismo norteamericano, que consideran la zona su patio trasero. Pero dentro de Centroamérica, los países del llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) se han convertido en una prioridad en la agenda imperialista.

Para bajar la presión social, los gobiernos del Triángulo Norte han centrado sus programas de asistencialismo social en los sectores de extrema pobreza, pero mientras implementan dichos programas asfixian al conjunto de la clase trabajadora y la clase media, sectores que han sufrido un desmejoramiento en el nivel y calidad de vida.

La falta de crecimiento económico y de oportunidades laborales en El Salvador está forzando a la juventud a migrar especialmente hacia los Estados Unidos. El Salvador se ha convertido actualmente en el país que sufre el más grave estancamiento económico con graves consecuencias sociales, como la violencia.

Los países del Triángulo Norte son víctimas de la violencia y delincuencia, la cual en países como El Salvador, Honduras y Guatemala es atribuida a las maras y pandillas y al crimen organizado. Esta es una verdad a medias, ya que en muchos casos los altos mandos militares y de los cuerpos de seguridad, forman parte de las estructuras del crimen organizado.

Esta situación caótica ha obligado al imperialismo norteamericano a adoptar una política preventiva y ser ellos quienes abanderan la lucha por reformas institucionales y de lucha contra la corrupción, antes de que las masas lo hagan por iniciativa propia, Por ello impulsan el relativamente exitoso modelo de la CICIG en Guatemala, para que sea aplicado en El Salvador y Honduras, obviamente con las particularidades de cada caso.

En Honduras, el imperialismo norteamericano ha alentado la justa marcha de las antorchas, para presionar suavemente al gobierno de Juan Orlando Hernandez, para retomar parcialmente el modelo de la CICIG.

En El Salvador está en marcha la misma operación, existe una presión del imperialismo para crear la CICIES. La derecha agrupada en ARENA ha incentivado marchas, disfrazadas de “sociedad civil”, enarbolando la bandera de la lucha contra la corrupción y contra la violencia, el principal problema que aqueja a los salvadoreños.

El gobierno del FMLN y Sanchez Cerén ha rechazado tajantemente la conformación de la CICIES. Marcos Rodríguez Secretario de Participación Ciudadana y Transparencia manifestó recientemente“…que en El Salvador existe una “institucionalidad” que no requiere un organismo como la CICIG de Guatemala a no ser que, excepcionalmente, sirva para investigar a los pasados gobiernos del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA)…” .

Estas declaraciones reflejan un pequeño cambio en la mentalidad de los dirigentes del FMLN, la ingenua ilusión que una comisión imperialista solo investigaría a los gobiernos de ARENA y no a los del FMLN. En realidad, la lucha contra la corrupción no puede estar en manos de comisiones controladas por el imperialismo, o por los gobernantes de turno, sino que debe estar en manos de los trabajadores, quienes deben luchar por el control obrero en las instituciones del Estado y en las empresas privadas.

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