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La lucha contra la esclavitud laboral en las maquilas de Centroamérica

Una muestra del retroceso económico de los países de Centroamérica, es la bancarrota y desaparición de la industria manufacturera creada a raíz del Mercado Común Centroamericano (MCCA). La derrota de la revolución en Centroamérica a finales de los 80 y comienzos de los 90, creó condiciones para una salvaje ofensiva neoliberal que significado un salto para atrás en el plano económico. Nuestros países continúan siendo esencialmente agroexportadores, orientados al turismo, con una creciente industria maquilera que no aporta ningún beneficio económico ni bienestar social.

 

Las maquilas, en su mayoría, no aportan ningún valor agregado que no sea dar el toque final al producto. Se desarrolla por el hambre, miseria y desocupación existentes, que obligan a los jóvenes trabajadores a laborar por salarios miserables, cuyo promedio en la región ronda en 200 dólares. Los inversionistas maquileros no aportan capital, ni traen modernas maquinarias. Construyen enormes galerones donde trabajan los jóvenes a ritmos inmisericordes. Y cuando han extraído todas las ganancias, en la mayoría de los casos cambian de nombre o razón social, se marchan a otro país, se instalan con nuevos nombres. Al retirarse en la oscuridad, no pagan siquiera las prestaciones laborales de ley, a veces al grado extremo que no pagan las últimas semanas de salarios.

Esto ha provocado luchas obreras en Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica. Los trabajadores se toman los galerones, pero ya no hay nada que hacer. La maquinaria a dura penas puede venderse como chatarra, los locales son alquilados, dejando enormes deudas y pasivos laborales. Aunque en El Salvador también se han producido casos similares, vale la pena mencionar la lucha que actualmente libran los 960 trabajadores de la fábrica “LD de El Salvador, S.A de C.V’’, de capital Koreano. La mayoría de ellos tienen entre 17 y 19 de laborar para esa maquila.

El dueño de la empresa, Youn Riol Kim, junto con todo el personal de dirección de la empresa, se marchó a su país de origen para evitar pleitos legales. No pagaron los últimos salarios, lo que obligó a los trabajadores a tomarse la empresa, para evitar que se llevasen las maquinas a otro país, y garantizar con el remate de las mismas los pagos pendientes a los trabajadores. Obviamente, es una lucha enormemente defensiva, no se está peleando por nuevas conquistas laborales o salariales, sino por una situación tan elemental como es el pago de los salarios.

Esa es la naturaleza siniestra de las maquilas: pagar salarios miserables, solo para que los trabajadores no se desmayen por el hambre, y que sigan trabajando al día siguiente. Aparentemente somos libres, la esclavitud fue abolida el 24 de abril de 1824 cuando se creó el Estado Federal en Centroamérica, pero no es cierto. La crisis del capitalismo está haciendo retroceder a la sociedad. Un segmento joven de la población son los nuevos esclavos de la industria de la maquila en Centroamérica. No son hombre ni mujeres libres, el destino de sus vidas está atado a la vida miserable en las maquilas.

En la fábrica “LD de El Salvador, S.A de C.V’’, existen tres sindicatos de trabajadores, uno de ellos es el Sindicato de la Industria Textil Similares y Conexos de El Salvador (SITSCES), afiliado a la Federación Sindical Salvadoreña (FESS). No en todas las maquilas existen sindicatos. Estos dirigentes se movilizaron ante el Ministerio de Trabajo (MINTRAB), pero la historia es la misma: custodiar la maquinaria obsoleta para venderla y pagar los salarios y prestaciones. Recientemente en el municipio de Olocuita, departamento de La Paz, se produjo un cierre de maquila en condiciones similares.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a las centrales obreras y sindicatos de El Salvador y resto del área, a brindar solidaridad material (agua, comida) a los trabajadores que están peleando el pago de sus liquidaciones. Pero también llamamos a luchar en contra de la autorización de maquilas que no dejen garantías mínimas para el pago de las prestaciones laborales. Protestemos de manera conjunta ante los gobiernos del área: Basta ya de abrir las puertas de par en par a “capitales golondrina”, que vienen, explotan a los trabajadores y se van. Se requieren fuentes de trabajo, pero a no a costa de las conquistas mínimas de los trabajadores. Cualquier industria que quiera instalarse en nuestros países debe garantizar un mínimo de reinversión. Si luchamos de manera conjunta podemos evitar casos como el señalado anteriormente.

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