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Se resquebraja el statu quo en Centroamérica

Centroamérica está siendo sacudida nuevamente por dolores de parto. El statu quo imperialista, impuesto a raíz de los Acuerdos de Paz (1987-1996), agoniza rápidamente pero no surge todavía un nuevo orden o equilibrio regional.

Después de un largo periodo de transición de 10 años, el imperialismo norteamericano finalmente logró consolidar su victoria, obligando a las guerrillas del FMLN y URNG a convertirse en partidos políticos (El FSLN después del triunfo de la revolución en 1979 se convirtió en partido político), que llegaron a ser parte del sistema capitalista neocolonial, derrotando de esta manera a la revolución centroamericana de los años 80 e imponiendo gobiernos que aplicaron las políticas neoliberales.

 

Se acabaron las guerras civiles, pero el prometido bienestar económico y social no llegó. Al contrario, aumentaron la pobreza y la desigualdad social. Quedaron al descubierto las llagas de la descomposición social en Centroamérica, especialmente en los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), países en donde el imperialismo norteamericano sofocó a los movimientos revolucionarios, combinando algunas reformas democráticas y elecciones con continuas ofensivas militares.

Estas llagas son el fenómeno de las maras y pandillas, los altos índices de criminalidad, la extrema pobreza y desempleo y la falta de oportunidades en general. Incluso, debemos agregar la crisis fiscal que carcome los cimientos de todos los Estados en Centroamérica.

Las maras y pandillas reflejan la creciente descomposición social de decenas de miles de jóvenes de los barrios marginales, que no tienen oportunidades de superación y que en su desesperación y odio contra el sistema, a veces son reclutados por los carteles del crimen organizado.

El desempleo masivo, los bajos salarios, obligan a decenas de miles a migrar a Estados Unidos. Pero ahora tenemos un nuevo fenómeno migratorio: ya no se trata de la migración individual, sino en caravanas que abarcan de miles, como la que salió recientemente de San Pedro Sula, Honduras, rumbo a la frontera de Estados Unidos. Acaba de salir otra de El Salvador, con menos gente, pero refleja el mismo fenómeno.

La imaginación vuela y la comparación de la decadencia de Estados Unidos con la que tuvo el imperio romano es inevitable. Igual que Roma en la antigüedad, Estados Unidos crean gigantescos muros (físicos, virtuales, incluso utilizando otros países para evitar la migración) para contener la invasión de los “barbaros”. La diferencia consiste en que, en la actualidad, estos barbaros no están armados, son desempleados, descalzos, harapientos, con la piel curtida por el sol, desesperados por encontrar un empleo y enviar remesas para el sostén de su familia.

Las caravanas de migrantes centroamericanos son, en realidad, explosiones sociales cuya onda expansiva no tiene repercusiones en el Estado de origen, pero que termina explotando contra el muro que la administración Trump levanta en la frontera con México.

Estados Unidos ha querido utilizar al Triángulo Norte como primer muro de contención de la masiva migración hacia Estados Unidos. El proyecto imperialista de impulsar reformas democráticas en los Estados del Triángulo Norte, conocido como Alianza para la Prosperidad (APP) ha colapsado, en la medida que no ha detenido ni la corrupción, ni la violencia ni las migraciones masivas.

El estallido de la lucha democrática e insurreccional en Nicaragua (aun con los resultados funestos del aplastamiento contrarrevolucionario), la huelga de los obreros de la construcción en Panamá, la crisis crónica en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras, El Salvador) marcado por conflictos inter burgueses y de lucha contra la corrupción, así como la lucha contra el Combo Fiscal en Costa Rica, nos indican que Centroamérica está siendo conmovida por la crisis del modelo neoliberal del capitalismo y por un nuevo ascenso de la lucha de masas.

Estamos viviendo un periodo de transición, entre el resquebrajamiento del statu quo regional, instaurado a partir de la derrota de la revolución centroamericana (1979-1987) y los mencionados Acuerdos de Paz, y una nueva e inédita situación u oportunidad en donde los trabajadores y las masas populares, sacando las experiencias de las pasadas derrotas, podemos construir las victorias por una nueva Centroamérica, reunificada, libre e independiente, soberana.

Para lograrlo, es indispensable la claridad política y desarrollar la más amplia unidad de acción entre las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas, a nivel de cada Estado y, por supuesto, a nivel regional, todos luchando por la misma meta.

La reunificación federal de Centroamérica, bajo las banderas del socialismo, al servicio de las amplias mayorías de las clases populares, los indígenas y los trabajadores.

¡Por la reunificación socialista de Centroamérica para detener la catástrofe social del capitalismo!

¡patria centroamericana socialista o muerte!

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