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¿Qué se esconde detrás del enfoque “social” de Kamala Harris para contener la migración?

A diferencia de Donald Trump, que intentó frenar la migración a garrote limpio, la administración de Joe Biden está desarrollando una ofensiva diplomática sin precedentes, para contener la hemorragia migratoria de Centroamérica.

Desde la época de Trump, el gobierno de México, presidido por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), rompiendo las tradiciones hospitalarias de la revolución mexicana, se ha convertido en fiel aliado de Estados Unidos, enviando tropas de la recién creada Guardia Nacional para contener, perseguir y deportar a los migrantes que buscan desesperadamente llegar a Estados Unidos. AMLO ha reafirmado a Joe Biden el rol activo y represivo de México para contener a los migrantes. Pero para Estados Unidos no basta la colaboración de México, ahora presiona directamente a los gobiernos del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), el epicentro de la migración, para que jueguen un papel más activo contra los migrantes. Estos gobiernos, en realidad, ven la migración como un jugoso ingreso de divisas para sostener las escuálidas finanzas de los Estados nacionales en crisis.

El constante flujo migratorio desde Centroamérica refleja constantes micro explosiones sociales, producto del desempleo, hambre, miseria y violencia que, como la lava de un volcán, explota en el exterior por fuerzas sociales que no encuentran soluciones al interior de sus degradados países.

Para modificar el comportamiento pasivo de estos gobiernos, a inicios de abril el procónsul Ricardo Zúñiga, asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, viajó a los países del Triángulo Norte a presionar directamente los presidentes Alejandro Giammattei, Nayib Bukele y Juan Orlando Hernández, para que sean ellos el primer muro de contención de la migración hacia Estados Unidos.

Ahora le tocó el turno a Kamala Harris, vicepresidente de Estados Unidos, quien recientemente se reunió de manera virtual con funcionarios de Guatemala, y también con representantes de la llamada “sociedad civil”, compuesta en su mayoría por ongs financiados por Estados Unidos.

La administración Biden-Harris tiene un enfoque diferente a Donald Trump: considera que hay que abrir oportunidades de trabajo para dar “esperanza” a la gente que no lo queda otro camino que arriesgarse y buscar oportunidades en Estados Unidos. No mencionó que la violencia y la inseguridad también es un motivo de migración.

Kamala Harris, declaró recientemente que “no sólo se trata de la devastación económica y lo que tenemos que hacer para ayudar en el alivio y desarrollo económico, sino que se sufre hambre extrema allí, hay inseguridad alimentaria (…) Si los padres y los niños no pueden literalmente comer, si no pueden tener las cosas básicas esenciales que todos necesitan para vivir, por supuesto que van a huir (…) la mayor parte de la gente no quiere dejar su hogar”,

Suena bonito, pero son puras palabras que se las lleva el viento, porque en realidad, tras la cobertura del enfoque sobre problemas sociales, se esconde una política que pretende, igual que Barack Obama con el CARSI, fortalecer los aparatos represivos de los Estados. Estamos ante la clásica combinación de la política del garrote y la zanahoria. Kamala Harris pretende engañar a los futuros migrantes con una zanahoria, pero esconde en la otra mano el garrote, por si acaso no funciona el engaño.

¿Por qué no hay fuentes de trabajo en los países del Triángulo Norte de Centroamérica? Por qué las empresas transnacionales, en su afán de ganancias, solo invierten en las áreas de la economía que le son rentables. Biden-Harris pretenden engañar a los centroamericanos, haciéndoles creer que convencerán a las transnacionales para abrir fuentes de empleo. Tampoco dicen que los bajos salarios existentes se deben al afán de ganancias de los capitalistas.

Mientras Biden-Harris hablan de programas sociales, los que serán insuficientes, estamos observando una restricción de los derechos democráticos, como el de libre circulación por los países de Centroamérica, incluso algunas organizaciones ya están planteando cambios legales para establecer el “derecho a no emigrar”.

Alertamos a los pueblos de Centroamérica que, detrás de la demagogia imperialista de combatir el hambre en nuestros países, para que la gente no migre hacia Estados Unidos, se encuentra una política de fortalecimiento de los aparatos represivos para que sean los propios gobiernos cipayos los encargados de establecer un muro de contención en nuestros propios países.

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