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Urge destruir el plan “motosierra” que aplica Javier Milei

En América Latina hemos vivido flujos y reflujos de la lucha obrera y popular. A la oleada de gobiernos nacionalistas (Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Cristina Kitchner en Argentina y Lula en Brasil, etc.) le sucedió otra oleada de gobiernos de derecha (Bukele en El Salvador, Bolsonaro en Brasil, Lenin Moreno en Ecuador, Mauricio Macri en Argentina, etc). Y nuevamente, como contra fenómeno, surgieron gobiernos nacionalistas cada vez más tímidos: Lula en Brasil, Alberto Fernández en Argentina, Gabriel Boric en Chile y lo más reciente ha sido el gobierno de Gustavo Petro en Colombia.

Los académicos le llaman “ciclos” de la historia a estas constantes oscilaciones sociales, que reflejan la profunda crisis del capitalismo neocolonial en América Latina. En el último periodo, tenemos un nuevo y agresivo repunte de la derecha y ultra derecha en América Latina: la cuestionada reelección de Bukele en El Salvador, el triunfo de Javier Milei en Argentina, y Daniel Noboa en Ecuador.

Todos los llamados gobiernos “progresistas” o de “izquierda”, (Chavismo, Lula, Kirchner-Fernández, Correa, Boric) en realidad han sido gobiernos que aplican más o menos un crudo neoliberalismo, con un componente de ayudas económicas para amortiguar los efectos sobre los sectores más vulnerables. Las decepciones de los sectores populares, que no tienen democracia, ni seguridad ciudadana, ni las condiciones elementales para vivir, han permitido los nuevos triunfos de la derecha y ultraderecha. En pocas palabras, por omisión, por lo que no hacen o dejan de hacer, estos llamados gobiernos “progresistas” se convierten en la antesala de la revancha derechista. Entonces, no es que estamos predestinados a soportar estos “ciclos”, sino que cada nuevo triunfo de la derecha nos arranca otro pedazo de las pocas conquistas sociales que todavía existen y que fueron obtenidos productos de luchas en una época de bonanza capitalista.

Hay dos temas centrales que preocupan a la mayoría de los ciudadanos en América Latina: la crisis económica y la descomposición social que trae aparejado un aumento de la criminalidad y de la inseguridad ciudadana.

Bukele preparó cuidadosamente su cuestionada reelección, resolviendo de un solo tajo el problema de las pandillas. En vez de armar escuadrones de la muerte, para aniquilar a los pandilleros, los metió a culatazos en campos de concentración, ahora llamada cárceles modelo. Los nuevos gobiernos de derecha toman medidas para aplicar el modelo de Bukele en Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Noboa es el que más ha avanzado en ese camino, por eso ganó una parte de las preguntas del último referéndum.

En el plano económico, la famosa “motosierra” de Milei representa una contrarrevolución económica y, por lo tanto, también se extenderá a nivel político. Milei pretende resolver el déficit fiscal, simplemente recortando gastos que afectan a los sectores más pobres. Es como cortarse una pierna ante los síntomas de la gota. La pésima y corrupta administración de los gobiernos peronistas, que nunca ha tomado en cuenta a sus bases obreras, ha fortalecido el mito que el Estado no debe regular la economía y que todas las actividades económicas deben estar en manos privadas. Es una versión de capitalismo salvaje que, de triunfar en Argentina, ese modelo se extenderá al resto de América Latina.

Estamos ante un momento decisivo de nuestra Historia. Si Milei se impone, Bolsonaro volverá a levantar la cabeza y ambos intentaran coincidir con un posible triunfo de Donald Trump en este año. El horizonte está nublado, rebosante de peligros.

Para sobrevivir y pagar la renta, una familia necesita al menos mil dólares en Argentina, cuando el salario mínimo promedio ronda los 200 dólares (¡Igual que en Centroamérica!). Milei despide miles de empleados, recorta las instituciones económicas, culturales, científicas y educativas.

Milei se propone privatizar, léase regalar, empresas como Aerolíneas Argentinas, AYSA, Energía Argentina, Radio y Televisión Argentina, Intercargo, Correo Argentino, Belgrano Cargas, Ferrocarriles Argentinos y Corredores Viales. En tanto, empresas estratégicas como Nucleoléctrica y Yacimientos Carboníferos Río Turbio, estarán sujetas a privatización parcial.

Hasta el momento, Milei ha avanzado en sus planes, con la colaboración de partidos burgueses dentro del Congreso, pero todavía no ha triunfado. Quienes más resisten son los jóvenes que se oponen a la privatización de la educación pública universitaria, una de las grandes conquistas sociales en Argentina.

Aunque ahora el peligro es mucho mayor, y la historia no se repite automáticamente, confiamos en que la lucha de los jóvenes y de las masas trabajadoras de Argentina podrán repetir la historia, cuando echaron a gobiernos similares: caída de Alfonsín en 1989, huida de Fernando De la Rúa en 2001. El resultado de esta batalla decisiva contra el modelo de la “motosierra” de Milei, tendrá repercusiones inmediatas en Centroamérica y resto de América Latina.

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