Historia


Por Maximiliano Cavalera.

El pasado 12 de junio del 2019, se cumplieron 82 años del fusilamiento del célebre mariscal Mijail Nikolaievich Tujachevsky (1893-1937) y siete generales más del Ejército Rojo. Fue en el mes de junio de 1937, que Iosef Stalin ordenó la gran purga que llevaría al paredón no solo al gran mariscal, sino a toda una generación de estrategas y baluartes militares del Ejército Rojo, forjados bajo el insondable fuego de la revolución bolchevique, la guerra civil y la lucha contra la invasión de los 14 ejércitos imperialistas a la Unión Soviética.

La vida del Mariscal.

El mariscal Tujachevsky nació el 16 de febrero de 1893 en las cercanías de Smolensk, en una familia aristocrática de origen Lituano. Estudió las artes militares en la escuela zarista de Aleksandrovskye, egresando de ella en 1914 para unirse al regimiento de guardias de Semyenovsky.

Durante la primera guerra mundial, los alemanes lo hicieron prisionero en febrero de 1915. El irreverente Tujachevsky intentó cuatro veces la fuga, hasta que fue capturado y llevado a la fortaleza de Ingolstadt, donde conoció a Charles de Gaulle.

En 1917 logró fugarse de la fortaleza Ingolstadt. Regresó a Rusia a inicios de la revolución Bolchevique, en la que participó haciéndose militante del partido Bolchevique. El 28 de enero de 1918, ante la guerra civil que asolaba Rusia, el Soviet Supremo le encomienda a León Trotsky la formación del Ejército Rojo de Trabajadores y Campesinos.

Tujachevsky se integró al Ejército Rojo y gracias a su habilidad militar escaló rápidamente posiciones. En medio de la guerra civil, se le encomendó formar el primer ejército revolucionario en el frente oriental, en esta empresa consiguió formar tres divisiones regulares, aprovechando las tropas irregulares y la antigua oficialidad Zarista. Habiendo organizado el ejército, atacó Simbirsk y logró expulsar a las fuerzas blancas, algo impresionante si tomamos en cuenta que esta es su primera gran operación militar.

En 1919, León Trotsky, comisario del pueblo para la defensa, ordenó a Tujachevsky retomar la región industrial de los Urales y Siberia, ambas en manos de las fuerzas blancas. Para llevar a cabo su misión, le hace comandante del Quinto ejército revolucionario. En el transcurso de la guerra civil, aplastó la rebelión de Kronstadt y el levantamiento de los campesinos de Tambor, pero es en este periodo que demuestra una inmensa capacidad para organizar, planear y efectuar operaciones militares en contra de fuerzas logísticamente superiores. Al finalizar la guerra civil el Mariscal comandaba el frente del Cáucaso, donde infringe la derrota final al ejército blanco del general Anton Denikin.

En la guerra contra Polonia, Tujachevsky dirigió el frente occidental, y después de varios éxitos fue derrotado en las afueras de Varsovia por Jósef Pilsudski. Por este fracaso, Tujachevsky tiene sus primeros roces con Stalin (jefe político del Frente Sudoccidental en aquel momento), Stalin critica fuertemente a Tujachevsky por haber fallado en la toma de Varsovia, por el inadecuado control de sus fuerzas y por la poca sujeción de los oficiales a sus órdenes. Por su parte Tujachevsky alega que no podía elegir a sus comandantes ni trasladar su base de operaciones de Minsk.

Entre 1925 y 1928 fue designado jefe del estado mayor del Ejército Rojo y Vice-Comisario de Defensa, luego en 1928 comandó el distrito militar de Leningrado. En 1931 fue nombrado primer Vice-Comisario de Defensa. Fue en este último cargo, que tuvo un rol preponderante en la reforma militar, transformó al ejército territorial, en un ejército profesional. Además, escribió documentos sobre la modernización de las fuerzas armadas soviéticas. A diferencia del resto de camaradas, estaba convencido de la utilización de técnicas modernas de combate, utilizando para ello tanques y aviones. En 1935, a la edad de 42 años, fue nombrado Mariscal de la Unión Soviética.

Tujachevsky sostenía la teoría de realizar operaciones profundas, en donde se combinaban formaciones de ataques en la profundidad del territorio enemigo con el fin de destruir su soporte logístico. Estas tácticas fueron codificadas en 1936 en las "regulaciones provisionales de campo", para luego ser utilizadas en la victoria del Ejército Rojo contra los japoneses en la batalla de Khalkhin en 1939. Las tácticas de operaciones profundas son abandonadas brevemente entre 1937 y 1939, pero debido su eficacia fueron retomadas luego, por los altos mandos del ejército rojo, sirviendo de principal fundamento para las grandes victorias en la batalla de Kursk y la operación Begration.

La gran purga.

A comienzos de 1937, la Unión Soviética ya hacía rato estaba bajo el control indiscutible de Iósif Stalin, quien se había instaurado en el poder apoyándose en la burocracia que carcomía las entrañas de la revolución. El primer gran triunfo de Stalin se dio en 1929, con la expulsión de su máximo adversario León Trotsky, y la persecución de la "Oposición de Izquierda".

Eliminada la oposición de izquierda, Stalin se fue asentando cada vez más en el poder. Las purgas comenzaron en 1933, con la aniquilación de los Kulaks (campesinos adinerados), y la expulsión de 400,000 personas de la Unión Soviética. Ya para 1936, Stalin tenía suficiente poder para llevar a juicio a Zinoviev, Kamenev y 16 miembros del llamado "Centro Terrorista Trotskysta-Zinovievista", todos viejos bolcheviques. Fueron acusados de planear el asesinato de Sergey Kirov y del propio Stalin. Condenados en un juicio amañado, fueron fusilados por Stalin.

El descabezamiento del Ejército Rojo.

El 22 de mayo de 1937, el gran mariscal Tujachevsky y siete generales más, todos ellos héroes de la guerra civil y antiguos bolcheviques, fueron arrestados y acusados de organizar una "conspiración militar-trotskista" y "espionaje a favor de los Nazis".

La verdad era que desde hacía varios años, existía un profundo desacuerdo que enfrentaba por un lado a Tujachevsky y el Estado Mayor del Ejército Rojo contra Stalin y la burocracia soviética. Stalin mantenía la posición que, si estallaba otra guerra, esta no se libraría en territorio Soviético. Tujachevsky, por el contrario, durante una sesión del soviet supremo en 1936, al observar el rearme de la Alemania nazi, concluyó que era inevitable un nuevo conflicto mundial y expresó su convicción de que la nueva guerra mundial se libraría también en territorio de la URRSS.

El mariscal Tujachevsky solo se equivocó en tener la razón demasiado pronto. Para 1937 toda la oposición en el seno de la URRSS había sido eliminada. El Ejército Rojo constituía el último reducto que rechazaba la autoridad de Stalin. Por esta razón, Stalin y la burocracia que le apoyaba. conspiró para eliminar al alto mando del Ejército Rojo. Stalin no solo firmó un tratado de amistad con la Alemania nazi, el tratado Molotov-Riventrop, sino que además terminó aliándose en los hechos con Hitler para descabezar al alto mando del Ejército Rojo.

La conspiración stalinista

En 1936, Heydrich, jefe de los servicios alemanes de espionaje, recibió la visita del ex oficial zarista Skoblin. Este último era agente doble, pasaba información a los soviéticos

Y flirteaba con los alemanes. Skoblin le aseguró a Heydrich que Tujachevsky estaba planeando una sublevación militar contra Stalin.

Heydrich trasmitió la noticia al estado mayor nazi, quien se preguntó cómo actuar ante tal información. Solo quedan dos opciones: una era dejar que el mariscal continuara con sus preparativos y la otra era advertir a Stalin, proporcionando las pruebas pertinentes a través del Wehrmacht.

Los nazis se decidieron por la segunda opción, porque querían descabezar al Ejército Rojo, pero a través de la mano de Stalin. Prepararon un informe basado en pruebas truncadas, revelando que Tujachevsky estaba organizando un golpe de estado con la colaboración de militares alemanes, y por medio de un agente checo hicieron llegar la información a Stalin. Así fue que en mayo de 1937 el informe Tujachevsky estaba en el escritorio de Stalin, quien fue el autor intelectual en la preparación del plan para eliminar a Tujachevsky. Fue Stalin quien hizo llegar los rumores de traición a Skoblin, quien vendió la información a la inteligencia alemana.

En el asesinato de Tujachevsky confluyeron los intereses de ambos dictadores. Stalin quería destruir la última fuerza organizada que se le podía oponer y Hitler aprovechó aquella oportunidad para descabezar al gran Ejército Rojo. Hitler estaba convencido que esta purga no solo se limitaría a los oficiales superiores del Ejercito Rojo, sino que trascendería de tal manera que harían falta varios años para reconstruir los mandos desaparecidos, dejando el terreno libre para una eventual guerra contra la Unión Soviética.

Para el mes de septiembre de 1937, Stalin y Hitler, cada quien, desde sus propios intereses, habían logrado su cometido: un total de 3 de los 5 mariscales, 13 de los 15 comandantes de Ejército, 8 de los 9 almirantes, 50 de los 57 generales de los cuerpos de ejército, 154 de los 186 generales de división, todos los comisarios y 25 de los 28 comisarios de los cuerpos de Ejército Rojo fueron juzgados y condenados. Ambos dictadores se encargaron de erradicar no solo a militares, sino también a toda una generación completa de revolucionarios que lucharon junto a Lenin y Trotsky habían luchado por la emancipación del proletariado.

La URSS debió pagar las estupideces de Stalin con la muerte de 20 millones de personas durante la segunda guerra mundial.

Hemeroteca

Archivo