Por Maximiliano Fuentes

El pasado 31 de Enero, el Sr. Ricardo Salgado criticó, en la red del FIAN, el articulo de nuestro camarada Maximiliano Fuentes, titulado “Sobre los “refundacionales utópicos” y el partido del pueblo: una respuesta a Luis Aguilar”. Esta es la repuesta a la crítica del Sr. Ricardo Salgado.

Me alegra que se haya tomado el tiempo de responder a nuestros planteamientos,  evidentemente su posición no coincide con nuestros razonamientos, pero no por ello omitiremos el debate y la reflexión, sobre todo si esta al servicio de la lucha popular. Nuestras enormes diferencias  políticas se puntualizan  en las orientaciones dadas, a nuestro juicio, la orientación política  de LIBRE no representa los intereses del pueblo de Honduras, al contrario, esta al servicio de los intereses oligárquicos y empresariales.

Porque razón, creo que es simple, LIBRE no cuestiona el estatutos quo, la institucionalidad corroída del régimen antidemocrático del Estado de Honduras, la injusticia social, al contrario, las legitima participando como un partido político más, dejando a un lado las herramientas de lucha y transformación de la clase obrera, es decir, la movilización y la insurrección popular.

A partir de esto, casi seguro dirá: ese tipo de posiciones,  son radicales y nos conducen a posiciones sectarias y fuera de la realidad. Pero la historia de la lucha de clases ha demostrado, que las transformaciones radicales, es decir el triunfo  de las revoluciones se ha logrado a través de la movilización permanente. 

Sin embargo, siempre hemos considerado la participación electoral como un aspecto estrictamente táctico, si sirve como parte de la lucha que se debe librar dentro de los espacios que la burguesía proporciona, y sobre todo, si esta se encuentra en función de elevar el nivel de conciencia del pueblo. No considerarlo, sería caer en una posición sectaria y ultra radical, es decir en la enfermedad infantil del comunismo.

En ninguna dirección fomentamos el apoliticismo. Al contrario, aspiramos y luchamos por convertir al FNRP en la expresión organizada de un nuevo nivel de conciencia de los trabajadores. Pero este proceso no puede ser impuesto desde arriba, debió ser el resultado de la voluntad de las bases del FNRP y de la maduración colectiva, no de maniobras de un sector de la dirigencia. Aspiramos a que el FNRP avance políticamente, no que retroceda al oportunismo electoralista como lo ha hecho.

No obstante, no consideramos correcto la participación electoral a través de las alianzas del movimiento popular con corrientes burguesas “progresistas” y empresariales por consiguiente contrarrevolucionarias, sobre todo porque  el carácter desmovilizador se acentúa al máximo cuando el frente popular llega al gobierno, porque se convierte en el líder del “campo” capitalista a través del ejercicio del poder del Estado capitalista. Por ello, Humberto Mendoza, reconocido dirigente de la izquierda chilena en los años 30 alertaba acerca del peligro de esas alianzas políticas.

En realidad, lo que ha sucedido es que las clases trabajadoras corren el peligro de perder a sus partido, porque lamentablemente la dialéctica del proceso político llevará al Partido (…) a representar intereses cada vez más ajenos al proletariado y  más próximos a los del capitalismo nacional e internacional.”[1]

La constitución de un frente amplio popular no es una táctica nueva, al contrario ha sido uno de los virajes oportunistas de las direcciones claudicantes. En ciertos momentos del desarrollo del marxismo en Latinoamérica se han desarrollado movimientos de esta naturaleza.  En cada una de ellas, se ha suprimido el principio e interés de clase argumentando que “…la unidad de la clase obrera no es suficiente. Debe asegurarse aliados. El Frente Popular constituye el cuadro de una amplia alianza cuya eficacia ha sido aprobada por la realidad.”[2]

¿Pero quienes son esos aliados? En algunos casos sectores progresivos de la burguesía, es decir, sectores liberales pro capitalistas incrustados en las organizaciones de los obreros. La adhesión de las organizaciones obreras a las corrientes burguesas por más de una ocasión ha sepultado o embalsamado procesos revolucionarios.  Por consiguiente, LIBRE no representa los intereses políticos de las grandes capas de oprimidos y explotados del país.

Una cosa es luchar contra el golpe de Estado y otra es constituir una alternativa de gobierno, que debe tener un claro programa de reivindicaciones sociales. La razón fundamental de esta organización política llamada LIBRE es, abandonar las luchas populares en las calles, y volcarse estrictamente a la toma del poder por la “vía democrática”, como si las transformaciones profundas se realizan desde las corruptas y antidemocráticas instituciones del Estado, es decir, sin romper con la institucionalidad burguesa.

Por otro lado, no estoy de acuerdo con el Sr. Salgado cuando plantea que las luchas coherentes no pueden ser detenidas con la simple firma de un acuerdo.  La firma no tiene ningún sentido si no hay un pacto o consenso de por medio. El Acuerdo de Cartagena implico el desmembramiento del proceso de intensas movilizaciones que se libraron en el marco  de la lucha contra el golpe de Estado y del régimen continuador, es una palabra: el desmantelamiento del FNRP como organismo de lucha y su reconversión en un partido político  que pregona frases “radicales” a favor del proceso electoral pero que esconde una trampa: la disolución del programa de lucha de  los trabajadores y del aniquilamiento de la independencia política del FNRP.

De igual manera, no consideramos en los absoluto que la discusión pasa por preocuparnos si el PSOCA como organización política sea considerada en las encuestas, le manifiesto al compañero Salgado que nuestra preocupación reside en lograr una transformación radical de la sociedad hondureña, es decir, construir una Honduras equitativa, justa y donde haya respeto de los derechos humanos, nos tiene sin cuidado si estamos dentro del top ten de los más buscados, pero si nos preocupa que ante los virajes oportunistas de Zelaya y de la dirección del FNRP se hay desarticulado y diluidos ls objetivos estratégicos de la población en resistencia, que pasaban por la refundación del país a través de una Asamblea Nacional Constituyente.

No podemos ser una organización amplia y de influencia de masas, pero somos un puñado de revolucionarios que ante todo defendemos los intereses de la clase, y estamos dispuestos a ofrendar nuestra existencia en aras de concluir con la cruenta explotación capitalista y la miseria humana. Lo nuestro no es retorica, como pretende hacer ver el Sr. Salgado. Pero, según su brillante sabiduría el PSOCA no representa ninguna amenaza para el Estado de Honduras, sin embargo me pregunto: ¿Porqué las fuerzas represivas del Estado de Honduras asesinaron a uno de nuestros más brillantes cuadros?

Pero creo, que por su pedantería deja a un lado lo fundamental, el PSOCA como otra organización política de izquierda, es un instrumento más de lucha que sus objetivos se concentran en la transformación colectiva de la sociedad, ya que los hombres como tales se liberan en sociedad y no a través de su propia individualidad.

Por consiguiente, creemos enormemente en la necesidad de rescatar el proyecto original del FNRP, pienso que todavía estamos a tiempo de revertir el triste papel que se le ha destinado. Lo anterior, no se logrará sino hay un proceso de discusión interna donde la base decida y no se impongan líneas u orientaciones por Zelaya y dirigentes oportunistas. Es de vital importancia reacomodar las fuerzas sindicales y gremiales y desde allí crear un plan de lucha que logre frenar y detener la embestida económica del actual gobierno.

Por otro lado, dentro de la coyuntura política, se hace necesario tener una política electoral revolucionaria, para ello proponemos la creación de candidaturas populares independientes, mismas que deberán ser refrendadas a través de asambleas democráticas y representadas por luchadores, dirigentes gremiales y sindicales. Evidentemente, estas candidaturas deben promulgase como una alternativa ante el desosiego de la población hondureña, pero más allá de ello, proponer la más amplia defensa de las conquistas sociales, sindicales y económicas, entre otras cosas.

 


[1] Michael lowy. El marxismo en América Latina (Texto impreso). 1ª ed.- en chile.- Santiago: LOM Ediciones, 2007. Pág. 155.

[2] Michael Lowy. “El marxismo en America Latina: antología desde 1909 hasta nuestros días.”  1ª ed.- Santiago: Lom Ediciones, 2007. pág. 149

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