Por Alberto Ramírez

El sábado 18 de agosto se produjo en San José, Costa Rica, una manifestación xenófoba de unas 400 o 500 personas en contra de los inmigrantes nicaragüenses en general y, en particular, contra la población de nicaragüenses que suele visitar frecuentemente el parque La Merced. El detonante de esa marcha xenofóbica, anunciada a través de redes sociales, fueron informaciones falsas tanto de algunas personas como de medios periodísticos, tales como, de que nicaragüenses no permitían que nacionales sacaran celular, que no permitían a los periodistas realizar una grabación o sacar fotografías, de que se iban a asaltar a los costarricenses que pasarán por dicho parque y otras falsedades. En realidad, muchos nicaragüenses, recién llegados por la represión de la dictadura de Ortega, no se dejaban tomar fotos ni brindaban entrevistas a los medios informativos por temor de ser identificados por agentes del régimen orteguistas, fichados y posteriormente, ser reprimidos. Sencillamente eran normas de seguridad básicas para resguardar la integridad física frente a un régimen despiadado.  

Presencia e inmigración de nicaragüenses en Costa Rica

El flujo y presencia de nicaragüenses en Costa Rica ha sido histórico. Ese movimiento viene desde la época de la colonia y se ha producido por los vínculos culturales, económicos y familiares que se han tenido entre la población nicaragüense y costarricense. Muchos nicaragüenses trabajaron en la construcción del ferrocarril y otros tuvieron una participación destacada en la guerra civil de 1948. Al lado del bando de Figueres, sector triunfante del conflicto político-militar, cabe mencionar al general Velásquez, alias “Chilillo”, el general Antonio Salaverry, el capitán José Santos Castillo, los hermanos Báez Bone, el teniente José María “Chema” Tercero, el líder estudiantil Octavio Caldera, Raúl Armando Rodríguez, Rosendo Arguello y otros. Del lado del sector comunista-calderonista tuvo una participación destacada el general Enrique Somarribas Tijerino, quien había combatido al lado del general Sandino contra las tropas invasoras del imperio yanqui, el cual dirigió los duros combates de San Isidro de El General.

Sin embargo, el fenómeno de la inmigración mayor de nicaragüenses hacia el territorio de Costa Rica se produjo durante la guerra contra la revolución nicaragüense en los años 80 y posteriormente después de la derrota de la revolución en los años 90 que abre una fuerte crisis económica, haciendo que miles de personas migren. Mientras Nicaragua mantuvo una relativa estabilidad económica no se produjeron salidas masivas, por ejemplo, para el año 1973 solamente vivían en Costa Rica 11.871 nicaragüenses que en representaban el 0,63% de la población total de Costa Rica. Ya para los censos de 1984 y 2000 se registra la presencia de 226.374 nicaragüenses, mientras que para el año 2016, según la encuesta de hogares de propósitos múltiples, se registraban unos 340.298 nicaragüenses, lo cual representaba el 7% de la población total de Costa Rica.

Trabajo, salarios y condiciones de vida de los inmigrantes nicaragüenses

Se han creado un conjunto de mitos alrededor de la población nicaragüenses que vive en Costa Rica, tales como, de que le quitan los trabajos a los nacionales, que utilizan los servicios de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) sin pagar, que reciben las ayudas sociales de instituciones de bien social (IMAS y otras instituciones) quitándoselas a los nacionales, que muchos asaltos y crímenes son realizados a manos de nicaragüenses, que son violentos y peligrosos y otros estereotipos. Sin embargo, los datos oficiales desmienten de forma categórica todas esas falsedades. Veamos algunas.

La mayoría de la población nicaragüenses que viene a Costa Rica se encuentra en edad de trabajar, siendo el grupo etario mayor el que va de 20 a 39 años (40%), mayor de 50 años representa el 14% y menores de 18 años son el 17%. El 82,3% de esa población migrante trabaja, el 4% se encuentra desempleado y otros trabajan en el sector informal de la economía. (Datos de 2016). En el sector agrícola el 16,6% de ocupados son nicaragüenses, el 16,7% trabaja en la construcción, el 40,1% en el sector de servicios (guardas de seguridad, hoteles, restaurantes, sodas, comercio y otros), el 15,7% trabaja como empleadas domésticas y el 10% en la industria. (Encuesta de Hogares, 2016, INEC). Por otra parte, Costa Rica necesita, de forma estacional, en el sector agrícola a más de 100.000 trabajadores nicaragüenses para levantar la producción de café, naranja, piña, caña de azúcar y otros productos. Sin esta mano de obra migrante la economía de Costa Rica entraría en una grave situación de crisis económica, ya que esos sectores productivos representan una gran porción del Producto Interno Bruto (PIB). Desde esa perspectiva los trabajadores nicaragüenses en esas áreas no solo se necesitan, sino que son indispensables. A los costarricenses no les gusta trabajar en los sectores productivos en donde se emplea la mano de obra nicaragüenses, entonces no es cierto que le quitan los trabajos a los nacionales.

Las trabajadoras y trabajadores nicaragüenses son doblemente explotados por los patrones costarricenses, transnacionales y otros, ya que reciben salarios por su fuerza de trabajo inferior a los nacionales. El ingreso promedio de un trabajador costarricense es de 490.732 colones, mientras que el ingreso promedio de un trabajador nicaragüenses es de 287.835 colones, es decir, de un 58,6% respecto a los salarios de los nacionales. Entonces, para compensar esa pérdida o bajos salarios, los trabajadores inmigrantes tienen que trabajar más horas para obtener un poco más de ingresos. Por otra parte, en algunos sectores como de guardas de vigilancia, las empresas que le brindan ese servicio, por ejemplo, a las panaderías Musmanni y a otras empresas, contratan nicaragüenses y les imponen jornadas de sobreexplotación de hasta 16 horas diarias por bajísimos salarios. Asimismo, a las nicaragüenses que trabajan como empleadas domésticas, los empleadores no las aseguran a la CCSS o si las aseguran reportan salarios menores o bien por horas, cuando trabajan 12 o hasta más horas. Lo mismo sucede en otros sectores como de la construcción y agrícola, peor aún si los inmigrantes se encuentran en situación irregular, sin documentos.

En cuanto a los servicios de salud, los EBAIS, clínicas y hospitales de la CCSS no atienden a los inmigrantes nicaragüenses si no se encuentran asegurados, excepto, se den casos de enfermedades con niños y extrema necesidad, aunque se debe pagar posteriormente. De otro lado, dado que la mayor parte de los inmigrantes se encuentran en edades para trabajar poco se enferman y, por ende, no utilizan tanto los servicios de salud. Según reportes de la CCSS del egreso hospitalario total el 91% correspondió en el año 2012 a costarricenses, un 7% de nicaragüenses y un 2% a otras nacionalidades. Como se puede observar las cifras de atención en salud a nicaragüenses son bajas. Lo mismo sucede en los servicios de educación, ayudas sociales del IMAS, becas para estudiantes de secundaria y primaria de los programas de Avancemos y FONABE, así como de otras instituciones de bien social.   Por otro lado, el 50,5% de los nicaragüenses viven en condiciones de pobreza, ya que habitan en los llamados tugurios y precarios, hacinados en cuartos en algunas barriadas de San José y otras ciudades, con necesidades básicas insatisfechas y muchas otras calamidades.

La marcha xenofóbica contra los nicaragüenses.

Según Carlos Sandoval, profesor de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC) de la Universidad de Costa Rica (UCR), “La hostilidad hacia los nicaragüenses en Costa Rica es histórica”. (Semanario Universidad, 22 al 28 de agosto de 2018). Un estudio de Sandoval del 2016, destaca dos factores diferenciales de los prejuicios hacia los nicaragüenses: “el nivel educativo influye inversamente en el nivel de prejuicio (a mayor educación menos prejuicio) y, en los estratos más pobres costarricenses, el prejuicio guarda relación con la competencia por los puestos de trabajo de menor calificación…”. (Plan Nacional de Integración para Costa Rica. 2018-2022).

El sector que se movilizó contra los inmigrantes nicaragüenses el 18 de agosto refleja a sectores menos educados de Costa Rica, movilización que estuvo integrada por personas con antecedentes delictivos, miembros de las barras violentas de los equipos de futbol del Saprissa, la Liga y Heredia, conocidas como la Ultra Morada, la 12 y la Garra, respectivamente, así como de pobladores de los barrios bajos de San José. También participaron activamente en esa marcha algunos elementos de bandas neonazi. Estos grupos violentos llevaban armas blancas como cuchillos y machetes y bombas molotov que, de no ser por la intervención de la policía, hubieran realizado una masacre contra los inmigrantes nicaragüenses.

Un marchista entrevistado por el periódico amarillista y sensacionalista “La Extra” decía que “Los nicaragüenses se expresaron diciendo que no querían asaltar y que todo el que pasara por el Parque La Merced iba a ser asaltado. Todas las comunidades y barrios bajos a los que el país no les pone atención nos levantamos”. (La Extra, 19 de agosto de 2018). El cuento de los “asaltos” fue una falsedad que se propagó en las redes sociales, sin embargo, el hecho que mucha gente de los barrios bajos a las cuales el gobierno tiene sumidos en la pobreza y miseria ven nicaragüenses un peligro o amenazas por los recursos de las ayudas sociales y otros servicios sociales. En otras palabras, los sectores costarricenses empobrecidos, cada vez más, por las políticas de los gobiernos neoliberales dirigen sus ataques contra los nicaragüenses a los cuales terminan culpando o responsabilizando de sus deteriorada situación social y económica.

Por otro lado, los medios de comunicación han exacerbado los sentimientos y manifestaciones xenofóbicas de los sectores desclasados, lumpen, bandas neonazis, barras agresivas y sectores de la población marginada y empobrecida. El diario sensacionalista “La Extra” plantea que “El propósito de la concentración, convocada en redes sociales, fue exigir al Gobierno de Carlos Alvarado que expulse a la población nicaragüense del país o que arregle la situación migratoria para impedir que los pinoleros accedan a privilegios que no les dan a los ticos, principalmente en estudio y salud”. (La Extra, 19 de agosto de 2018). Escribir que hay que hay que “impedir que los pinoleros accedan a privilegios que no les dan a los ticos, principalmente estudio y salud” es una total falsedad, además de una actitud xenofóbica de este medio periodístico. En primer lugar, ni la educación ni la salud son un “privilegio” sino una necesidad y un derecho humano. En segundo lugar, escribir que a los ticos el Estado no les da ese “privilegio” de educación y salud es una monumental mentira, ya que como todos sabemos, la educación en Costa Rica es totalmente gratuita para todos sus ciudadanos, tanto de preescolar hasta la secundaria. Asimismo, a la salud tienen acceso la mayoría de los costarricenses asegurados, así como los familiares menores de edad y las compañeras de los trabajadores asegurados, excepto, los que no tienen seguro social, pero son atendidos en caso de emergencias. 

Aunque esta manifestación violenta en contra de los inmigrantes nicaragüenses se logró contener y sofocar, sin embargo, a medida que la situación económica del país se deteriore más y la población en estado de pobreza se empobrezca aún más y su número siga aumentando, las manifestaciones xenofóbicas resurgirán con más fuerza. 

¿Qué Hacer contra la xenofobia?

La lucha contra la xenofobia debe ser una posición, política y bandera de lucha de las organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles y revolucionarias. Se debe promover e impulsar, por parte de estas organizaciones, la solidaridad material y de todo tipo en general con los inmigrantes nicaragüenses y, en particular, con los que inmigrantes políticos que huyeron de la persecución y represión del régimen dictatorial de Ortega. Promover la confraternización entre la comunidad costarricense y nicaragüenses mediante diversas actividades políticas y sociales. Realizar movilizaciones como la del día sábado 25 de agosto contra la xenofobia, la cual tuvo una buena participación. Impulsar la sindicalización de los trabajadores inmigrantes para que defiendan sus derechos e intereses, mejorando sus condiciones de trabajo y de los salarios. En especial hay que tener una política hacia las mujeres nicaragüenses que constituyen el 53% de la población migrante y que, además, reciben los peores salarios y, en muchos casos, no son aseguradas a la CCSS.

Por otra parte, es necesario organizar y educar a los sectores empobrecidos de que la lucha contra la pobreza, la desigualdad y miseria en la que se encuentra es culpa del Estado y de los políticos neoliberales de los diversos partidos que han gobernado y están gobernando actualmente, no de los nicaragüenses.  Que hay que organizarse y luchar contra el gobierno, sus políticos y capitalistas que los empobrecen, para imponer una solución a su favor, mejorando sus condiciones de vida. En el caso de los xenófobos y bandas violentas que pretenden agredir a los inmigrantes hay que exigirle al Estado su aprehensión y castigo, antes de cometan actos violentos y crímenes contra los migrantes.

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