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¡¡Huyó Mubarak!!

¡¡Abajo el gobierno de Suleiman y el Mubarakismo!!

¡¡Que un gobierno de los trabajadores convoque a una Asamblea Nacional Constituyente!!

Los acontecimientos en Egipto tendrán una decisiva repercusión en el mundo, especialmente en la conflictiva región del Medio Oriente.  Primero fue el derrocamiento de la dictadura de Ben Alí en Túnez y al mes siguiente tenemos la noticia del derrumbe de la dictadura de Mubarak. El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) se suma al júbilo popular por la huida del tirano Mubarak, pero también alerta sobre los peligros que acechan a la revolución democrática en curso.

La derrota de la revolución de 1952

Después la derrota de la revolución nacionalista (1952-1970) impulsada por el Movimiento de Oficiales Libres liderado, entre otros, por el coronel Gamal Abdel Nasser, que nacionalizó el canal de Suez e intentó construir un Estado panárabe, Egipto pasó,  a inicios de los año 70, de ser el epicentro de la revolución nacionalista árabe a un aliado incondicional de los Estados Unidos.

Antes de la repentina muerte de Nasser en 1970, la revolución nacionalista árabe ya había dado muestras de agotamiento y fracaso.

Un régimen totalitario

En este proceso político, la alta oficialidad del ejército egipcio se convirtió en el centro del poder. Desde el derrocamiento del rey Faruk I en 1952, en los últimos 60 años el ejército egipcio ha impuesto a los gobernantes de Egipto. El fallecimiento de Nasser, el posterior asesinato de su sucesor, Anuar El Sadat, en 1981, marcaron una serie de sucesivas etapas en las que Egipto paso a convertirse, de epicentro de la revolución nacionalista panárabe  a un aliado incondicional de los Estados Unidos, y en una pieza clave para la sobrevivencia del estado sionista de Israel, creado en 1948.

El asesinato de Sadat en Octubre de 1981 permitió al entonces vicepresidente Hosni Mubarak tomar directamente las riendas del poder,  mantener el control del Partido Nacional Democrático (PND) acentuando las características totalitarias del régimen político surgido del fracaso de la revolucion nacionalista. Este régimen se ha caracterizado por limitar las libertades democráticas, el establecimiento de un régimen de partido único, por la constante represión contra el pueblo, para garantizar las políticas de los Estados Unidos en el  Medio Oriente.

El gobierno de Mubarak siempre fue una continuación del régimen político que emergió de la derrota de la revolución de 1952, y se mantuvo en el poder durante 30 años (1981-2011) gracias al apoyo político y militar del imperialismo norteamericano.

La huida de Mubarak

Esta situación llegó a su fin el pasado 11 de febrero de este año, producto de una oleada de movilizaciones sin precedentes desde la revolución de 1952, y de la enorme y contagiante influencia que ha ejercido el derrocamiento de la dictadura de Ben Alí en el vecino Túnez tras 20 días de movilizaciones ininterrumpidas. A pesar de haberse negado a abandonar el poder el día anterior, Mubarak finalmente se vio forzado a abandonar el poder político de Egipto.

La salida de Mubarak constituye, sin lugar a dudas, un gran triunfo de la movilización de masas y la mejor conquista obtenida por la revolución democrática en curso. Igual que las masas que celebran su partida en la Plaza Tahir, en Egipto, los trabajadores del mundo tenemos que alegrarnos por este enorme triunfo obtenido.

El miedo a la insurrección popular

Sin embargo, la alegría de la victoria no debe nublar la visión política. Mientras los trabajadores y los jóvenes desempleados se movilizaban en las calles, desafiando la represión del régimen totalitario, logrando incluso en los últimos días que el ejército cesara la represión y se mantuviera aparentemente neutral, se producía simultáneamente una gran conspiración para evitar el triunfo total de la revolución democrática.

Los gobiernos de los Estados Unidos y la Unión Europea presionaron a su antiguo aliado Mubarak para que abandonara pacíficamente el poder, iniciando con ello una “transición pacífica” hacia la democracia. Quienes durante 30 años apoyaron política, económica y militarmente al régimen totalitario de Mubarak, repentinamente le dieron la espalda por miedo a que la movilización de masas aplastara el aparato represivo del Estado, como ocurrió durante la revolución iraní en enero de 1979.

Este giro contra Mubarak por parte de los gobiernos imperialistas no se debió a un genuino sentimiento democrático. Estos gobiernos presionaron por la salida de Mubarak, con el fin de evitar que, en el proceso de movilización y radicalización de las masas egipcias, estas terminaran realizando una grandiosa insurrección popular que destruya al ejército y la policía, los pilares fundamentales de cualquier Estado burgués. El hecho de que un día antes de la huida de Mubarak el jefe del ejército egipcio, Hassan al Roweny, se atreviera a hablar a los manifestantes reunidos en la plaza Tahir, demuestra el nerviosismo existente en la cúpula militar porque los soldados estaban confraternizando con los manifestantes en ese mismo lugar. Esta confraternización es un clásico síntoma de la crisis en la fuerzas armadas y de la presión revolucionaria de las masas sobre los soldados.

¡Abajo el Mubarakismo!

Al final,  producto de la movilización popular, de las intensas presiones y negociaciones, Mubarak ha huido, pero ha dejado el poder en manos de la alta oficialidad del Consejo Militar del Ejército y del vicepresidente Omar Suleiman, quien es jefe de la inteligencia militar  y de los organismos de seguridad.

Lo anterior es un clara demostración que aunque Mubarak ha huido, en realidad el Mubarakismo como continuación del  oprobioso régimen totalitario, continua vivo, debilitado, pero con vida. Mientras las instituciones del régimen totalitario que emergió de la derrota de la revolución nacionalista de 1952 se mantengan incólumes, la revolución democrática está en peligro. Se requiere continuar las movilizaciones para mandar el régimen totalitario al basurero de la historia.

Por un gobierno de los trabajadores que convoque a Asamblea Nacional Constituyente

Egipto vive una situación revolucionaria, las masas comienzan a despertar del letargo en que las tuvo sumida la dictadura, y ahora pasan a la lucha directa. Los trabajadores y sus organizaciones comienzan a entrar en la escena política, como lo demostraron las recientes huelgas contra el gobierno de Mubarak. Especial mención deben tener los sindicatos que paralizaron el Canal de Suez. De un solo golpe, los trabajadores y los jóvenes egipcios se han sacudido de la pesada loza de la dictadura de Mubarak, y comienzan a desarrollar una dinámica independiente.

La revolución en Egipto exige cambios profundos y la implementación de un programa revolucionario. Los socialistas centroamericanos agrupados en el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), asimilando nuestra propia  experiencia de la lucha revolucionaria de los años ochenta del siglo pasado en Centroamérica, llamamos y recomendamos a los trabajadores y jóvenes egipcios a luchar por el siguiente programa de reivindicaciones transicionales:

  • Para que triunfe la revolución democrática, conquistar la independencia política y la soberanía nacional, es necesario luchar por el inmediato derrocamiento del gobierno de Suleiman, porque es una continuación del gobierno de Mubarak. El necesario  derrocamiento de Suleiman nos plantea la imperiosa necesidad de instaurar un gobierno de los sindicatos y organismos obreros y populares que han participado en las movilizaciones.
  • Para evitar que los enemigos internos y externos levanten la cabeza, se deben desmantelar todos los aparatos represivos del régimen de Mubarak, y garantizar libertades políticas a todos los ciudadanos. Legalización de todos los partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales que hayan participado en la lucha!
  • Si el ejército ha sido una institución clave en la vida de Egipto, debemos luchar para ganarnos a los soldados y a la baja oficialidad al lado de la revolución, se debe luchar por la creación de Comités de Soldados y que sean estos quienes dirijan las tropas, garantizando que nunca más se dispare contra el pueblo.
  • Para garantizar la defensa de la revolución democrática en curso, se requiere organizar milicias en los centros de trabajo, estudio y en los barrios populares.
  • De igual manera, debemos exigir el inmediato rompimiento de todos los pactos militares de Egipto con Israel y Estados Unidos. Desconocimiento de los acuerdos de Camp David, que permitieron el reconocimiento de Israel. También debemos exigir la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas de Egipto con el Estado sionista de Israel.
  • La revolución exige cambiar inmediatamente la reaccionaria Constitución de 1971, que reflejó en su momento el fortalecimiento de las instituciones surgidas de la derrota de la revolución nacionalista de 1952. Para garantizar la plena democracia, se debe convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, libre, soberana, democrática, que reorganice la sociedad y el Estado en Egipto.
  • Debemos luchar por la instauración de un Estado laico, que garantice la más absoluta libertad religiosa.
  • La reforma agraria en las escasas tierras fértiles de Egipto, es una gran tarea pendiente desde 1952.
  • Se debe nacionalizar la banca y las principales industrias, y colocarlas bajo el control de los trabajadores.
  • Por un Federación de Republicas Árabes, libres soberanas e independientes, que termine con la dispersión de la nación árabe!!

La movilización por la realización de las tareas democráticas encierran una dinámica anticapitalista y antiimperialista, que esperamos llegue a su máximo a desarrollo, hasta proclamar la reunificación de la nación árabe en un solo Estado laico, en donde convivan trabajadores de las diferentes denominaciones religiosas.

El triunfo de la revolución democrática en Egipto acelerará la crisis del estado sionista de Israel e incentivará el proceso de liberación Palestina, ahora ocupada y desgarrada por los sionistas. El futuro del Medio Oriente se juega en Egipto. Todo el orden imperialista creado en las ultima décadas  en la zona del Medio Oriente esta resquebrajado, las monarquías árabes estas aterrorizadas, las masas árabes se han convertido en la vanguardia de la lucha antiimperialista, por eso debemos apoyarlas y estar pendientes de lo que ocurre en Egipto y demás países arabes.

Centroamérica, 12 de Febrero del año 2011

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)

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