Por Felipe Damas

Hacia 1970 la lucha armada pasó a constituir la principal forma de lucha para derrotar a la tiranía militar y para la toma del poder político; en 1972, tras una imposición de la oligarquía y del imperialismo llegó a la presidencia el Coronel Arturo Armando Molina quien a pocos de iniciado su mandato intervino la Universidad de El Salvador,con el objetivo de aniquilar a las fuerzas de izquierda y al movimiento estudiantil, grandes baluartes de la lucha revolucionaria en aquel entonces.

El 30 de Julio de 1975, marcó la historia salvadoreña. El gobierno del Coronel Arturo Armando Molina y sudictadura militar violentó y masacró a estudiantes de nivel básico y universitario que se manifestaban pacíficamente en las calles de San Salvador.

Antecedente: 25 de julio

Estudiantes del Centro Universitario de Occidente (UES) de Santa Ana, aprovechando la celebración delas Fiestas Julias, para el día 25 de julio de 1975 habían organizado un desfile bufo el cual era aprovechado para la denuncia política a través de la sátira. El gobierno tomó este pretexto para invadir nuevamente con fuerzas del ejército las instalaciones universitarias, destruyendo todo a su alcance, golpeando y apresando a varios estudiantes que se disponían a iniciar la jornada en horas de la madrugada.

El 30 de julio: represión y muerte

En julio de 1975 ante el mundo se vendía la idea de que en El Salvador existía alegría, tanto es así que se dijo que era el país de las sonrisas, en el marco de la celebración de un evento de belleza que se realizó en la capital del país.

Pero mientras esto sucedía, el 30 de julio estudiantes y el pueblo oprimido de forma pacífica, llevando carteles y palabras alusivas a la denuncia pública por los hechos del día 25, exigiendo sus derechos y garantías como estudiantes se movilizaron en la marcha que recorrería las calles más céntricas y culminaría en la Plaza Libertad. Esto fue imposible debido a la represión; según narraciones de un sobreviviente“…La masacre estaba preparada, nos dimos cuenta que estábamos en una emboscada. La única salida aparente era el repliegue hacia la Universidad, pero ya era imposible contener al primer bloque que se acercaba al Hospital de Maternidad sobre el paso a dos niveles del Seguro Social…varios cayeron víctimas de los disparos, otros fueron arrollados por las máquinas, otros saltaron desde el puente en un intento desesperado por salvarse, algunos se internaron por la quebrada de la Tutunichapa y los que corrieron hacia el Central de Señoritas fueron a chocar con el filo de los machetes desenvainados de los elementos de la ORDEN, que blandían en el aire como pedazos de espejos asesinos. Una avioneta a veces casi a cielo raso rociaba gases lacrimógenos y vomitivos...Metralla de tanquetas y fusilería, golpes, culatazos, gases venenosos, machetazos, dolor, muerte…el olor de la sangre impregnaba todo el ambiente alrededor. Muertos, golpeados, presos y heridos eran amontonados en camiones con placas particulares y llevados con rumbo desconocido…”. El repudio a tal masacre, logró juntar ese mismo día en catedral a las organizaciones populares, que denunciaron tales acciones con consignas cantos de protesta, teatro callejero, testimonios, y opiniones. Es durante esa toma que se constituye el BPR (Bloque Popular Revolucionario), que presentó su plataforma de carácter reivindicativo, que con decisión proletaria buscaría desenmascarar y denunciar la política de la tiranía militar facistoide, y avanzar así en el proceso revolucionario.

Por la conformación de una comisión de la verdad

La masacre del 30 de julio de 1975 sigue en la impunidad, por ello el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) hace el llamado a las organizaciones estudiantiles, obreras campesinas y populares a exigirle al actual gobierno del FMLN la conformación de una comisión de la verdad integrada por las diferentes organizaciones para iniciar la investigación de los hechos ocurridos el 30 de julio.

Este 30 de julio, todos a movilizarnos, a participar en las diferentes actividades conmemorativas; seamos la voz de los que ya no pudieron seguir reclamando justicia; exijamos respeto a la dignidad de nuestra clase proletaria y estudiantil, y recuperemos el legado de valentía y lucha de nuestros héroes y heroínas. Exijamos castigo a los asesinos del pueblo; para ello debemos demandar que la Fiscalía General de República investigue y castigue a los responsables de los hechos del 30 de julio. Así mismo debemos exigir la derogatoria de la Ley de Amnistía.

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