Por: Alberto Castro.

Desde que Nayib Armando Bukele, asumió la presidencia de la República de El Salvador, continuó con la propaganda de desgastes contra ARENA y FMLN, los pilares del bipartidismo que, durante treinta años dirigió toda la actividad Estatal de la posguerra, los medios de comunicación de estos partidos que durante tres décadas desencadenaron guerra entre sí, con la llegada de Bukele a la presidencia se volvieron parte del blanco de sus constantes ataques hacia sus adversarios, lo cual los unió para defenderse y atacar adversario común, y es que, el bipartidismo no terminó con la derrota electoral de ARENA y FMLN, más bien se transformó en dos nuevos polos: uno compuesto por la oposición obligadamente compuesta por ARENA y FMLN, la otra  por Bukele y sus alianzas entorno a NI-GANA. Dos músculos de la misma maquinaria oligarca. Los medios tradicionales tras los ataques de Bukele han recurrido a la proclamación de la Libertad de Expresión, como principio sagrado de las reglas del juego que se debe respetar, la clase trabajadora y pueblo salvadoreño que no tenemos acceso a los grandes medios, debemos observar estas fricciones interburguesas, pues no necesariamente nos representan nuestras voces, mucho menos nuestros intereses de clase.

Hechos que vaticinan una política.

Para la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) tras la llegada de Nayib Bukele al Ejecutivo, se multiplicaron las violaciones a la Libertad de Expresión en un 381.25 % en su primer año de gobierno (61 casos respecto a los 16 reportados en el último año de Sánchez Cerén). De entre los tipos de vulneraciones seencuentran: bloqueos de acceso a la información pública, ataques y acosos digitales, declaraciones estigmatizantes y despidos injustificados en el sistema de medios del gobierno.

De manera que en primer lugar hay un reconocimiento que los ataques a la prensa, pertenecen a una práctica que antecede a Bukele, seguidamente que se disparó el número de vulneraciones con Bukele, ello fleja hostilidad de su parte, además destaca que es intolerante a la indagación periodística de medios que no están bajo su órbita de influencia, lo que les vuelve sus enemigos, y como tales reciben sus ataques, por ejemplo: en el mismo día que le fue colocada la banda presidencial, el batallón presidencial restringió la labor de un periodista de El Diario de Hoy, ese fue el preámbulo de una práctica cuyos propósitos son neutralizar que los medios de comunicación puedan usar información para desgastarle, por eso debe descalificar las publicaciones de la prensa opositora de manera permanente.

Otros que han sido blanco de sus ataques son los periodistas de Factum y El Faro a quienes les ha impedido el acceso a conferencias de prensa, incluso la Fuerza Armada y la Policía Nacional Civil han llegado a obligar a periodistas que eliminen material gráfico de sus equipos, por si fuera poco mediante twuits ha llegado a llamarles “panfletos”, “medios vendidos”, “plumas pagadas”, estas alusiones posteriormente son replicadas por sus funcionarios, sus fanáticos y sus propios medios, pues el también tiene un buen número de panfletos a su servicio, pero además paga publicidad en los medios que descalifica, todo pagado por el Estado; designó en el presupuesto de este año 22 millones de dólares destinados a publicidad, por si fuera poco en marzo, en plena crisis sanitaria compró equipo audiovisual por $60,000.

En un intento desesperado los medios recurrieron a Mari Carmen Aponte, ex embajadora de EEUU en El Salvador, para que se refiriera al respecto, efectivamente le criticó y advirtió que la próxima administración estadounidense no sería tan pasiva ante ello.

La hegemonía cultural de la prensa.

Bukele pretende controlar la opinión pública mediante la monopolización de la prensa, no significa que vaya a derribar la hegemonía cultural que por siglos han impuesto los tradicionales medios de comunicación, no hay ningún cambio que beneficie el interés popular, los polos en disputa interburguesa siguen ejerciendo su influencia mediática adecuada a su ideología de clase, bajo la constante defensa del capitalismo y combate hacia los trabajadores. Mientras tanto los periodistas de los medios están siendo víctimas de ultrajes por sus patrones y por la competencia. La clase trabajadora necesita también crear sus propios medios de prensa, que sean independientes, solidarios y con identidad de clase.

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