M.A. Marco Antonio Garavito

Profesor titular II, Escuela de Ciencias Psicológicas

La toma y control por parte de los Estudiantes por la Autonomía – EPA-, tanto de la ciudad universitaria, como del CUM, constituye una expresión de la crisis que atraviesa hoy día la Universidad de San Carlos y, para nuestro caso, la Escuela de Ciencias Psicológicas. Este acontecimiento tiene la particularidad de haber puesto en la balanza dos posiciones antagónicas respecto a como entender las causas del período crítico que vivimos, así como cuáles son y a quién corresponde tomar las medidas que permita enfrentar y resolver este difícil momento.

Por un lado, está la postura de quienes cobijados en los beneficios que por años les ha dado el control del poder, consideran que todo lo que está ocurriendo es producto de conspiraciones, de acciones “sin sentido” de pequeños sectores que no les interesa el desarrollo académico de la universidad. Dicen estos adalides del statu quo que nuestra tricentenaria universidad goza de buena salud y que aquellos que se expresan en contra de las políticas implementadas en estos años lo hacen a partir de que responden a obscuros intereses. Su análisis es concreto y por demás simplista, anticientífico. Según expresan, la situación de crisis es simplemente por culpa de alborotadores y de gente con “ansias de poder”.

Por el otro lado, estamos quienes creemos y hemos planteado desde hace un buen tiempo, que la universidad y especialmente la Escuela de Psicología, está sufriendo una profunda crisis y cuyo origen hay que buscarlo en la ruptura que se ha dado con los principios que, desde la misma Constitución de la República, están definidos respecto a nuestra responsabilidad social y académica. Los fines y objetivos están extraviados, muy a propósito, por cierto. Las acciones que han tomado los Estudiantes por la Autonomía no han hecho sino manifestar el descontento que existe pero que, en no pocos casos, no se expresa, bien sea por temor a represalias de las autoridades o porque fatalmente se asume que esos reclamos nunca conduce a mejorar las situaciones denunciadas.

En tanto la universidad no es un ente aislado, tanto dentro como fuera de ella hay preocupación por esta crisis acumulada, pues debido a la complacencia de quienes la administran y dirigen ahora es una institución alejada de sus otrora ideales de ciencia, crítica y compromiso social. Al contrario, estos valores han sido sustituidos por la mediocridad académica, la rigidez ideológica y la formación encaminada simplemente al lucro, en consonancia con el espíritu neoliberal de la época.

Lejos han quedado los días donde la Universidad de San Carlos hacia parte de la voz y la conciencia de las necesidades y demandas de la mayoría de Guatemaltecos. Distantes los tiempos cuando sus aulas eran espacios para el debate y para el cuestionamiento crítico, sin que ello supusiera descalificativos y amenazas por parte de quienes en algún momento se apropiaron de ella y, ahora se asumen sus dueños. Los argumentos fueron sustituidos por la calumnia. La polémica basada en posicionamientos ideológicos y políticos, alterada por la descalificación personal. Los sueños y proyectos compartidos, cedieron paso al oportunismo de algunos que, al mejor estilo maquiavélico, han hecho de cualquier medio un recurso válido para alcanzar ventajas descarnadas de toda conducta ética. Los principios los han convertido en algo banal, siendo lo importante saber aprovechar las oportunidades que ofrecen las amistades, el clientelismo y hasta la compra de favores.

Aunque la crisis de la Universidad es general, tiene expresiones particulares en algunas de sus unidades académicas, pues es en ellas donde el sistema se reproduce. La Escuela de Ciencias Psicológicas, nuestro hábitat cotidiano, manifiesta estas mismas tendencias, aunque en un estado sumamente crítico. No es casual, ni gratuita la actitud que han mantenido las autoridades, sobre todo el Consejo Directivo, respecto a las demandas que desde ya hace años venimos planteando respecto a la necesidad de renovar nuestra vida académica e institucional. El proceso vivido, sobre todo este año, es un buen ejemplo de cómo quienes han medrado con sus recursos pretenden, a toda costa, no perder esos privilegios que, al final, son el único argumento de su lucha. Hace ya mucho tiempo que dejaron de lado la preocupación por la academia, la ciencia y en el compromiso social de nuestra escuela.

Al contrario, lo que seguimos escuchando de “las autoridades” son discursos vacíos, además de crecientes amenazas y chantajes a la comunidad educativa, a través de lo cual han podido imponer por un buen tiempo esos intereses. Sin embargo, esta situación está llegando a su fin. En la Escuela, al igual que en toda la Universidad, esta contradicción entre lo viejo y la nueva necesidad es el verdadero fondo de la crisis, la cual no puede ya esconderse o pretender seguirla achacando a “malos universitarios”. Esa simplicidad perversa ha sido uno de los factores que la han profundizado pues, una intervención oportuna, preventiva y responsable ante los crecientes problemas hubiera permitido no llevar a nuestra Escuela a tocar el fondo en que ahora se encuentra.

Ha sido tan irresponsable el manejo en la última administración que las autoridades han tenido que salir por la puerta de atrás, cual ladronzuelos, sin tan siquiera haber presentado un informe de su actuar a toda la comunidad educativa, como corresponde hacerlo a quien ha ejercido esos cargos por decisión de los electores. Si no pregúntense en que momento abandonaron sus cargos los miembros del Consejo Directivo Dr. Vladimir López y Lic. Mariano Codoñer, así como la misma Directora Licda. Mirna Sosa. De un día para otro ya no están, se van a escondidas sin entregar cuentas sobre el desastre administrativo en que han dejado a la Escuela de Psicología. Claro, esperan que su actuar sea protegido por la más absoluta impunidad, como tantas veces ha ocurrido con situaciones anómalas. Esto, desde luego, no debemos permitirlo.

Por esa razón y ahora que tenemos una dirección interina, nombrada por el Consejo Superior Universitario, demandamos que ella nos presente un informe exhaustivo sobre el estado en que las autoridades tránsfugas han dejado a la Escuela de Psicología, así como que públicamente se deduzcan responsabilidades a quienes han ejercido la dirección-administración en los últimos años y cuyas anomalías han empezado a aparecer de forma más abierta, aunque por mucho tiempo han sido denunciadas sin encontrar mayor respuesta en las autoridades superiores de nuestra universidad. Parte de la misma crisis.

El Dr. César Lamboure, nombrado director interino de la Escuela por el Consejo Superior Universitario, debe saber que frente a la necesidad de transparentar, de exigir justicia y recuperar la confianza institucional, cuenta con todo el respaldo de quienes queremos aportar para salir de esta coyuntura de crisis. Como institución hemos tocado fondo. Más abajo no podemos seguir, aunque los defensores de privilegios se empeñen en negarlo y, a tono con las posturas políticas e ideológicas señaladas en principio, ofrezcan explicaciones simplistas a lo que hoy día vivimos como presagio de mejores momentos.

Por todo esto, es necesario que tanto estudiantes, docentes y egresados de la Escuela de Ciencias Psicológicas hagamos un esfuerzo sereno, analítico y responsable de lo que está ocurriendo y no caigamos en el juego de culpar a los estudiantes de EPA por los acontecimientos actuales. Al contrario, debemos aprovechar este momento para hacer valer las demandas que durante tiempo han sido acalladas. Vivimos una coyuntura que debe ser valorada como una oportunidad de dar pasos hacia adelante, empezar a salir de la crisis y retomar el esfuerzo de construir una escuela académicamente seria y con reconocimiento social. En ese propósito está también el poder alcanzar nuestra satisfacción personal, profesional y humana.

El camino por delante no es fácil. Los viejos poderes no van a ceder fácilmente sus añejas ventajas. Van a intentarlo todo. Amenazas, manipulaciones, engaños, desinformaciones, meter miedo, etc. De ellos es lo que debemos esperar y más. De todas formas, me parece, las demandas de cambios van a ir creciendo paulatinamente y, como universitarios conscientes, debemos contribuir para que de esta crisis salgamos fortalecidos. Entonces, todo tendrá sentido…..

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