Por Joseph Manuel A. Herrera

Termina la noche y nace el día, al fondo mientras la luz del amanecer que vendrá, inicia su batalla impostergable por arañar a la noche, suenan las garraspeantes notas que bosteza una guitarra en manos de un compañero; como esa música, es hoy la toma del campus central de la USAC, no paran, ni deben de parar las noticias refrescantes de una nueva toma estudiantil en este o aquel centro universitario, en esta o aquella sede académica, sin olvidar –porque nunca debemos olvidar– que estas son protagonizadas por estudiantes, docentes y trabajadores a lo largo y ancho de la geografía de un ya convulsionado país. Los estudiantes han dicho: ¡basta! y no se detienen ni con los ladridos de la jauría, ni con las amenazas, cada vez más bochornosas de las autoridades y sus tamborileros.

Quizá el pasado del viento por los pasillos de la historia haga entender si es hoy incuestionable la bronca de los sancarlistas, no solo con la administración central de la USAC, sino con todo un modelo económico, social y político, que incluso debe ser entendido desde un contexto más amplio para empezar a echar luces sobre la crisis universitaria que los estudiantes han logrado visibilizar en la mercantilizada opinión pública, más interesada estos días por saber quién será el último delfín que termine pariendo la quebrada democracia chapina el próximo 11 de agosto.

Luchas anteriores por evitar el total desvió de los ideales sancarlistas del “Id y enseñad a todos” bajo el peso infame de la privatización y la privación de la educación superior  promulgada por los agentes del neoliberalismo, que poco a poco ha demostrado que las autoridades encabezadas por el rector y sus secretario general, fueron los que obligaron a la estudiantado a llegar a la medida de la toma de sus instalaciones –como los trabajadores se toman las fábricas y los campesinos la tierra– para ser escuchados por una vez ante el quiebre del gobierno tripartito, donde los representantes estudiantiles en el Consejo Superior Universitario (CSU) parecieran estar más preocupados por su carrera política oportunista, trepando puestos en la burocracia universitaria, que por la defensa de los estudiantes que les han elegido. Todo esto obligo hoy a los sancalistas soñadores que no creen más, que la realidad que impone la actual administración universitaria es inmutable, que no se puede derrotar, ¡pues está siendo derrotada!

La toma como medida que se encuentra delineada en la tradición de lucha estudiantil de cualquier latitud del continente y del mundo no ha buscado otra cosa que resistir la embestida neoliberal;  por ejemplo: el encarecimiento de las tasas de cobro que pesan sobre los aspirantes a estudiar en la Usac, como el aumento al Programa Académico Preparatorio –PAP– a finales del año pasado, que junto con la subida del examen vocacional, solo ha demostrado la mentalidad obtusa del neoliberal disfrazado de modernidad que es el actual rector “magnifico” Murphy Paiz y su camarilla de comparsas en el CSU, que quieren profundizar la privación a las clases populares y a las cada vez más pobres clases medias del derecho a asistir a su única universidad estatal. Los molinetes y la exigencia de mostrar el DPI en las instalaciones de extensión universitaria, como la biblioteca son muestras de esto, pues quieren que la USAC ya no esté abierta a las grandes mayorías del pueblo, sino encapsulada en sí misma, en la burbuja imaginaria de una academia alejada de la realidad y de su pueblo. De igual manera está pensando la elevación de los costos en los cobros den la utilización de las instalaciones deportivas y del Centro Cultural Universitario en el Paraninfo, quitar derechos hasta ahora inalienables del sancarlistas y solo permítaselo a quien pueda pagárselos.

La anexión de los fines de retribución a la sociedad del Ejercicio Profesional Supervisado –E.P.S–, trastornando al punto de volverlo cantera de mano de obra sin costo, para las empresas agremiadas en la Cámara de la Industria de Guatemala (CIG), cambiando así el fin social del conocimiento producido en la USAC y pagado en última instancia por los ciudadanos contribuyentes, colocando de intermediario entre el conocimiento dirigido a subsanar los grandes problemas de la sociedad –misión constitucional de la U–, ligando ese conocimiento a los interés particulares de los empresarios, clase social que históricamente paga el menor porcentaje de impuestos con respecto a sus ganancias.

La especulación promovida por el CSU de subir el costo de los parqueos, de la matricula cargando sobre el estudiante la incapacidad de los máximos dirigentes de la USAC para exigir el 5% del presupuesto nacional de ley, incluso olvidando alevosamente tener que exigir un aumento para seguir extendiendo la cobertura universitaria de acuerdo a la elevación del costo de la vida y del número cada año más grande de aspirantes a matricularse en nuestra universidad, optando por un préstamo leonino del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que sera impagable como deuda pública y obligara a la universidad a concesionar cada vez más servicios al interés privado. A pesar de las contradicciones internas entre los diferentes grupos en toma, contradicciones propias de la realidad concreta de sus integrantes, pues esta toma está habitada de un crisol de colores y pensamiento que encuentra su origen en la propia carne del estudiantado, una toma que ha sacudido a los dirigentes  estudiantiles de todas la generaciones, y de cada unidad académica hasta tener que tomar posición abiertamente a favor o completamente en contra de las medidas adoptadas por los estudiantes para hacerle frente a los enemigos de la educación pública. Estas contradicciones con el pasar del tiempo serán intolerables, pues el estudiantado que le da vida a la resistencia no tolerara la traición de algunos dirigentes, algunas asociaciones y este o aquel comité en favor de sus intereses particulares o sectarios.

Pero el fenómeno que debe incluso causarnos más interés es el apoyo de las diferentes clases y capas que conforman el pueblo de Guatemala, desde el transeúnte de a pie que saluda con manifiesta afinidad mientras salen rumbo al trabajo desde los barrios populares que rodean al Campus Central, así también el vigilante de seguridad que hace cambio de turno en este o aquel edifico del campus que dice: “ya se habían tardado muchachos, ya mucha robadera”, la vendedora y el vendedor que se acercan para  movilizar su mercancía perecedera, ayudando en más de un tiempo de comida a los estómagos en toma, panes, shukos, la solidaridad tiene muchos nombres; la señora, el padre y la hija que se acercan a entregar insumos con la sonrisa de volver a ver a los muchachos de siempre, los imprescindibles, el estudiante que en su amplio espectro, que desde afuera o toma adentro manifiesta con entusiasmo la necesidad a la que la actual administración llevo a la comunidad sancarlista, vanguardiada por el estudiantado en la barricada de lucha actual.

Las medidas de la actual administración casi sin ninguna oposición en el CSU demuestran una vez la anquilosada organización del gobierno tripartito quebrado por su percudida vejez, donde los representantes son electos y después se desligan de los intereses de sus electores, vinculándolos a la camarilla de turno que haga de la universidad su caja registradora y su trampolín político. Las medidas anteriormente descritas, encaminadas a encarecer y privar de la educación, abiertamente anti populares han desencadenado la tormenta que en estos días de calor calcinante y noches lluviosas han puesto patas arriba a la administración central de la universidad, dejando a tan solo tres departamentos sin tomas de sedes académicas y centros universitarios.

Efectiva es esa toma que todos irresistiblemente dicen que ya era necesaria, la que le ha dado aire al movimiento estudiantil y promete barajarse por primera vez en un largo tiempo, una victoria parcial o total contra la administración a favor del estudiantado. Entendiendo a vuelo de pájaro las causas que obligaron a los estudiantes a tomarse sus fábricas del conocimiento, el Campus Central, el Paraninfo, el MUSAC, el Centro Universitario Metropolitano (CUM), Los Arcos y casi la totalidad de los Centros Universitarios a nivel nacional, se puede dilucidar la actual crisis universitaria y la potencialidad cargada de futuro en las filas del alegre estudiantado, que le vuelven a imprimir esperanzas al conjunto de la sociedad guatemalteca, tan necesitada de ella en estos días.

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