Por Hercilia Cáceres

La toma de la USAC dirigida por el sector estudiantil es la respuesta a una serie de exigencias contra el Rector Murphy Paiz y los miembros del Consejo Superior Universitario (CSU). La toma tuvo una excelente respuesta mediáticamente para con la población guatemalteca, asimismo, desde los centros y extensiones universitarias en la ciudad e interior del país. El apoyo se mostró por las diferentes tomas en 20 de los 22 departamentos, sumando un total de 23 sedes universitarias en resistencia, con demandas específicas y generales. Las exigencias que dominaron fueron las 18 establecidas por el Colectivo Estudiantil Universitario (CEU), a las que se sumaron 7 organizaciones más, incluyendo a la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) que se mostró en un inicio inconforme por las acciones de hecho, pero que posterior su secretariado se vio en la obligación de asumir el momento histórico y apoyar la toma. Cabe resaltar, que las acciones en el Campus Central no se vieron protagonizadas por la AEU, siendo en Museo de la Universitario (MUSAC) el recinto que estos últimos han mantenido en cierre.

Por otro lado, fueron las asociaciones estudiantiles de Arquitectura, Ingeniería y Derecho las que presentaron oposición a las 18 demandas, por no ser quiénes tenían el protagonismo para la negociación, siendo principalmente la Junta Directiva de ingeniería el centro de la reacción al digno movimiento estudiantil. Las acciones de hecho que surgieron de manera espontánea, fueron aceptadas en buena medida desde redes sociales, pero no en los hechos, fue un porcentaje reducido de estudiantes, trabajadores y docentes quiénes acuerparon la resistencia, hasta el día de hoy. De cierta manera, ha sido una toma en la que no se ha mostrado mayor riesgo físico, caracterizada mayoritariamente por la clase media urbana en vías de empobrecimiento la que a engrosado la lucha, sector social que entiende los riesgos de la privatización en los servicios de la USAC, en una economía quebrada donde la vida cada día está más cara y los medios para sostenerla más difíciles.

Otra característica importante de la toma, radica en la dirigencia, mientras unos cuántos se creen con la facultad de decidir por quiénes en los hechos realmente sostienen la toma, por creerse con el derecho de asumir, sin conocer las necesidades o miedos, ni ser un eslabón importante en la organización, sino solo protagonizar ante los demás como líderes sacrificados. De estos abundan un par, figuran como la reacción dentro de las acciones de hecho, se oponen a que sean los estudiantes quiénes se organicen en asambleas, haciendo que todo parezca una conspiración, para que sus intereses individuales no se posiciones sobre los colectivos. Como se puede asegurar, si a estos personajes se les da el “poder” que no se les ha dado, se convertirán innegablemente en los nuevos “zopes”, aquellos que hemos descrito como personajes que arbitrariamente se posicionan sobre los estudiantes, por poder o el mismo ego, buscando negociar prebendas particulares frente a las autoridades.

La lucha no solo es contra la privatización, sino también contra aquellos oportunistas que lejos de sostener la toma, se dedican únicamente a auto vanagloriarse, desmeritando la lucha y el esfuerzo del sector estudiantil en resistencia. Los días pasan, y son esos personajes los que se están encargando de desgastar a los mismos estudiantes, con posturas antidemocráticas, discursos románticos, llenos de falsas esperanzas para con los demás porque no tienen los pies sobre la tierra y no son capaces de asumir tareas, dándose lujos que los demás no poseen. Dirigir estudiantes, no es solo aparentar hacer algo, implica acompañar todo el tiempo a las fuerzas en resistencia, velar por las mejores condiciones y permitir su auto organización, libre y democrática como al estudiante le parezca mejor.

Pese a los inconvenientes, han sido los estudiantes quiénes bajo la consigna de los ideales contra la privatización, ignoran el sueño, el cansancio, poner al límite la vida personal y dedicar impresionantemente todo su esfuerzo a una lucha. Dentro de la toma, las diferencias personales se convierten en artificiales y a medida que pasan los días queda únicamente la vanguardia estudiantil, aquella que posterior a estas medidas puede agruparse para la toma de espacios políticos dentro de la universidad, con organización y el mismo sacrificio que ponen a la par de ideas colectivas. Dentro de los centros universitarios, se perciben diferencias de forma, más no de fondo, respecto a su organización, aunque cabe recalcar que algunos de estos presentan mejor estructura, incluso que el Campus Central.

Las demandas democráticas, deben ser protegidas de los oportunistas, tanto en el campus central y la ciudad, como en las secciones universitarias que a diario se sobreponen a estos que históricamente han derrotado movimientos que pudieron resultar en victorias para el estudiantado. Se necesita que la verdadera fuerza sea la que decida sin dejarse llevar por discursos bonitos, siendo realistas, con los pies sobre la tierra y asumiendo el papel que corresponde. La lucha necesita claridad, pensar en otras estrategias que se sumen a las demandas de trabajadores y estudiantes de centros universitarios, emplazando al CSU para que el desgaste no cale entre la resistencia y esta salga siempre victoriosa.

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