Por Carlos M. Licona

Terminado el 2020 al pueblo le quedó un amargo sabor que no desea repetir, el año en cuarentena fue coronado con el paso de los huracanes Eta e Iota que inundaron colonias completas dejando incalculables pérdidas millonarias para muchas familias que ahora deambulan en la incertidumbre sin recibir la ayuda que les dignifique como humanos.

Al parecer, estas tragedias vinieron a soslayar la corrupción del régimen y su relación manifiesta con el narcotráfico y que sigue sonando en la corte de New York, además de que tales desgracias sirvieron a los funcionarios para seguir saqueando los fondos del pueblo. Ahora, al iniciar el 2021 hay que agregar las elecciones internas que se realizarán en el mes de marzo en los tres partidos mayoritarios del país, por ahora, el tema político será el comer diario por todos los medios de comunicación incluyendo las redes sociales, de esta forma el régimen tiene un mes más de respiro.

2020: experiencia desperdiciada

Em el campo educativo el año anterior al menos debió servir para prepararnos para el 2021 y futuros eventos catastróficos, no hay cosa peor que no aprender de los errores cometidos, siendo pragmáticos; el año 2020 debe haberse utilizado para enriquecer nuestro conocimiento y ofrecer propuestas que nos ayuden a pasar la cuarentena que aún sigue costeando vidas muy valiosas, siendo el gremio médico uno de los más golpeados, por ejemplo.  Pero el año pasado se fue sin pena ni gloria y ya iniciaron las autoridades con los mismos errores de siempre. El primer error lo están cometiendo los medios de comunicación con una campaña intensa que al unísono prácticamente plantean que la educación presencial debe restablecerse, pareciera que tal campaña es mediática y obedece a una línea quizás, proveniente de las autoridades que ya no saben cómo lidiar con la crisis. Sin embargo, tomando como referencia al gremio médico que ya lleva más de 70 galenos víctimas del virus, no hay duda alguna que al solo iniciar las clases presenciales los 70 galenos serían insignificantes ante la gran cantidad de docentes contagiados y muertos, de hecho, ya han muerto varios maestros a consecuencia del virus.

El aumento en el número de contagios en las últimas semanas en todo el país ya nos plantea que al menos en los primeros meses (febrero, marzo y abril) la educación seguirá en forma virtual y que, a la vez, esta será ficticia, porque en la realidad no es más que un intercambio de imágenes entre educandos y educados, principalmente en la educación pública que es la que más carece de las herramientas tecnológicas necesarias, tanto los alumnos como los docentes. De ahí que en nada se aprovechó la experiencia del 2020 y los que dirigen la educación siguen navegando a la deriva en un océano infinito.

El gran reto: ¿Qué hacer?

Ya se ha dicho hasta la saciedad que a este régimen no le importa la salud ni la educación, solo hay que revisar los ministros que han pasado por tales secretarías y se pueden sacar conclusiones, entre más inoperantes lo son, más fácil es que saqueen el erario, de ahí que las órdenes torpes emanan de mandos intermedios que generalmente son personas sin experiencia y sin la inteligencia necesaria para presentar soluciones.

La “Ley Casaña” aprobada en agosto del año anterior y que otorgaba internet gratis a toda la población educativa solo fue un engaño más y lo sigue siendo, una de las formas de asegurar la educación virtual requiere como condición mínima el acceso a internet y el poseer un aparato inteligente. El régimen se la sigue jugando a que las madres de familia acarreen el costo del internet y que el educando haga sus tareas asignadas utilizando cualquier aparato de alguien de la familia, circunstancia que en una gran parte de la población se vuelve muy engorrosa por diversas circunstancias. Las autoridades como solución al otro gran margen que no posee estas herramientas ofrecen cuadernillos y que hasta ahora no han entregado, no importa la justificación que hagan, lo real es que no los han entregado, en todo caso, han sido los maestros con propio esfuerzo los que hacen llegar los materiales a los alumnos.

Tomando en cuenta lo anterior las autoridades no ofrecen ni lo virtual ni lo físico a los educandos, de ahí que el gran reto sigue siendo para los docentes el buscar soluciones a las limitaciones del entorno y llegar con una enseñanza significativa a los alumnos. El peor error sería negarse a buscar alternativas o a solo paliar la crisis mientras pase la pandemia, pero nuestra educación está en juego y los docentes deben echarse al lomo la carga, esperar que las autoridades lo hagan es pedirle peras al olmo.

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