Por Maximiliano Cavalera.

La ciudad de León es la segunda ciudad en importancia. Su historia, rica y encantadora, refleja una tradición política, social y económica que están vinculados a las entrañas propias del país.  Al referirse nostálgicamente a León, el gran poeta Rubén Darío diría: “Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.  Mis ilusiones, y mis deseos, y mis esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña. Y León es hoy a mí, como Roma o París.

Desde la época colonial, León fue uno de los centros políticos de Nicaragua y Centroamérica. Ahí se concentraron primero el poder administrativo colonial y después de la independencia fue capital del Estado. De ahí su importancia, además de estar situada en una de las zonas productivas más importantes del país.

No es fortuito que esta ciudad fuese la primera ciudad que se insurreccionó contra las pretensiones reeleccionistas del caudillo liberal José Santos Zelaya en 1896, ni que un siglo después fuese la primera ciudad liberada durante la insurrección popular que derrocaría a la dictadura Somocista en 1979.

Tranques y Paro de 24 horas.

Respondiendo a esa tradición y orgullo revolucionario, nuevamente la ciudad metropolitana se armó de coraje y asestó un duro un golpe a la dictadura Ortega-Murillo, siendo la primera ciudad en convocar un paro general de 24 horas, e insurreccionándose el mismo día 12 de junio del 2018, en contra de la ola represiva impuesta por el gobierno Ortegas-Murillo durante estos más de sesenta días en lucha.

Cuando iniciaron las jornadas de protestas, la ciudad vivió algunas ambigüedades: por una parte, su enorme tradición democrática, y por otra su tradición sandinista. Hay que mencionar que cuando León se insurreccionó en 1979, fue uno de los bastiones del sandinismo, a tal grado que desde esa fecha la ciudad siempre votó por el FSLN en todas las elecciones. Ha sido su bastión indemne, donde siempre tenían asegurada la victoria. Sin embargo, los últimos acontecimientos rebasaron las tradiciones, sobre todo porque mucha de la militancia sandinista de León, vio horrorizada como Daniel Ortega ordenó la masacre de estudiantes en abril del 2018, la más grande perpetrada desde el derrocamiento del somocismo. Poco a poco, en la población se fue articulando la necesidad de luchar y defenderse contra la represión. Se establecieron dos grandes tranques en la ciudad, uno en la salida hacia Chinandega y otra hacia Managua.

Estos tranques se establecieron en relativa paz. Sin embargo, el gobierno aplicó la misma tónica, decidió romperlos y reprimir a la población. La represión irritó a los leoneses. Por eso, diversas organizaciones independientes, apelando a la combatividad y las tradiciones revolucionarias, convocaron a un paro local de 24 horas. La respuesta fue contundente. La ciudad universitaria se paralizó completamente, las calles estuvieron solitarias, las cantinas sin clientes, el comercio cerrado, y los tranques paralizando el tráfico que fluye en los alrededores.

Se inicia la represión … y la insurrección

Como a las 12:45 aparecieron en la ciudad 5 camionetas Hilux y dos ambulancias del MINSA repletas de paramilitares armados de fusiles AK-47 y morteros. Los ataques militares fueron concentrados en la Clínica AMOCSA, donde se atendían a los heridos. Hubo ataques en el barrio de Guadalupe y FUNDESI, entre otros. Los combates eran desiguales. Los heridos de los luchadores populares aumentaron, producto de las balas asesinas. Las camionetas y ambulancias de los grupos paramilitares circularon por toda la ciudad atacando los barrios de Laborío, San Felipe y la Ermita. La tradición revolucionaria afloró de a poco, y la población salió a hacer barricadas por toda la ciudad, lo que detuvo la movilidad de las fuerzas paramilitares. Las barricadas aparecieron como mangos en primavera, y el pueblo atacó puntos claves como las estaciones de Policía, provocando una deserción masiva de elementos policiales. Alrededor de 90 efectivos policiales renunciaron y fueron retenidos en el estadio de béisbol.

Nuevamente liberada

Para el día 13 de Junio del 2018, León estaba en manos de la población insurrecta, la que nuevamente aparece, como relámpago en la historia de Nicaragua, para decir que está en contra de la injusticia y atrocidades que ha cometido el régimen de Ortega Murillo.

Es importante analizar este proceso. León tiene una importancia estratégica, política y social. El triunfo de la insurrección popular fue posible, por el momento, porque la "inquebrantable" militancia sandinista de la ciudad rompió con el Orteguismo, una buena parte se negó a disparar contra el pueblo desarmado, rescatando el legado revolucionario del sandinismo en su etapa heroica. El gobierno Ortega-Murillo recibió un duro golpe el 13 de junio, al perder uno de sus bastiones. La derrota del orteguismo parece cada vez más cercana. Sin embargo, todavía no podemos cantar victoria, no solo porque faltan ciudades importantes que deben ser liberadas, sino por el hecho que el gobierno está organizando una contraofensiva militar contra la ciudad, con mayores y mejores tropas, siempre disparando contra una población armada de piedras, como lo hizo Andrés Castro.

De algo si estamos seguros: “León puede ser abatido pero nunca vencido, viva León Jodido!!

Hemeroteca

Archivo