Los firmantes del Estatuto de la Coalición Nacional

Por Victoriano Sanchez

El pasado 25 de junio, en un acto deslucido con escasa asistencia en el Hotel Holiday Inn, se firmó el Estatuto de la Coalición Nacional (CN). La firma estuvo precedida de una crisis y una división sin precedentes en las filas de la oposición burguesa.

¿Quiénes conforman la Coalición Nacional?

La Coalición Nacional está conformada por ocho organizaciones. De estas, dos son partidos políticos nacionales: el PLC y el Partido de la Restauración Democrática (PRD). YATAMA es un partido político indígena regional. La Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN) es un partido político en formación, sin personalidad jurídica, compuesto por ex contras.

El PLC es partidos zancudos. YATAMA incluso ha sido parte de la Convergencia Nacional, una alianza electoral liderada por el FSLN. Hasta hace poco YATAMA rompió sus alianzas con el FSLN.

El resto de los participantes son movimientos sociales: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). También participan el Movimiento Campesino (MC) que goza de mucho prestigio por la lucha contra el canal interoceánico y el papel en los tranques. Y finalmente, esta el llamado “sector juvenil y estudiantil” conformado por expresiones estudiantiles que han sido diezmadas por la represión. Los grupos estudiantiles están divididos: la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ participa dentro de la UNAB, y otras cinco expresiones estudiantiles se agrupan dentro del ACJD.

Cada organización tiene un voto, independientemente de su fuerza real, lo que generará muchos roces y contradicciones.

Se reciclan los partidos “zancudos”

La rebelión de abril del 2018 reflejó no solo la indignación popular contra la dictadura, sino también la profunda desconfianza de los partidos tradicionales o “zancudos” que han colaborado con el régimen. En los tres meses de rebelión y enfrentamientos callejeros, con muertos y heridos del bando popular, los partidos zancudos no asomaron ni la nariz, ni se pronunciaron apoyando la rebelión popular.

Después de las masacres, persecución y encarcelamiento de los estudiantes y lideres populares, la movilización comenzó a descender. En ese momento, cuando el peligro había pasado, los dirigentes de los partidos políticos comenzaron a aparecer en los medios de comunicación, derramando lagrimas de cocodrilo por las víctimas. Esa desconfianza hacia los partidos zancudos se mantiene por parte de la población.

Sin embargo, los espacios de la oposición han sido copados lentamente por los grupos de viejos políticos mañosos, que tienen más experiencia política que los líderes estudiantiles y populares que se han mantenido defendiendo las banderas de la insurrección de abril.

La unidad como tabla de salvación

Sin consignas y sin discurso revolucionarios que agrupe nuevamente a las masas en la lucha contra la dictadura, estos viejos grupos políticos se han reciclado. Cambiando su ropaje gritan desesperadamente que la unidad es necesaria para derrocar a la dictadura. Lo que no dicen es que tipo de unidad.

Bajo la bandera de la mas amplia unidad, en la Coalición Nacional esta participando el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que dirige Arnoldo Aleman y su esposa Maria Fernanda Flores. También participan las dos cámaras empresariales, el COSEP y AMCHAM, las mismas que se negaron a convocar al paro nacional indefinido en los meses de abril, mayo y junio, cuando la movilización popular tenía acorralada a la dictadura.

En pocas palabras, la estrategia de la oposición burguesa consiste en unir a todos, a pesar de la trayectoria y las actuales posiciones diferentes, para crear una coalición que permita derrota a la dictadura en las elecciones de noviembre del año 2021. Esta es una misión imposible. Los empresarios tienen intereses diferentes a los estudiantes y demás sectores populares. Estos tienen aspiraciones diferentes al PLC y YATAMA, dos partidos colaboracionistas que participan en la Coalición Nacional.

Al parecer, lo único que los une es la ambición de sacar una votación electoral que les permita renegociar el poder con la pareja presidencial.

Todos tienen posiciones diferentes, pero fingen estar de acuerdo, porque necesitan engañar a la gente, crear falsas expectativas para que conseguir el voto de la población. Ellos creen que puede repetir la victoria electoral del año 1990, que la sola unidad les garantiza el triunfo. Pero no es así.

Cuando estalló la pandemia, las fuerzas que conforman la Coalición Nacional no pudieron dar un repuesta unificada, cada quien salió por su lado, unos incluso se retiraron discretamente de la escena, como fue el caso de los empresarios.

La desconfianza hacia los partidos zancudos

Una muestra de que persiste la desconfianza instintiva de la población hacia los partidos colaboracionistas, es que la reciente encuesta de CID-Gallup confirmó que el 70% de la población no cree en ningún de los actuales partidos políticos. Incluso, la Coalición Nacional como tal no reflejó ningún puntaje en la encuesta.

La sorpresa fue que el FSLN, que siempre había mantenido un 40% del electorado, bajó a un 18%. Este desplome de las intenciones de voto es similar a la que se produjo a mediados del 2018, cuando las bases del sandinismo criticaron las masacres. Después del aplastamiento de los tranques el FSLN logró recomponer a su base, pero ahora nuevamente sufre otro desplome, probablemente causado por el mal manejo de la pandemia. Los sandinistas de base han visto la actitud despreciativa hacia la vida humana, en la medida que la dictadura no hace nada efectivos para combatir la pandemia y disminuir el número de muertes.

Triste papel de la ACJD y la UNAB

Producto de la rebelión del 2018 surgieron dos fuerzas políticas nuevas: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) nació el 6 de junio, y meses más tarde, a inicios de octubre, surgió la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).

La ACJD ha tenido una evolución. Fue conformada para la negociación del Dialogo Nacional, que fracasó en junio del 2018 y en marzo-abril del 2019. En estos dos años, a pesar de los roces iniciales, las diferencias han venido desapareciendo, y estas dos organizaciones se convirtieron el núcleo fundador de la Coalición Nacional. En honor a la verdad, la ACJD ha mantenido un rumbo invariable, defiendo y representando los intereses de los grupos del gran capital, a pesar que existen algunos movimientos sociales. La predominancia de los grupos empresariales provocó la reciente ruptura y retiro del movimiento campesino, así como muchos desgranamientos de personalidades: Edwin Carcache, Jose Pallais, etc.

La organización que ha variado su rumbo es la UNAB. Los documentos de fundación de la UNAB explícitamente rechazaban cualquier dialogo con los partidos zancudos. Sin embargo, las organizaciones de la UNAB han defendido la permanencia del PLC en la Coalición Nacional, supuestamente para evitar que Arnoldo Aleman dividida el voto. Este razonamiento es muy extraño. Lo más probable es que el PLC termine rompiendo la Coalición Nacional cuando se discuta el tema de las reformas electorales, ya que como partido del segundo lugar tiene muchos privilegios.

La UNAB ha dejado de ser una organización para impulsar la movilización, la justificación de este viraje es la represión. Ahora la UNAB está concentrada en organizar los “territorios”, pero no es una organización para la lucha, sino que esta trabajando a marchas forzadas en creer una estructura electoral.

Pero donde mejor se aprecia el viraje electorero de la UNAB es en las políticas que difunde en las redes sociales. Últimamente, esta impulsando una campaña de recolección de firmas para que la Organización Mundial de la Salud (OMS), pueda entrar a Nicaragua a halarle las orejas a la dictadura, por un pésimo desempeño en la lucha contra la pandemia. A veces, como en este caso, las cosas pequeñas reflejan las grandes limitaciones políticas de la conducción de la UNAB, que define políticas para los organismos internacionales y no para organizar y movilizar a las masas populares.

La Coalición Nacional: pegada con saliva

Bajo este contexto se firmaron, a ultima hora, los Estatutos de la Coalición Nacional. Resulto obvio que había una profunda división originada por la posible casilla a usar en las próximas elecciones. El PLC ha ofrecido sus privilegios de partido del segundo lugar a la Coalición Nacional, pero hay un sector de esta, representada por la mayoría de la ACJD, que se inclinan por ir en la casilla del Partido Ciudadanos por la Libertad (CXL).

No hay división por líneas políticas, porque sencillamente no existen esas líneas políticas. No hay consignas para movilizar, ni discurso agitativo. La división surge por la casilla a usar, y eso que las elecciones serán dentro de año y medio. Estas fricciones confirman el giro electoralista de toda la oposición, mientras la pandemia esta destrozando a los nicaragüenses, no hay una sola organización que de una repuesta a los problemas económicos.

Es una desgracia que, a estas alturas, después de dos años y medio de resistencia contra la dictadura, la oposición, ahora controlado por grupos de zancudos y oportunistas que se están reciclando, gire en torno a las dos corrientes liberales PLC y CxL.

Lo mas importante en la próxima coyuntura es recuperar las banderas de la rebelión de abril del 2018, luchar por una profunda reforma electoral que permita la creación de nuevas fuerzas políticas, como lo demanda la población, y crear una unidad de las fuerzas verdaderamente democráticas, que luchan reamente para terminar con esta sangrienta dictadura.

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