Por Victoriano Sánchez

La celebración del 19 de julio de 1979 se ha convertido en una fecha que causa división y polémica entre los nicaragüenses. Poco a poco se ha ido olvidando que en esa fecha se produjo una grandiosa unidad popular que terminó derrocando una sangrienta dictadura de 45 años de duración.

Inmediatamente después del triunfo de la insurrección popular de 1979, en donde el FSLN jugó un destacado papel de conducción política y militar, la Dirección Nacional del FSLN conformada por los nueve comandantes (tres por la tendencia tercerista, tres por la tendencia proletario y tres por la tendencia de la guerra popular prolongada) decidieron confiscar esa fecha y utilizarla solo en beneficio de su propio partido en formación.

La institucionalización de la celebración del 19 de Julio

La revolución popular antimosomocista, amplia y diversa, en la que participaron activamente muchos sectores sociales, fue convertida en una nueva categoría: Revolución Popular Sandinista (RPS).

El 14 de febrero de 1980, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN), con clara hegemonía del FSLN, emitió el Decreto No 294, publicado en La Gaceta No. 39 de 15 de febrero de 1980, que reformó el Decreto No 11 de 1951 y el artículo 57 del Código del Trabajo, agregando el 19 de julio como un feriado nacional.

Al producirse la confrontación política por el control de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, el FSLN se apropió de los símbolos y se adjudicó el titulo de dueño de las tradiciones revolucionarias. Desde entonces, el 19 de julio dejó de celebrarse como una fiesta nacional, para convertirse en una celebración o fiesta marcadamente partidaria, que con los años adquirido una connotación casi religiosa

Incluso, después de la derrota electoral de 1990, el gobierno de dola Violeta Chamorro no se atrevió a atacar estas tradiciones que el sandinismo había impuesto en los años anteriores. En 1995, el artículo 66 del actual Código del Trabajo, confirmó la fecha del 19 de julio como feriado nacional. Así quedó institucionalizado la conversión de la celebración del 19 de julio, que dejo de ser una fiesta nacional, para convertirse en una fiesta partidaria.

La metamorfosis del FSLN

En todo el periodo 1990-2020, que incluye el pacto con Arnoldo Alemán y finalmente la recuperación del gobierno en 2007, el FSLN continuó explotando los símbolos y las tradiciones de la revolución de 1979, a pesar que para entonces la conducción sandinista se había transformado en lo opuesto. Esta metamorfosis dio un salto de calidad con la piñata de 1990, cuando la cúpula sandinista privatizo los bienes estatales que habían sido expropiados al somocismo. El FSLN había derrotado militarmente al somocismo, pero al final termino asimilándolo y convirtiéndose lentamente en una nueva y sofisticada versión del somocismo.

El rechazo a la nueva dictadura

El estallido de la rebelión popular en abril de 2018, y las masacres realizadas contra los estudiantes y quienes estaban protestando en los tranques, ha incentivado el rechazo popular contra la nueva dictadura encabezada por la familia Ortega-Murillo.

Y ese rechazo se ha convertido también en un repudio a todo lo que el FSLN actualmente representa. El problema es que la mayoría del pueblo ya no hace distinción entre el pasado revolucionario del FSLN antes de 1979, cuando combatía armas en mano a la dictadura, con los crímenes y la represión actual. El rechazo es global y con ello se tira a la basura a las tradiciones revolucionarias que permitieron derrotar al somocismo, y que, si lográsemos reproducirlas, esta vez contra la propia conducción sandinista, podríamos obtener un nuevo triunfo revolucionario.

La derecha pesca en rio revuelto

El concepto de izquierda, que en cualquier país del mundo significa pensamiento democrático y progresista, en Nicaragua se ha transformado, por culpa del FSLN, en algo deshonroso.

Recientemente el Partido Ciudadanos por la Libertad (CXL) lanzó una campaña por las redes sociales con el hashtag “#nuncamas19dejulio”, tratando de explotar el rechazo a la dictadura Ortega-Murillo desde el punto de vista ideológico. Lo que pretenden es enterrar las tradiciones revolucionarias anteriores a 1979, que el FSLN deformó y prostituyó, para que no vuelva a repetirse la experiencia de una insurrección armada victoriosa contra cualquier otra dictadura.

Y cuando hablamos de tradiciones revolucionarias nos referimos a la movilización y la lucha popular contra el somocismo, que hoy debe ser retomada, sin la distorsión que causó el FSLN, para luchar y triunfar contra aquellos que fueron revolucionarios en el pasado pero que ahora son la reencarnación del somocismo.

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