Por Victoriano Sanchez

Llegamos al año 2021. Han transcurrido casi tres años desde la rebelión de abril del 2018. En estos duros tres años, los diferentes grupos de oposición, entre ellos la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), que nacieron después de abril del 2018, no lograron comprender el retroceso que se produjo tras el aplastamiento militar de los tranques, y el nuevo periodo de retroceso de la lucha popular.

En estos tres años, la dictadura Ortega-Murillo logró desarticular y dispersar a los liderazgos de abril, no solo manteniendo altos niveles de represión selectiva, para aterrorizar a los opositores, sino por la incapacidad política de estos grupos para desarrollar una estrategia política y organizativa bajo las condiciones de represión.

Todos los esfuerzos por “recuperar las calles” se estrellaron contra la pared, precisamente porque no se valoró correctamente el efecto de las masacres y el aplastamiento de los tranques.

Sin una clara estrategia

Fueron tres años de desgaste de la resistencia popular y de una aceptación en los hechos de que Daniel Ortega terminaría plácidamente su periodo como presidente. Se aceptó el argumento de la dictadura que las elecciones serian hasta noviembre del 2021, pero sin sacar las conclusiones correctas, que implicaban un trabajo arduo de organización en condiciones de clandestinidad, para tener un polo de resistencia popular capaz de librar una batalla electoral contra la dictadura.

Durante el año 2020, la pandemia de coronavirus acentuó la desmovilización y se debilitó la resistencia popular. En los círculos de oposición se hablo mucho de impulsar una reforma electoral, pero nunca se hizo una campaña para atraer a las masas desconfiadas a la lucha por la reforma electoral.

En el fondo, tanto la ACJD como la UNAB, confiaron mas en las sanciones de Trump, y en el juego diplomático de la Organización de Estados Americanos (OEA), creyendo que la presión de la llamada comunidad internacional, obligaría a la dictadura a aceptar los puntos de reforma electoral “consensuada” entre los grupos de oposición.

Porras anunció la reforma electoral

En su discurso de inauguración de la legislatura del año 2020, Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional anunció el pasado 9 de enero que, en los 8 ejes de trabajo parlamentario, estaba la reforma a la Ley Electoral para "fortalecer el voto popular, el sistema de partidos políticos, la organización electoral y el sistema técnico electoral".

Con el cierre de la pasada Legislatura, a mediados de diciembre, se cerraron también las posibilidades de reforma constitucional relacionados con la restructuración del Consejo Supremo Electoral (CSE). Por ello es que Porras se refirió exclusivamente a la reforma de la Ley Electoral, lo que restringe las posibilidades de una profunda reforma electoral democrática. En pocas palabras, vamos a elecciones en las condiciones impuestas por la dictadura y dependiendo de la buena voluntad del FSLN al momento de negociar el contenido de las reformas con los viejos partidos políticos que han sido colaboracionistas. La ACJD  y la UNAB estarán fuera de las discusiones, por que no quisieron construir un partido politico.

El panorama es realmente complicado para la oposición, que fue incapaz de generar un movimiento de masas por la reforma electoral, porque confió mas en el cabildeo en la OEA, que en el propio pueblo de Nicaragua.

Ortega anuncia gran Dialogo Nacional después de las elecciones

Aprovechando la guerra civil entre los grupos de oposición por las candidaturas presidenciales, y la por quienes controlaran la posible gran alianza electoral, nuevamente la dictadura tomó la delantera. En su discurso del 11 de enero, leyendo mal los poemas de Ruben Darío, entre los muchos temas que abordó, Daniel Ortega no se refirió a la reforma electoral sino a un posible Dialogo Nacional después de las elecciones de noviembre del 2021.

En las partes medulares de su discurso, Ortega lanzó un pañuelo blanco: “(…) Ahora se trata de ir trabajando para que después de las elecciones de este año, elecciones generales, se pueda instalar un gran acuerdo nacional, un gran diálogo nacional, ¿para qué? Para que lo que quedó aprobado en la Constitución vuelva a caminar, tomando en cuenta las nuevas circunstancias”. (CNN 14-01-2021)

Evidentemente, la dictadura insistirá en mantenerse en el poder. Todavía no se conoce el alcance de la reforma electoral, si esta calmará las presiones de la OEA, y si esta avalara el proceso electoral. Pero desde ya, Ortega esta diciendo que, independientemente de los resultados, habrá un Dialogo Nacional para negociar el futuro del país.

Todo indica que la dictadura aspira a mantener el bipartidismo, esta vez desplazando al desgastado Partido Liberal Constitucionalista (PLC), sustituyéndolo por el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), proclive a los grandes empresarios, que también están deseosos de renegociar las cuotas de poder con Ortega. Lo que no esta claro todavía es quien ganará las elecciones, y si estas serán realmente libres

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