Por Maximiliano Cavalera.

Fue en enero de 1998 que el Papa, ahora difunto, Juan Pablo II visitó Cuba. En muchos aspectos, existe la falsa creencia que las visitas papales solo se tratan de homilías religiosas en donde el padre de la Iglesia Católica llega a cuidar a su rebaño espiritualmente. Siempre que el máximo dirigente de la Iglesia Católica visita algún país, hay que tener claro que algún suceso político importante está por suceder.

Pero ¿que está detrás de la visita del otrora Cardenal Ratzinger? quien fue recibido con bombos y platillos por Raúl Castro, oficiando una misa en la decenaria plaza de la revolución. Es claro que algo está pasando en la Isla de Cuba, pero, ¿qué es lo que está sucediendo? la respuesta es simple, lo que está sucediendo es el estrangulamiento gradual de la revolución.

Juan Pablo II allanó el camino.

En 1998 el Papa Juan Pablo II visitó cuba, en aquella época la situación de la isla y la revolución eran apremiantes, la revolución cubana vivía una inflexión, la caída del estalinismo en la Unión Soviética apuntalaba la revolución y en especial a la burocracia Castrista que dejó de percibir miles de millones de dólares de la ayuda soviética. La respuesta del régimen fue clara y marcaba una tendencia económica, en aquella época en el periódico El Trabajador Centroamericano decíamos: “Hasta el momento, el modelo de restauración capitalista en Cuba es una copia de los Chinos, donde la burocracia gobernante mantiene el unipartidismo y el control total del aparato del Estado.” (ETCA No 9).

En aquella visita el régimen castrista pretendía tener una influencia preponderante dentro de esta apertura económica, es decir abrir al capitalismo paulatinamente, pero con el mayor control político para seguir gobernante: “en el medida en que se abre la economía al capitalismo se desarrollan las fuerzas que buscan algún tipo de expresión política. Esta es una contradicción de hierro, insalvable. (…) por ello fue que invitó al Papa, para que la Iglesia Católica juegue el rol de oposición moderada en su régimen unipartidista.” (Ídem)

Por su parte Juan Pablo II tenía bien sentada su agenda, en la que abogaba por la apertura del régimen a la educación confesional eliminando la educación laica, la moderación del bloqueo de U.S.A a Cuba, ya que miraba más beneficioso el paso paulatino del Estado Obrero a un Estado capitalista con influencia política de la Iglesia que jugaría el papel de oposición. Por eso es que el mensaje más importante que llevo el Papa a Cuba en aquella ocasión fue a los Obispos de la iglesia para que jugaran un papel decisivo como oposición “constructiva” promoviendo la reconciliación. Desde entonces las concesiones que hicieron en aquel entonces Fidel, y ahora Raúl Castro han sido significativas.

 Concesiones especiales para la Iglesia.

Juan Pablo II, a diferencia de muchas alas de la derecha recalcitrante anticastrista, consiguió muchas concesiones teniendo claro que la isla giraría paulatinamente a la apertura. Poco a poco la jerarquía eclesial ha mantenido un dialogo con la burocracia castrista a tal grado que se le permitió al Cardenal Jaime Ortega, dirigirse al pueblo cubano en una transmisión nacional antes de la llegada de Benedicto XVI.

14 años después del viaje de Juan Pablo II la Iglesia ha consolidado concesiones como: permisos de entrada para sacerdotes y monjes extranjeros, autorización para la construcción de nuevos templos, acceso a medios masivos de comunicación y una de las más importantes es el acceso a prestar educación eclesial en la Isla. Por eso no es tan extraño que Benedicto XVI en su homilía mande mensajes como: "Cuba, en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana". (El País 11/04/12)

Pero el trato especial a la Iglesia no termina ahí, aunque existe una gran diversidad religiosa en la isla, el año pasado la Iglesia Católica logró gracias a los favores del régimen: “inauguró un moderno seminario a las afueras de La Habana. También ha podido ampliar su labor asistencial y crear una escuela de negocios en colaboración con una universidad católica española, además de promover encuentros académicos y discusiones sobre el futuro de Cuba a los que ha logrado invitar a destacados pensadores del exilio, como el economista Carmelo Mesa Lago. (El País 11/04/12) Por si fuera poco, el giro al capitalismo de Cuba es tan abrupto, que el régimen ha permitido por medio de la Iglesia, las visitas de burgueses cubano-americanos como Carlos Saladrigas quien lidera el “Grupo de Estudios de Cuba” que organiza diálogos entre la Habana y el exilio para  facilitar y no ser una traba hacia la transición.

En busca de un nuevo modelo.

Es claro que el régimen burocrático cubano está buscando una transición y que la Iglesia juega una labor importante dentro del esquema que ha planificado el castrismo. Como mencionamos las concesiones hacia la iglesia son grandes, pero el coqueteo llegó a ser tan grande que Benedicto XVI se tuvo que desmarcar un poco y declaraba: “que la ideología marxista ya no responde a la realidad” (…) “si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos” (Ídem).

Es en este punto en que ambas élites, la iglesia y la burocracia coinciden a tal grado que Benedicto XVI, al igual que su predecesor Juan Pablo II criticó el bloqueo estadounidense diciendo que no se puede: “cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada" ya que la situación de Cuba: "se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población" (Ídem).

Lejos está aquella revolución que expropió a los terratenientes queriendo construir una sociedad más justa, ahora el lenguaje fino es la marca de ambos sectores, antes encontrados, ahora confluyentes.

Contrarrevolución Económica.

Si hace 14 años con la visita de Juan Pablo II la apertura económica era una realidad, al día de hoy el proceso se acelera cada vez más estrepitosamente. La apertura económica de Cuba fue producto de la caída de la U.R.S.S que obligó a Cuba a pasar por un período especial que fue vigilado sigilosamente por el legendario Fidel Castro. La situación era difícil, pero ayudó a palear la crisis el apoyo de Hugo Chávez y el petróleo venezolano, que significó un gran consuelo para el régimen. Al parecer Fidel Castro tenía visto el camino que debía seguir, solo que no deseaba ser la cabeza visible de la caída de la revolución y el socialismo en Cuba, no en vano las contrarreformas y la apertura la encabeza su hermano Raúl Castro y no él.

En el plano económico podemos ver que: “hoy el número de cuentapropistas se acerca a los 350.000, más del doble que hace 14 años—, y ha permitido además a los bancos que concedan créditos a los nuevos empresarios y autorizando a los privados la contratación de mano de obra asalariada. Se han repartido millones de hectáreas a campesinos particulares, y con Raúl Castro (…) se ha abierto un inédito proceso de diálogo con la Iglesia que ha permitido la excarcelación de un centenar de prisioneros políticos desde 2010, entre ellos todos los presos de conciencia del llamado Grupo de los 75.” (El País 11/04/12) El panorama no puede ser más claro.

La Iglesia como puente a la restauración capitalista.

Ambas políticas, de la Iglesia y la burocracia cubana buscan que la transición al capitalismo sea de manera pacífica. El régimen pretende que la iglesia juegue el papel de opositor político cooperante que no pueden ocupar los partidos políticos que están en el exilio. Esto a pesar que la iglesia tiene políticas completamente reaccionarias en temas tales como el matrimonio homosexual, prácticas sexuales, raciales y de género, sobre diversidad de cultos, y el aborto. En esta dinámica el modelo Chino es el ejemplo a seguir, con un partido único que controle hegemónicamente la política y la economía capitalista. Pero este no es un proceso terminado, mas con el imperialismo y una burguesía imperial que busca como ingresar e influir con mayor intensidad dentro del proceso de apertura y los negocios que se abren en la isla.

Las otroras conquistan económicas de la revolución han quedado lejos de ser las de un Estado socialista, la pobreza y la miseria son la realidad de la revolución traicionada. No podemos negar que el problema económico es real y no ficticio, por lo que no creemos que esta sea una discusión terminada, sino todo lo contrario, la pregunta sigue en la palestra ¿cómo debemos hacer? para que en medio de las embestidas más crueles del capital lograr sobrevivir. La isla lo hizo por mucho tiempo por eso es heroica en Latinoamérica y en el mundo. Pero la respuesta no puede ser abrir al capital las conquistas de la revolución, todo lo contrario, se deben otorgar derechos organizativos a los trabajadores cubanos y que sean ellos los que decidan el destino del socialismo en Cuba.

Asimismo debe haber libertad de organización para las organizaciones de izquierda que no son parte de la burocracia y que no están a favor de la apertura capitalista. La decisión sobre el futuro de la revolución no debe ser solo producto de las decisiones unilaterales de la burocracia cubana, sino un proceso democrático entre los trabajadores y organizaciones revolucionarias.

Por Alfonso J. Palacios Echeverría

Con el objetivo primario de cumplir las metas económicas de la banca mundial y sus multinacionales, el escenario socioeconómico y político en que actúa el Estado es muy cercano a la barbarie

No puede negarse que América Latina superó hace ya bastante tiempo la era nefasta de las dictaduras militares, en parte por el retiro del apoyo dado por los distintos gobiernos norteamericanos a estas dictaduras, cuando la barbarie de secuestros, asesinatos, desapariciones forzadas, conculcación de las libertades civiles y otros fenómenos inherentes a esta forma de gobernar se hicieron tan evidentes y escandalosos que era imposible continuar dándoles soporte; en parte porque ya no había más que robar de los erarios públicos (aunque no se robaba como se hace ahora, de forma tan escandalosa, sostenida e incrementada); y en parte por la desaparición de la guerra fría, que fue siempre la excusa utilizada por el imperio para justificar su intervención directa en los gobiernos latinoamericanos, la formación de la cúpulas militares criollas (recordemos la Escuela de la Américas en la Zona del Canal de Panamá) que asumieron el poder por la fuerza, y la utilización de la intervención de la CIA en asesinatos de gobernantes y opositores sospechosos de mostrar simpatías por la ideología contraria al capitalismo norteamericano.

Y aclaro que no se trata de una diatriba antinorteamericana gratuita y sin fundamento, se trata de hechos históricos comprobados que de forma insistente tratan de hacer olvidar a las generaciones que padecieron estas barbaridades, y no se les mencionan a la nuevas generaciones, con la complicidad de los medios de comunicación masiva que en la actualidad es el primer bastión del que se apoderan los grupos de fuerza interesados en asumir el gobierno, a fin de manipular la opinión pública, desinformar y deformar la historia en beneficio de quienes se beneficiarían con esta situación.

Sin embargo, no podemos saber si lo que vino después fue peor que lo anterior. Porque aunque se instauró a nivel continental y mundial la conciencia de que no se volvería a tolerar en el concierto de las naciones situaciones como las ya superadas, pues en el momento que se volviera a repetir el fenómeno del golpe de Estado y la dictadura militar, el país caería en el aislamiento internacional, y que se mantuvieron por corto tiempo gobiernos bastante decentes en la mayoría de los países recuperados mientras maduraba la democracia, la aparición del neoliberalismo y su entronización en el pensamiento de los nuevos gobernantes, los que siguieron a la generación que asumió el poder luego del retiro de los militares, desató una ola de corrupción como jamás se había visto en la historia latinoamericana.

Hoy es común observar en algunos países no solamente la utilización de la violencia, lo que se llama el Terrorismo de Estado como instrumento de sojuzgación, como fue el caso de Colombia en el gobierno neoliberal anterior (Uribe), sino que en lo que se refiere a la administración del Estado es común escuchar señalamientos públicos como los realizados en un país como Panamá, que goza de una situación económica envidiable, evidentes y escandalosas muestras de corrupción, licitaciones amañadas y cientos de millones de obras públicas adjudicadas de manera directa sin licitación alguna, sobre costos escandalosos en los proyectos gubernamentales, trata de personas, lavado de dinero, tráfico de influencias, violación sistemática de la constitución nacional y los derechos humanos, negligencia culposa, todos ellos señalamientos que enlodan a la casi totalidad de los altos cargos de la administración del Estado.(Buscando Camino, 13 de Septiembre del 2011)

Los gobiernos actuales, los más inmaduros políticamente, dan muestras evidentes de que desean seguir ahora una hoja de ruta dirigida a poner en pie y estabilizar una dictadura civil que les garantice la permanencia en el poder, más allá de los límites impuestos por la Constitución Nacional, asegurándoles, además, impunidad absoluta ante posibles futuras acciones legales en su contra. Y para ello buscan la modificación de las constituciones existentes en los países, la compra de votos en las Asambleas Legislativas o Congresos de las distintas repúblicas, y la emisión de legislación inconstitucional o al menos contraria al interés público. Lo que se está buscando a este nivel es sustituir las actuales constituciones por otras absolutamente neoliberales, como una forma de hacer permanecer durante un tiempo más su orgia de expoliación, hasta que los levantamientos populares logren destruir todo este andamiaje perverso. Serían unos años ganados para incrementar las arcas de quienes se encuentran actualmente en el poder y sus socios externos.

Para lograrlo no existen diferencias ideológicas, pues se nota claramente, cuando uno observa el panorama latinoamericano, que existen dos tendencias evidentes: la de los gobiernos de signo socialista (para llamarlos de alguna forma) y la de los gobiernos neoliberales. Ambos buscan las modificaciones constitucionales para darles un viso de legitimidad al autoritarismo y la ausencia de regulación y control ciudadano sobre sus acciones, para favorecer intereses sectoriales claramente identificables.

Algunos teóricos del movimiento antiglobalización han caracterizado esta tendencia que se hace cada vez más evidente y abiertamente propulsada por la política exterior norteamericana, alrededor de las formas del neo mercantilismo y que actualmente demanda una operación geoestratégica con el fin de lograr definitivamente la anexión como recolonización de América Latina.

Esta política imperialista encuentra sus orígenes en la doctrina acuñada por el quinto de los presidentes estadounidenses: James Monroe , quien en 1823 proclamaba el lema “América para los Americanos” inaugurando así la famosa doctrina que lleva su nombre (Doctrina Monroe) y que es hoy todavía “hoja de ruta” de la política exterior norteamericana , ejecutada a través de la reingeniería militar del Pentágono y el Departamento de Estado y que básicamente define sus tareas frente a las que ellos denominan las crecientes “amenazas asimétricas” agrupadas en las siguientes categorías: las amenazas del terrorismo; el trafico de drogas; los flujos migratorios, y aunque no de manera abierta y oficial, el reconocimiento del avance de un proyecto contra-hegemónico en América Latina.

El imperialismo -para implementar este proyecto- requiere de la colaboración incondicional de gobiernos y regímenes títeres que posibiliten la implementación de la recolonización política y económica y que se apoya en la creciente asociación de las clases dominantes locales con sus socios del norte. Y esto no es un fenómeno nuevo: en los periodos coloniales y neocoloniales hubo líderes de tribus, terratenientes, señores de la guerra y mercaderes dispuestos a colaborar en el saqueo de sus países a cambio de dividendos materiales y estatus privilegiado entre los súbditos coloniales. En la actualidad existe una evidente y creciente relación entre el modelo de mercado neoclásico (neoliberal) y los regímenes políticos totalitarios: ninguno de los dos admiten la diversidad. Es más, los nuevos modelos de desarrollo económico, como el impulsado en Costa Rica, que se basa en la inversión extranjera y el turismo, van entregando lenta pero inexorablemente las áreas estratégicas básicas de su actividad a las empresas transnacionales y norteamericanas, en cumplimiento del propósito evidente de dominación de países débiles, sin la necesidad de invasiones militares y asesinatos de políticos y gobernantes opuestos.

Ambos totalitarismos, el militar y el civil, son igualmente peligrosos y no se excluyen nos explica el profesor Andreas Novy de la Universidad de Viena, cuando analiza las manifestaciones de los fundamentos político-económicos de la actual doctrina de norteamericana y su liberalismo autoritario. Y agrega: estas lógicas (la del capital y la de la dominación) han encontrado una serie de mecanismos encubiertos que logran imposibilitar cualquier intento revolucionario y emancipatorio. Bajo premisas como las del monopolio de la fuerza por parte del Estado se establece una técnica de dominación bajo la noción organizativa totalitaria de la sociedad, la del desmonte del Estado de Derecho y la implementación de un Estado Autoritario en vías al totalitarismo. Son estos los soportes que vemos aparecer, con diversas modalidades, en algunos países latinoamericanos.

El Estado Autoritario que vemos va apareciendo lento pero inexorablemente se encarna en el concepto del político como maestro de la sugestión, con los pintorescos toques de lo criollo, y así la clase política defiende una salida pragmática a la crisis histórica de su dominación y los diferentes procesos de mutación y ajuste que demanda el capitalismo en el plano global. Con el objetivo primario de cumplir las metas económicas de la banca mundial y sus multinacionales, el escenario socioeconómico y político en que actúa el Estado es muy cercano a la barbarie bajo el incremento de la inequidad, se consolidan paulatinamente sobre el trasfondo de la ruina agraria y el aumento de la deuda externa, mientras se incrementa el gasto en seguridad y fortalecimiento de la fuerza pública.

Se puede llegar al extremo de crear un Estado policivo que dirige una sociedad empobrecida por un sistema económico excluyente. Este régimen se resume en el uso del concepto demagógico de las libertades y la institucionalidad democrática, hasta el punto de decir que su modelo es una tercera vía entre el neoliberalismo y el Estado de Bienestar, cuya teorización es muy confusa.

La dictadura civil se viste del populismo y de la verborrea idiomática, que a través de los medios de comunicación impone la ideología de la sociedad capitalista. En resumen, el Estado Neoliberal pasaría a ser la fachada de la dictadura civil, un estado barato y gerencial, con base en una supuesta austeridad burocrática, en detrimento de las atenciones a los sectores sociales y en aras de garantizar la denominada seguridad democrática, (eslogan complementario que de democrática solo tiene el nombre), la seguridad se refiere al aseguramiento por la fuerza de los intereses del capital local y extranjero.

Sin embargo, los más depurados ejemplos latinoamericanos no están demostrando la fortaleza que ellos creen tener, como producto de la manipulación de los ciudadanos y una propaganda internacional bien orquestada. Levantamientos ciudadanos como el de Chile y cambios de rumbo con gobernantes contestatarios y auténticamente populares como en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Brasil (los ciudadanos votan por ellos y los respaldan en sus decisiones), van apareciendo como una respuesta cada vez más cercana al clamor popular. El problema radica en que todo toma un tiempo demasiado largo para modificarse el esquema de perversidad impuesto, pero todo parece indicar que se va por el camino correcto, aunque se mantiene el espectro aterrorizador de la dictadura civil y las manifestaciones del estiramiento de sus tentáculos.

Por Unidad Socialista de Izquierda (USI) de Venezuela

Desde los albores del movimiento obrero revolucionario, los socialistas hemos reivindicado la necesidad de unificar las luchas a nivel internacional, entendiendo que para aplastar a la clase explotadora y liberarnos del yugo del capitalismo, es necesaria la unidad de todos los explotados del mundo, encabezados por la clase obrera.

Hoy como ayer, la construcción de una organización internacional de los trabajadores es una tarea de gran urgencia e importancia, tal y como ha evidenciado la persistente crisis capitalista, que no se ha traducido en revoluciones socialistas debido a la severa crisis de dirección revolucionaria de la clase trabajadora. Sin esta herramienta organizativa, no será posible construir el socialismo, edificando democracias obreras, sin explotadores ni explotados, para aniquilar al imperialismo y acabar con la dependencia y la expoliación colonial de los países pobres. La conciencia de esta necesidad política de los explotados del mundo es cada vez más profunda, y se advierte en el clamor antiimperialista que se ha desarrollado a escala mundial, producto de las grandes luchas que se están dando a nivel mundial y los procesos revolucionarios abiertos en América Latina.

Todas las internacionales surgieron de procesos genuinamente revolucionarios, y desde la clase obrera con el objetivo de la toma del poder por parte de los trabajadores y los sectores oprimidos de la sociedad, aunque posteriormente degeneraron. La I y la II Internacionales fueron obra de Marx y Engels, así como de las grandes luchas del proletariado europeo del siglo XIX. La III encabezada por Lenin y Trotsky, fue el producto directo de la Revolución Bolchevique y de los procesos revolucionarios que se desarrollaban en Alemania, Francia, Italia y Hungría. Mientras que la IV, creada por León Trotsky, surgió contra la degeneración burocrática en la URSS, contra el fascismo, y reivindicando las ideas de Lenin, la independencia de clase y el internacionalismo proletario.

En cambio el proyecto de la V Internacional que propone Chávez es la degradación de las tradiciones y principios revolucionarios de la clase obrera mundial. Este proyecto bastardo es un movimiento de organizaciones nacionalistas burguesas que no tiene nada que ver con la clase obrera.

Completamente ajeno a las tradiciones del internacionalismo proletario sobre el cual nacieron las primeras cuatro Internacionales, este es un proyecto contrarrevolucionario y de colaboración de clases impulsado por partidos burgueses como el PSUV, el Liberal de Colombia, el Justicialista de Argentina, y aparatos burocráticos que avanzan en la restauración del capitalismo en antiguos estados obreros como el Partido Comunista de Vietnam y el de China.

Estamos ante una nueva estafa, sólo que ahora es de carácter mundial. El chavismo es enemigo del internacionalismo, entrega la soberanía nacional mediante las empresas mixtas que convierten a las transnacionales en socias de negocios como el petrolero, despierta esperanzas en el jefe del imperialismo y las transnacionales, Barack Obama, y en gobiernos perversos como el de Irán, Cuba, Bielorusia y China.

Corremos el riesgo que a la vuelta de algunos años, en Venezuela y en América Latina, los trabajadores y las masas populares no quieran saber nada de “socialismo” e “internacionalismo”, asqueados por la degradación vertida por el chavismo con sus acciones antiobreras, sobre conceptos vitales de la clase obrera y de nuestros maestros Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo.

No es con partidos reaccionarios que avanzaremos por la senda de la emancipación de los pueblos, ni con gobiernos pro-capitalistas, que establecen alianzas con las oligarquías locales y con el gran capital transnacional. Este, que es el modelo promovido por Chávez a nombre de un supuesto "Socialismo del Siglo XXI", no es más que el pesado fardo que carga el pueblo venezolano en su proceso revolucionario y en su lucha por la construcción de una sociedad sin explotación. Una Internacional de partidarios de este modelo desarrollista burgués sería un enemigo más para la lucha de los trabajadores por su emancipación.

Es necesaria la Internacional, y por eso nosotros reivindicamos la vigencia de la IV Internacional que se levantó con dignidad en contra de las atrocidades del estalinismo y el fascismo, y se fundamentó en un verdadero Programa de Transición al socialismo. Pero incluso más allá de la denominación que adquiera la organización que debemos continuar construyendo, lo fundamental es que sea la articulación genuina en torno a un programa revolucionario, que convoque a los partidos y organizaciones que luchan contra el capitalismo y el imperialismo, tanto en los hechos como en las palabras. La Internacional que necesitamos es sin empresarios, burócratas corruptos, latifundistas, o banqueros, por eso no nos sirve a los trabajadores y pueblos del mundo el planteamiento hecho por el presidente Chávez.

A diferencia de los gobiernos nacionalistas burgueses de la región, que pactan con el imperialismo y hasta lanzan loas a Obama, la Internacional que necesitamos es aquella que encabece la movilización en contra de toda presencia militar o económica del imperialismo en nuestros países, contra la deuda externa, por la soberanía real cimentada en la expulsión de las trasnacionales que explotan nuestros recursos naturales.

Si el "Socialismo del Siglo XXI" requiere de la unidad de los nacionalistas burgueses, la revolución de los trabajadores y explotados del mundo necesita su propia Internacional, que luche por derrocar a las burguesías y burocracias que hoy se reparten la plusvalía generada por miles de millones de trabajadores alrededor del mundo, y construya el verdadero socialismo, para que la humanidad salga definitivamente de la prehistoria capitalista y la barbarie, y los oprimidos de la tierra comiencen a andar por la senda de la paz, la justicia, y la libertad.

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Por considerarlo de mucha importancia para el estudio de la vanguardia revolucionaria centroamericana, especialmente para las bases del Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, publicamos íntegramente el Acuerdo San José-Tegucigalpa-Guaymuras firmado por las delegaciones del gobierno espurio de Roberto Micheletti y del Presidente Manuel Zelaya, ante la mirada vigilante del subsecretario Thomas Shannon.

Leer más…IMPACTO REGIONAL.- Texto del reaccionario Acuerdo de San José-Tegucigalpa-Guaymuras

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Entrevista al costarricense John Saxe-Fernández, profesor e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sobre del golpe de Estado en Honduras y sus repercusiones en América Latina

Publicado en www.semanario.ucr.ac.cr

¿Qué lectura hace del golpe de Estado en Honduras, está el gobierno de Obama involucrado?

Cuando ocurrió el golpe estaba yo en República Dominicana participando en el centenario del nacimiento de Juan Bosch, quien fue mi  profesor aquí en La Catalina allá en los años 60,  y estaba también Jorge Rodríguez Beruff , connotado especialista puertorriqueño en relaciones cívico- militares. Y yo le decía: “Esto me huele a diplomacia de dos vías”, haciendo referencia a la diplomacia que practicaba Henry Kissinger para derrocar a Salvador Allende en Chile, es decir, la diplomacia visible y la diplomacia subterránea, la del golpe. Él me dijo: “Si es una diplomacia de dos vías, pronto se le verá la costura.”

Leer más…IMPACTO REGIONAL.- "El Mensaje del golpe de Estado en Honduras es que se acabó la Carta...

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