Por Hugo Cedeño

Que se vayan a la mierda los nazionalistas del país.

Estos levantan truenos y centellas contra la presencia de trabajadores (as) haitianos(as) en nuestro pedazo de tierra.

Aplauden y promueven la represión en su contra.

Sonríen cuando ven camionetas y guaguas llenas de ciudadanos haitianos apiñados como si fueran cerdos y reses.

Detrás de los vehículos con semejante carga humana, van decenas de militares con capuchas y bien armados, dejando con cara de terror, a los ciudadanos que observan tal espectáculo.

Los inmigrantes haitianos apresados los llevan a los cuarteles policiales donde los oficiales calculan cuánto dinero pagarán sus familiares para liberarlos sin papeleos.

Dicen que los trabajadores inmigrantes haitianos tienen un «clavo» para situaciones como éstas y que la familia sabe dónde lo guarda.

También los oficiales conocen el secreto.

Ese negocio es diario y deja muchos millones a sus ejecutores.

Cómo los que dejó la trata negrera en época de la colonización europea en el continente.

La élite política, económica y social privilegiada de la nación en la que nací, impulsa odio hacia los inmigrantes haitianos trabajadores y sus familiares.

Mientras vomita Leyes y Decretos para favorecer que ciudadanos burgueses europeos y yanquis vengan a Dominicana a invertir a cambio de una ciudadanía.

Los negros haitianos trabajadores fueron traídos al país hace más de un siglo para sembrar y cortar caña de los empresarios azucareros.

El capital nacional y foráneo se enriqueció con esa práctica.

También los gobiernos de ambas naciones.

La misma tuvo cierto contenido esclavista, pero generadora de plusvalía en base a la sobre explotación de la fuerza de trabajo.

Hoy, la persiguen, apresan, maltratan, expulsan, niegan sus derechos laborales y nacionales a sus familiares, como mismo hacen con el bagazo de la planta de donde extraen el dulce líquido que luego transforman en azúcar.

Esos y esas, que sonríen cuando llevan al trabajador haitiano, tienen el mismo origen social de los que acumularon fortuna sobre explotando al obrero extranjero y nacional en los campos azucareros.

De ahí viene la riqueza de los burgueses que invierten en polos turísticos, grandes construcciones, bancos, centros médicos y universidades privadas, minería, comunicación y servicios.

Y también del actual presidente Abinader.

Ese engendro infernal reproduce lo que sus antepasados hicieron.

Y los que no tienen esas raíces, aprendieron a usar la maquinaria del poder político para acumular dinero y prestigio social.

Lo triste del caso es que algunos viven del drama que padecen los trabajadores inmigrantes haitianos en nuestro país.

Para ser justo, el que vive todo aquel que emigra hacia otras latitudes en condiciones desastrosas.

Otros sectores no burgueses, pueden ser de clase media, usan el tema, para atraer votos y ganar confianza electoral, colocándose al lado de los opresores, aunque criticando al gobierno por «violentar los derechos humanos» con su mal procedimiento al momento de «ejercer el derecho nacional a proteger la nación».

Otros, los de las grandes naciones, hipócritas hasta la tambora, ponen sus aparatos, tipo OEA, a criticar al gobierno por «su mal proceder con los trabajadores inmigrantes haitianos», pero se reúnen en el Palacio Nacional a discutir nuevos préstamos y el pago de intereses y amortizaciones de la deuda externa.

Estos aparatos son muy peligrosos porque confunden a conciencia, a activistas honestos y honestas.

En fin, la única manera de acabar con la criminal acción que todos los días se comete contra los trabajadores inmigrantes haitianos y sus familiares, sería construir un Frente Obrero Revolucionario Isleño, donde la clase obrera y demás oprimidos de Haití y República Dominicana se unifiquen para extirpar de raíz al régimen político burgués que nos oprime y rescatar nuestras respectivas soberanía e independencia nacionales.

Entonces, podríamos discutir democráticamente, lo que mejor conviene para establecer relaciones de hermandad y solidaridad entre ambas naciones.

Contra esta titánica tarea está el bloque contrarrevolucionario formado por la burguesía de ambas naciones, sus aparatos políticos, sociales y sindicales, sus respectivos mandatarios, legal o de facto y la casta social parasitaria.

De manera que, delimitando con claridad y precisión, asumamos lo que nos corresponde y traslademos la sonrisa al rostro de los explotados y oprimidos de la isla.

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