Christopher Landau

 

Por Alberto Martínez

Parece que el estilo del presidente Donald Trump, de “atacar y golpear para después negociar” se ha impuesto en la esfera diplomática. Aunque suene increíble, altos funcionarios de la administración Trump han atacado a la Organización de Estados Americanos (OEA)

En la 55 asamblea general de la OEA, realizada en las islas caribeñas de Antigua y Barbuda, realizada del 25 al 27 de junio del 2025, el representante de Estados Unidos, el subsecretario de Estado para asuntos latinoamericanos, Christopher Landau, pronunció un discurso que resultó un balde de agua fría para todos los embajadores presentes.

Las amenazas y “regaños” de Landau

En la parte medular de su discurso, Landau dijo a manera de reflexión. “(…) debemos preguntarnos cómo la organización sigue siendo relevante hoy en día y si está logrando sus elevados y nobles objetivos (…) el presidente Trump emitió una orden ejecutiva en los primeros días de esta Administración indicando al Secretario de Estado que, en seis meses, revisara todas las organizaciones internacionales de las que Estados Unidos es miembro para determinar si dicha membresía está en los intereses de Estados Unidos y si dichas organizaciones pueden ser reformadas. (…) Para ser bastante franco, y soy una persona muy franca, no estoy seguro de predecir cual será el resultado de esta revisión (…)”

En cierta medida, dese su punto de vista imperialista, Landau no dejó de tener razón. La OEA fue creada por Estados Unidos en abril de 1948, después de finalizada la segunda guerra mundial, como un paraguas diplomático que garantizara su control y hegemonía sobre el continente. La OEA ha servido para derrocar gobiernos progresistas y legalizar golpes de Estado.

En 1962 alentó el bloqueo económico y diplomático impulsado por Estados Unidos contra la revolución cubana. Por esta razón, el Che Guevara le llamó “el ministerio de colonias de Estados Unidos”.

Pero en los últimos los años, la influencia de Estados Unidos ha disminuido. La crisis y decadencia de Estados Unidos se ha extendido a la OEA. Muchos gobiernos progresistas tomaron distancia dentro la OEA, a tal grado que en el 2010 se constituyó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), sin la presencia de Estados Unidos. La OEA y la CELAC coexisten en un equilibrio inestable.

Venezuela y Haití

Como prueba de la ineficacia de la OEA, Landau mencionó que en Venezuela hubo un escandaloso fraude electoral en 2024 y que Haití se hunde en el caos. Pero el eje de sus preocupaciones fue la situación en Haití.

“(…) Si esta organización no está dispuesta o no puede responder o remediar esta situación, donde un régimen desafía abiertamente las normas internacionales y amenaza la integridad territorial de su país vecino, entonces debemos preguntarnos cuál es el propósito de la organización. No estoy seguro de poder predecir cuál será el resultado de esa revisión”.

“(…) Mientras Haití desciende al caos, la crisis humanitaria, de seguridad y de gobernanza que está teniendo lugar repercute en toda la región. Y, de nuevo, ¿qué ha hecho esta organización? (…) si la OEA no está dispuesta o no puede desempeñar una función constructiva en Haití, entonces debemos preguntarnos seriamente por qué existe la OEA. Y permítanme ser claro: no estoy mencionando Venezuela y Haití para culpar.”

La queja de Landau tiene su origen en la poca intervención de los gobiernos latinoamericanos en la sistemática y permanente crisis en Haití, y en el evidente fracaso de las anteriores intervenciones militares alentadas por la OEA. Estados Unidos solicita una mayor participación de los miembros de la OEA para apoyar la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití.

De la misma menara que Trump presiona a los países de la Unión Europea (UE) para que suban el gasto militar, para quitar presión al presupuesto de Estados Unidos, ahora piden lo mismo a los gobiernos de Latinoamérica en relación a la crisis en Haití.

La rectificación de Natalia Molano

Las declaraciones de Landau, una especie de chantaje, emplazamiento y regaños combinados, causaron escozor entre los embajadores presentes, y su discurso fue motivo de enormes titulares en los medios de comunicación

Natalia Molano, vocera del Departamento de Estado, salió al día siguiente a quitar las castañas del fuego. A Landau le correspondió el rol de diplomático duro, pero a Molano le correspondió el rol inverso.

Para suavizar las pedradas de Landau, Molano declaró que “(…) Estados Unidos no está en una postura de amenazar a nadie. Realmente lo que tenemos es una Administración de Estados Unidos que es pragmática, transparente y sincera" (…) El vicesecretario Landau trajo este mensaje muy sincero, pero realmente viene desde un optimismo que todavía creemos que la OEA tiene un papel que desempeñar en el ámbito internacional"

La parte esencial de su discurso confirma nuestro análisis: "Lo que queremos hacer es que los países de la OEA puedan canalizar recursos y personal por medio de una plataforma que ya existe".

Las principales preocupaciones

Desde el día 23 de junio, en una conferencia de prensa, Molano había insistido en el problema de solucionar la crisis en Haití. “(…) La situación en la isla es grave. Más de un millón de haitianos, la mitad de ellos niños, se han visto desplazados. La violencia por parte de las pandillas ha cobrado varias vidas. El año pasado, el año más sangriento del que se tiene historia en Haití, es una tragedia humana a plena escala. La OEA tiene un rol importante que desempeñar en esta crisis. Estados Unidos está dispuesto a desempeñar un rol de liderazgo en esta iniciativa y a colaborar con la OEA en los esfuerzos por lograr un cambio duradero en Haití mediante la erradicación de la violencia por parte de las pandillas, el aumento de la presencia policial, el bloqueo de la circulación de armas y la reconstrucción de las infraestructuras de seguridad”.

Esta es la verdadera preocupación: que la OEA vuelva a tener el rol anterior, cuando legalizaba golpes de Estado o intervenía militarmente para garantizar el control y la hegemonía de Estados Unidos en el continente.

La otra preocupación, no menos importante, mencionada por Molano, es la presencia de China como observador dentro de la OEA. “(…) La OEA sigue siendo uno de los pocos espacios multilaterales en el que el Partido Comunista Chino carece de voto o de influencia financiera significativa. El Partido Comunista Chino no ha realizado ninguna contribución financiera a la OEA desde el 2021 y estamos firmes en impedir que China abuse de su condición de observador permanente para tratar de socavar nuestro objetivo de democracia y progreso económico en nuestro hemisferio (…)”

Más claro, imposible!

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