Europa

Por Leonardo Ixim

Las elecciones celebradas en Grecia el pasado 17 de junio se caracterizaron en ser un termómetro para poder medir las futuras políticas neoliberales impuestas desde la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Unión Europea) con el fin de seguir manteniendo la estabilidad de la eurozona y permitir mayor ganancia al capital financiero, sobre todo alemán.

La Crisis capitalista

En Grecia, durante buena parte de la primera década de este siglo, la burguesía recibió ventajosas migajas del constante aumento de las ganancias principalmente de sus pares alemanes. Esto se reflejó, al  igual que en otras países, en un aumento de la construcción y los servicios y al ser este país un atractivo para el turismo se vivió una ilusión de crecimiento económico sostenido para toda la sociedad. Así, el pueblo griego se endeudó especialmente en la adquisición de viviendas. La burguesía de igual manera al recibir créditos frescos de parte de los bancos alemanes que controlaron en sistema financiero de este país, invirtió en proyectos sobre todo en el sector servicios, pues le conviene invertir en industria y conocimiento. El Estado por su parte, para cumplir obligaciones al no imponer cargas tributarias al sistema financiero que lograba grandes ganancias, se fue endeudando con los organismos financieros internacionales y con bancos privados europeos y estadounidenses de inversiones.

Sin embargo, la agudización de la crisis capitalista obligó a la troika y al imperialismo alemán a aumentar los intereses sobre las deudas y con eso afectó a la parasitaria burguesía griega y la población en general. Al estallar esta crisis en 2008, ante el impago de la deuda tanto pública como privada, el gobierno en ese entonces dirigido por el Movimiento Socialista Panhelenico (Pasok), un partido afín a la burguesía y pivote del sistema político de ese país, aplicó duras medidas de austeridad, afectando sobre todo los salarios y demás benéficos sociales, para poder así dirigir dentro de la  cuenta corriente del Estado, un parte mayor de los presupuestos públicos hacia el pago de la deuda, que cada vez fue mas y mas grande.

La clase obrera griega, los jóvenes en su mayoría desempleados, los pensionados, amas de casa, inmigrantes la mayoría africanos que trabajan en las peores condiciones, la pequeña producción rural medianamente tecnificada y los empleados públicos fueron los afectados por las políticas de austeridad impuestas desde la troika, para poder seguir beneficiando al capital financiero sobre todo alemán y salvar de la ruina total a la atrasada burguesía griega.

El sistema político griego en decadencia

Durante los últimos cuatro años Grecia ha recibido una cantidad de dinero de parte de la troika para mantener su sistema financiero que está al borde de la quiebra y seguir pagando una deuda a todas luces ilegitima A cambio, los gobiernos de ese país cargan sobre las espaldas de la clase trabajadora la baja de la ganancias de la burguesía.

El pueblo griego no se ha quedado callado, tanto  la juventud como la clase obrera se han movilizado organizando 17 huelgas generales desde 2008 hasta la fecha, obligando a la burocracia reformista sindical, parte de “consenso y del sistema político”, a romper con el Pasok y a convocar y organizar las huelgas. Sin embargo no han logrado parar la embestida neoliberal porque las burocracias no han tenido una política de movilización continua. La movilización popular hizo renunciar en marzo de este año el gobierno del primer ministro, el socialista Georgeos Papandreus, al grado de que éste amenazó a la troika con realizar un plebiscito para que la población decidiera sobre las políticas de ajuste. La UE y Alemania se negaron a esto y  frente a la presión popular Papandreus renunció; se nombró un gobierno de tecnócratas de coalición formado por el ND y el Pasok, que convocaron a elecciones para el 6 de mayo.

Esta elecciones tuvieron muchas sorpresas pues fortaleció los partidos que se han opuesto a los planes de ajuste como la coalición de izquierda Syriza y lamentablemente la extrema derecha neonazi de Amanecer Dorado, poniendo en crisis el sistema político. Debido a los vaivenes del sistema parlamentario que rige ese país y su ritual de negociaciones, los dos partidos pro ajustes, tanto ND como Pasok no pudieron formar un gobierno al no tener la mayoría parlamentaria y por la negativa de Syriza de hacer alianzas con estos. Ante esto se convocó nuevamente elecciones para el 17 de junio.

En estas elecciones ND consiguió sacar 29.7 %, Syriza 26.9%, Pasok 12.3 %, la extrema derecha consiguió 6.9 %, los comunistas de KKE 4.5 % y la izquierda democrática (ex comunistas que formaron parte de Syriza) de Dimar 6.3 %. Así junto al antidemocrático bonus que le otorgan una cantidad de 50 asientos en el parlamento al partido ganador, ND se ubicó como el ganador. De esa forma con una mayoría de derecha tanto ND como Pasok y los oportunistas de Dimar formaron gobierno dirigido por Antonis Samaras de ND. Sin embargo los otros dos socios no quisieron tomar carteras ministeriales ante el desgaste que significará aplicar las políticas de ajuste. Lo más lamentable es el asenso de la extrema derecha antiinmigrante que también se han opuesto a tales políticas pero señalando a inmigrantes como causantes de la situación de crisis y protagonizando ataques xenófobos y proponiendo autarquía económica.

Syriza y la lucha de masas

Sin duda la derrota dulce de Syriza se debe a que canalizó el descontento de buena parte de la población y de la clase trabajadora contra las políticas neoliberales. Tal coalición donde confluyen reformistas salidos tanto del Pasok como de KKE, entre ellos su líder Alexis Tsipiras, además de maoístas, trotsquistas, ecologistas y anticapitalistas a secas, tiene su formación desde el movimiento social y las movilizaciones de los sectores organizados del pueblo. La burocracia sindical y algunos sindicatos independientes se han articulado junto a Syriza,  fenómeno reciente que se ha dado ante el reformismo  de las centrales sindicales.

A pesar de volverse un referente para la clase trabajadora, Syriza no pudo conseguir el voto de algunos sectores que siguen apoyando tanto al Pasok como a Dimar, a lo que también contribuyó el KKE al no hacer alianzas con Syriza, debido a su sectarismo. Influyó también de manera  importante la política de miedo que los medios de comunicación lanzaron sobre un posible triunfo de la “izquierda radical” anunciando el apocalipsis si ganaban, pero también influyó el no tener una política realmente revolucionaria.

Consideramos que en todo momento Tsipiras fue contradictorio con respecto a la permanencia de Grecia en la eurozona, pues por un lado se opone a las políticas de ajuste conocidas como “el memorándum de la troika”, pero a la vez peregrinó por Paris y Berlín convenciendo a los políticos de la otra facción del imperialismo como Hollande. Tsipiras ha concordado con  la política de inversiones públicas propuesta por el nuevo presidente francés. Además propone mantener ciertos beneficios sociales y renegociación de la deuda griega reduciendo intereses y dando plazos más largos, revisando la supuesta “deuda ilegitima”, etc., supuestamente para  mantener a Grecia dentro de la UE.

Lo paradójico del caso es que el nuevo primer ministro, el conservador Samaras está planteando que para que Grecia pueda “cumplir con sus responsabilidades” es necesario dar plazos más largos y condonar parte de la deuda, algo a lo que Merkel por ahora se ha opuesto. En todo caso la posible salida de Grecia de la eurozona y junto a este país, Portugal, Irlanda, España y hasta Italia se puede dar con inversión pública o con austeridad.

Las limitaciones de Syriza

Por otro lado Syriza centró todas sus baterías en lo electoral, no llamando a la movilización de la población. Así el hecho de que no haya ganado las elecciones es lo mejor que le pudiera pasar, pues ya estando en el gobierno tendría que haber consensuado con el imperialismo europeo u organizar junto a las masas el contragolpe que significaría parar el shock hiperinflacionario de salirse del euro y volver el dracma, situación que tendría que haberse enfrentado con un programa revolucionario socialista de nacionalizaciones con control obrero de los sectores fundamentales de la economía, algo que Syriza no tiene .

Creemos que desde la oposición tal coalición puede tener un papel preponderante, derrotando las políticas neoliberales no solo desde el parlamento sino llamando a la movilización popular y derrotando los planes de ajuste en las calles. Pero para eso los grupos marxistas tienen que supeditar el reformismo electoral dentro de la coalición, a una política revolucionaria. Sin embargo a pesar de eso la clase trabajadora no debe confiar ni en Syriza, ni en las burocracias sindicales, ni en el KKE afectado por su sectarismo.

Se debe seguir en la política de creación de comités de lucha, de fortalecer los sindicatos independientes, los organismos estudiantiles y de inmigrantes, con tácticas de defensa ante el ataque de las bandas paramilitares de XD en contubernio con la policía griega;  de exigir a la “izquierda radical” entre ellos los comunistas de dejar el electoralismo y darle preponderancia a la lucha de masas, pero sobre todo de construir un nuevo instrumento de carácter revolucionario que rompa con la hegemonía capitalista, articulado en todo Europa para derrocar la dictadura del capital financiero imperialista que se cristaliza en la troika.

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