Europa

Por Orson Mojica

El 24 de febrero del 2022, Rusia invadió Ucrania en lo que Putin denominó “operación militar especial” para “desnazificar” ese país. Un año después, la guerra lejos de terminar con la victoria de cualquiera de los bandos, o en la mesa de negociaciones, amenaza convertirse en un conflicto militar prolongado, cuyas consecuencias pueden redefinir el futuro de Europa y el mundo.

Uno de los mitos que difundieron malintencionadamente los medios de comunicación era que Rusia pretendía anexarse Ucrania, aplastando al gobierno de Zelensky. Nunca fue así, aunque en el transcurso de una guerra prolongada los objetivos e intereses pueden cambiar. Para librar una “guerra relámpago” de ocupación, Rusia tendría que masacrar a la población civil. Los ucranianos son un pueblo eslavo que, aunque tiene sus particularidades, siempre formó parte de Rusia. Los nexos entre ucranianos y rusos son muy profundos, aunque en realidad hay dos ucranias: el oeste es pro europea y católica, y el este es prorruso y de religión ortodoxa. Por esta razón, cualquier ofensiva militar rusa sobre Ucrania obliga a Putin a sopesar previamente las consecuencias políticas.

Si Rusia, un imperio en reconstrucción, permitía que Ucrania ingresara en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), su propia existencia estaría en peligro. En cierta medida, Putin fue obligado a intervenir desde 2014 cuando se produjo el cambio de gobierno de Ucrania y se inició la guerra civil en el Dombas.

Lo que antes era una guerra solapada, ahora es una guerra abierta, aunque no declarada formalmente. El gobierno de Zelensky se ha convertido en el ariete de la ofensiva norteamericana y europea para arrinconar y doblegar a Rusia, un imperialismo emergente.

Estados Unidos y a OTAN apoyan abiertamente al ejército de Zelensky con dinero y armas, manipulando las aspiraciones de autodeterminación de Ucrania en un rejuego de rivalidades e intereses entre las potencias imperialistas. Estados Unidos y la OTAN utilizan al ejército de Ucrania para hacer la “labor sucia” de debilitar a Rusia, de la misma manera que utilizaron a los contras en Nicaragua o las guerrillas islámicas en Afganistán.

Para justificar esta guerra ante la opinión pública, los medios de comunicación difunden la idea que se trata de una lucha entre democracia y regímenes totalitarios, como el de Putin en Rusia. Pero no dicen que Zelensky, con el pretexto de defender la soberanía nacional de Ucrania, ha construido en corto tiempo un régimen igualmente totalitario al interior de Ucrania, que oprime y masacra a los ucranianos prorrusos.

Forcejo por la revalidación del tratado START

Un aspecto que no se mencionaba en los medios de comunicación, es que la guerra en Ucrania tiene como trasfondo el forcejeo entre Estados Unidos y Rusia por la firma de un nuevo tratado de control de armas nucleares, que sustituya al tratado START III que expira en 2026.

En enero del 2021, Estados Unidos y Rusia habían acordado prorrogar el tratado START III, pero el inicio de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero de ese mismo año, congeló las negociaciones. Hubo un intento de reiniciar las negociaciones en noviembre del 2022, en el Cairo, Egipto, pero Rusia se negó a participar por el aumento de la ayuda militar a Zelensky.

Es obvio que Estados Unidos intensifica los esfuerzos para consolidar posiciones en Ucrania, convirtiéndola en un satélite de la OTAN que ejercería una enorme presión militar sobre Rusia, colocando cohetes nucleares en ese territorio.

Recientemente, los países miembros de la OTAN emitieron una declaración en la que expresaban su “(…) preocupación el incumplimiento por parte de Rusia de sus obligaciones jurídicamente vinculantes en virtud del Nuevo START". Ante la crisis de las negociaciones, Rusia se ha negado a convocar una reunión de la Comisión Consultiva Bilateral (CCB) —órgano de aplicación del tratado— y no autoriza inspecciones en su territorio

Dimitri  Peskov, vocero presidencial de Rusia, justificó la negativa debido a que “toda la infraestructura de inteligencia de la OTAN, incluidos aviones de reconocimiento, constelaciones de satélites, trabajando 24 horas al día, siete días a la semana, en interés del régimen ucraniano", aunque reconoció que es "muy importante que el acuerdo se mantenga vigente".(RT 03/02(2023)

La guerra en Ucrania es solo una parte del conflicto entre Estados Unidos y Europa contra Rusia. Está en juego la hegemonía nuclear y con ello el control sobre el mundo.

Una guerra de “mediana intensidad” …. ¿a largo plazo?

En junio del 2022, Jens Stoltemberg, secretario general de la OTAN, declaró que la guerra en Ucrania podría durar varios años o varias décadas. Recientemente, ha vuelto a confirmar esta visión, al afirmar que "necesitamos estar preparados para un largo camino. Esto puede durar muchos, muchos años (…) El presidente [Vladimir] Putin quiere una Europa diferente, quiere una Europa donde pueda controlar vecinos, en la que pueda decidir aquello que los países pueden hacer" (AFP, 16/02/2023)

Estas declaraciones confirman que la guerra en Ucrania ha sido concebida para librarse a mediano y largo plazo, hasta que las potencias imperialistas, Estados Unidos, Europa, Rusia y China, logren establecer un nuevo statu quo mundial, si acaso es posible.

El apoyo económico y militar al gobierno de Zelensky es descomunal. A inicios de febrero, Jens Stoltemberg, secretario general de la OTAN, reconoció que los países miembros han proporcionado en el último año, desde que inicio la invasión rusa, ayuda militar y financiera por más de 120,000 millones de dólares.

Por su parte, el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia tiene información de que solo en el último año, “desde diciembre de 2021, los países de la OTAN transfirieron a las fuerzas armadas ucranianas 1.170 sistemas de defensa antiaérea, 440 tanques, 1.510 vehículos de combate de infantería y 655 sistemas de artillería, así como 9.800 misiles para lanzacohetes múltiple, 609.000 misiles antitanque y 1.206.000 proyectiles”.

Ante cada avance del ejército ruso, Estados Unidos y la OTAN redoblan las apuestas, enviando más armas y dinero a Ucrania. Si bien es cierto, la estrategia de Estados Unidos y la OTAN es presionar militarmente al máximo a Rusia, el nivel de involucramiento militar ha crecido tanto que en cualquier momento la guerra en Ucrania puede extenderse a Polonia y Bielorrusia, los países más cercanos, convirtiéndose en una guerra directa entre la OTAN y Rusia.

Aparentemente, todos los lideres europeos desean evitar la guerra directa contra Rusia, y por ello entregan armas obsoletas y se cuidan de no proporcionar tanques ni aviones de última generación a Ucrania, pero entre los discursos y la realidad hay una frágil línea divisoria que puede desaparecer en cualquier momento.

En marzo del 2022, cuando la guerra apenas iniciaba, Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, declaró que: “(…) Al final, estoy absolutamente convencido de que (el presidente ruso Vladímir) Putin fracasará, y de que Rusia sufrirá una derrota estratégica en Ucrania”, (09/03/2022)

La ansiada “derrota estratégica” de Rusia no es más que la pretensión de degradarla en su status de potencia imperialista, y convertirla en una disgregada semicolonia.

Dado el nivel de involucramiento de Estados Unidos y la OTAN, no se puede descartar que la guerra en Ucrania sea un tanteo de las potencias imperialistas occidentales, una primera fase de una guerra abierta contra Rusia.

El surgimiento de Rusia como una poderosa potencia imperialista, y su alianza con China, acelera la crisis de Estados Unidos y debilita su poderío en todo el mundo. Y por eso Estados Unidos y Europa luchan denodadamente para evitarlo.

La devastación de Ucrania

Mientras los medios de comunicación nos proyectan casi a diario las sucesivas derrotas militares de Rusia, lo que es pura propaganda de guerra, la realidad es otra.

Condoleezza Rice, ex secretaria de Estado, y enemiga acérrima de Putin, en un interesante artículo publicado en The Washington Post, develó la verdadera situación en Ucrania: “(….) Para Putin, la derrota no es una opción. No puede ceder a Ucrania las cuatro provincias orientales que ha declarado parte de Rusia. Si no puede tener éxito militar este año, debe mantener el control de las posiciones en el este y el sur de Ucrania que brindan futuros puntos de partida para ofensivas renovadas para tomar el resto de la costa del Mar Negro de Ucrania, controlar toda la región de Donbas y luego avanzar hacia el oeste.

(…) La capacidad militar y la economía de Ucrania ahora dependen casi por completo de los medios de vida de Occidente, principalmente de los Estados Unidos. En ausencia de otro gran avance ucraniano y éxito contra las fuerzas rusas, las presiones occidentales sobre Ucrania para negociar un alto el fuego crecerán a medida que pasen meses de estancamiento militar. En las circunstancias actuales, cualquier alto el fuego negociado dejaría a las fuerzas rusas en una posición sólida para reanudar su invasión cuando estén listas”.

Pero no crean que Condoleezza Rice es amiga de Putin. No, todo lo contrario. Ha pintado la cruda realidad, para terminar, pidiendo más armas y dinero para Zelensky. (Washington Post 07/01/2023)

Tímidas voces sobre una posible negociación

Los voceros de Estados Unidos y la OTAN en algunas declaraciones se refieren vagamente a la necesidad de lograr una salida negociada, pero todos coinciden que esta opción será posible únicamente si Ucrania gana la guerra, es decir, si derrota militarmente a Rusia. En realidad, quien gane la guerra no tiene nada que negociar, sino que impondrá sus condiciones al bando derrotado.

En marzo del 2022, la solitaria voz de Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), casi llorando abogó por una negociación: “La guerra en Ucrania no va a ninguna parte, pero va rápido. (…) Se está intensificando, volviéndose más destructiva e impredecible a cada momento (…) Esta guerra es imposible de ganar. Tarde o temprano, tendrá que pasar del campo de batalla a la mesa de paz.  Esto es inevitable”. El desesperado llamado no fue escuchado.

Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, ha mantenido un discurso agresivo contra Rusia: “(…) las guerras se ganan o se pierden en el campo de batalla (…) Si alguien dice que no quiere parar ni negociar y que seguirá luchando, entonces la guerra tendrá que decidirse en el campo de batalla” (22/04/2022)

Para calmar a la opinión pública europea que se opone a la guerra, el discurso de Borrell ha sido camaleónico, combina el entusiasmo con la necesidad de establecer alguna negociación.

Conferencia de Munich: mas armas para imponer la negociación

Cada año se reúne la Conferencia de Seguridad en Munich, Alemania, para discutir los problemas de seguridad en diversas regiones del mundo. En esta ocasión, Rusia no fue invitada.

Dos días antes de la realización de la 59 Conferencia de Seguridad de Munich, Borrell declaró ante el Parlamento Europeo: “(..) es una extraordinaria ingenuidad pedir que se pare la ayuda militar a Ucrania, para que la guerra sea más corta y para que se construya más pronto la paz. Si dejamos de ayudar militarmente a Kiev, la paz que conseguiremos no será una paz, será una victoria de Rusia y para nosotros sería una extraordinaria amenaza a nuestra seguridad"

Borrell insistió que “la guerra se va a decidir en esta primavera y verano (…) Para ganar la paz, primero hay que ganar la guerra. Se puede ayudar militarmente a Ucrania y al mismo tiempo hacer los esfuerzos diplomáticos necesarios para que la paz llegue cuanto antes. No son dos cosas alternativas ni contradictorias, hay que hacer las dos cosas a la vez". (Parlamento Europeo, 15/02/2023)

Los discursos en la Conferencia de Munich estaban sintonizados. Francia y Alemania son las columnas que sostienen a la Unión Europea (UE) y la OTAN. Tanto Macron, como Scholz, reafirmaron su compromiso en la guerra en Ucrania, aunque con algunos matices.

Macron llamó a los gobiernos europeos a “invertir masivamente en defensa” para garantizar la seguridad de la UE. “No es la hora del diálogo (…) Si queremos la paz, tenemos que invertir en los medios para tenerla. Francia hace su parte, pero es necesario que haya ambición inversora a escala europea. Esto significa también reforzar la base industrial y tecnológica de nuestra defensa. Necesitamos más capacidad de producción, y necesitamos más estandarización, más simplificación. Cuando se trata de seguridad europea, tenemos que pensarla, producirla y garantizarla”.(El País, 17/02/2023)

En el discurso de Macron se olía cierto malestar por la dependencia militar absoluta de Europa en relación a Estados Unidos, y por el hecho que recientemente Estados Unidos aprobó una ley que protege a la industria norteamericana, en detrimento de la europea.

Macron más adelante insistió que las negociaciones debían realizarse en condiciones favorables para Ucrania: "Debemos intensificar absolutamente nuestro apoyo y esfuerzo para ayudar a la resistencia del pueblo y el Ejército ucranianos y permitirles llevar a cabo la contraofensiva que solo permitirá negociaciones creíbles sobre las condiciones elegidas por Ucrania, sus autoridades y su pueblo". (El País, 17/02/2023)

La socialdemocracia alemana sigue jugando el mismo rol contrarrevolucionario de siempre. Olaf Scholz declaró que “(…) no son nuestros envíos de armas los que alargan la guerra. Todo lo contrario. Cuanto más pronto Putin entienda que no alcanzará su meta imperialista, mayor será la posibilidad de un final de la guerra. Todos los que pueden suministrarlos, deberían hacerlo. Alemania hará todo lo que está en su poder para facilitarlo (…)”. (El País, 17/02/2023)

Quizá, quien expuso con mayor nitidez la estrategia imperialista del momento, fue el primer ministro de Inglaterra, Rishi Sunak: "Necesitamos una estrategia militar para que Ucrania obtenga una ventaja decisiva en el campo de batalla para ganar la guerra, y una estrategia política para ganar la paz. Para ganar la guerra, Ucrania necesita más artillería, vehículos blindados y defensa antiaérea, así que ahora es el momento de duplicar nuestro apoyo militar".

Mientras los lideres de la OTAN hablaban de presionar militarmente para negociar, el infaltable Jens Stoltenberg insistía en la necesidad de derrotar a Rusia en el campo de batalla: “A algunos les preocupa que nuestro apoyo a Ucrania pueda desencadenar una escalada. Que quede claro: no hay opciones sin riesgo, pero el mayor riesgo de todos es que gane Putin". (El País, 17/02/2023)

La nueva ofensiva rusa

Mientras se pronunciaban encendidos discursos en la Conferencia de Munich, las tropas rusas continuaban su ofensiva de invierno.

La guerra en Ucrania ha tenido varias fases. Los rusos avanzaron militarmente en 2022, controlando casi en su totalidad Lugansk y Donetsk, que desde el 2014 se rebelaron contra Kiev, y consolidaron posiciones en la mayoría de los territorios de las provincias de Jerson y Zaporiyia. Ante el retroceso de las tropas ucranianas, Estados Unidos y la OTAN facilitaron obuses de 155 milímetros y sistemas HIMARS, que posibilitaron una ofensiva militar del ejército de Zelensky, obligando al ejército ruso a retirarse de Jarkov y de la ciudad de Jerson, y reagrupar sus tropas en dirección a Donetsk.

Estas oscilaciones en la guerra, fueron descritas por los medios de comunicación como nuevas derrotas militares de Rusia. Nada más alejado de la realidad. En toda guerra hay avances y retrocesos, ofensivas y contraofensivas, emboscadas, escapadas, estancamientos, etc.

Rusia libra en Ucrania una guerra de mediana intensidad, desplegando apenas una pequeña parte de su ejército y de su poderío militar. La guerra es la continuación de la política por otros medios. Por razones políticas Rusia libra una guerra a la defensiva, con una pata y una mano amarrada, mientras Estados Unidos y la OTAN despliegan todo su poderío a favor del ejército de Ucrania.

Si Rusia utilizara todo su poderío militar, unificaría a todos sus enemigos en su contra. Putin desde hace tiempo mantiene una estrategia de fracturar el frente antirruso, procurando separar a Alemania y Francia de la estrategia norteamericana.

Como parte de esta nueva ofensiva del ejército ruso, han sido expulsadas las tropas de Zelensky de las estratégicas localidades de Soledar y Bakhmut, rompiendo las defensas enemigas.

El discurso de Biden en Polonia

En la víspera del aniversario del inicio de la guerra en Ucrania, el presidente Joe Biden arribó a Polonia, desde donde viajó a Kiev, previo intercambio de información con Moscú, para evitar que un misil del ejército ruso lo matase.

Polonia, un imperio caído en desgracia, es la punta de lanza de la OTAN contra Bielorrusia y Rusia. En ese país, hay bases militares que albergan 11000 tropas norteamericanas

En Kiev, el 20 de febrero, se entrevistó con Zelensky. La sola presencia de Biden en Ucrania tenía el objetivo de ratificar el respaldo militar de Estados Unidos al ejército de Ucrania. A su regreso, Biden pronunció un discurso en Varsovia, cuyas partes medulares vale la pena analizar.

Biden dijo: “Hace un año, el mundo se preparaba para la caída de Kiev. Pues bien, acabo de llegar de Kiev y puedo decir que se mantiene fuerte (…) Cuando Rusia invadió, no solo se puso a prueba a Ucrania. El mundo entero afrontó una prueba histórica”. “Europa se puso a prueba. Estados Unidos se puso a prueba. La OTAN está a prueba. Todas las democracias están a prueba. Y la pregunta que encaramos es tan simple como profunda: ¿respondemos, o miramos para otro lado? (…) Estados Unidos necesita a Polonia y a la OTAN tanto como la OTAN necesita a Estados Unidos. Tenemos que garantizar la seguridad en Europa. Es así de básico (…) Pensó que la OTAN se fracturaría y dividiría. En lugar de eso, la OTAN está más unida que nunca. Pensó que podría convertir la energía en un arma, resquebrajar la determinación de Europa, y en lugar de eso, estamos trabajando para acabar con la dependencia de Europa de los combustibles fósiles rusos”

El discurso triunfalista de Biden, en el mismo tono de las declaraciones de Macron y Sholtz, confirman que Estados Unidos y la OTAN continuarán armando y financiando al ejército de Ucrania, creen que podrán arrodillar a Rusia en el campo de batalla e imponer un tratado de paz humillante. Están decididos a convertir a Ucrania en una base militar en el costado de Rusia.

Y al terminar su discurso, Biden pronunció dos oraciones que sintetizan la estrategia norteamericana: “Ucrania nunca será una victoria para Rusia, ¡nunca! "

El discurso de Putin

Como repuesta al discurso de Biden, Putin pronuncio un discurso ante la Duma Estatal y el Consejo de la Federación, las dos cámaras de la Asamblea Federal de Rusia, en el que sintetizó la política de Rusia en torno a la guerra en Ucrania y el conflicto Inter imperialista con Estados Unidos, Europa y la OTAN.

Putin justificó la “operación militar especial” en Ucrania, porque “(…) Estados Unidos y la OTAN estaban desplegando rápidamente sus bases militares y laboratorios biológicos secretos cerca de las fronteras de nuestro país, en las maniobras estaban estudiando el teatro de las futuras hostilidades, preparando a un régimen de Kiev bajo su control y a una Ucrania esclavizada por ellos para una gran guerra".

Para Putin, Estados Unidos está preparando una “gran guerra” contra Rusia. Este planteamiento no es descabellado, porque para mantener su dominación, Estados Unidos necesita anular a Rusia y a China. Y esto no lo logrará por medio de la competencia económica y pacífica, sino por medios militares.

Putin reiteró que “hace un año, con el fin de proteger a las personas en nuestras tierras históricas, para garantizar la seguridad de nuestro país, para eliminar la amenaza que representa el régimen neonazi que surgió en Ucrania después del golpe de 2014, se tomó la decisión de realizar una especial operación militar",

Aunque ya lo había dicho en anteriores ocasiones, que Ucrania era parte de Rusia, es la primera vez que Putin usa el concepto de “tierras históricas”, lo que implica que los avances militares que obtenga el ejército ruso en el campo de batalla se traducirán en nuevos territorios anexionados a favor de Rusia.

Y si existen alguna duda sobre cómo han evolucionado las aspiraciones de Putin, el mismo nos lo aclara: “(…) Una cosa debe quedarles clara a todos: cuanto mayor sea el alcance del armamento suministrado a Ucrania, más nos veremos obligados a alejar la amenaza de nuestras fronteras". (DW 21/02/2023). Lo anterior implica claramente que Rusia anexará mas territorios, haciendo realidad el pronostico de Condoleezza Rice.

Y como una advertencia de la "gran guerra" que puede ocurrir, Putin dijo: “Tengo que anunciar hoy que Rusia suspende su participación en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. Reitero: no sale del acuerdo, sino que suspende su participación".

Esta suspensión de las inspecciones y de la negociación del acuerdo sobre armas nucleares, presagian una nueva carrera armamentista y una posible confrontación militar directa entre Estados Unidos, por medio de la OTAN, contra Rusia.

¿A dónde va Ucrania?

Si unimos las piezas del rompecabezas, encontraremos la repuesta correcta: primero tenemos una guerra de desgaste de Rusia en Ucrania, con duras sanciones económicas que golpean la economía de Rusia, para en una fase posterior, dependiendo de las circunstancias, entren en escena directamente las tropas de la OTAN. Todo es posible, el imperialismo norteamericano no cederá su lugar ni compartirá su hegemonía de manera pacífica.

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